Nacional

Venezuela comienza el año sin gasolina a pesar de ser un productor

La escasez de gasolina y las colas de días en las estaciones de servicio fueron la constante este año y el principal tema de preocupación de los venezolanos, más que la pandemia

Jackson Belandria fue detenido en una estación de servicio de Mérida el pasado octubre por hacerse el muerto. Después de meses lidiando con colas, escasez y fallas en el suministro de combustible en la capital andina, decidió fingir que había muerto, que era otra víctima de la covid-19, para ver si se apiadaban de su cadáver y lograba conseguir apenas 20 litros de gasolina.

El 2020 será recordado por la mayoría de los habitantes de la Tierra como el año que cambió las formas, modos y relaciones de las sociedades occidentales, los venezolanos lo recordarán cómo la época en la que cambió su relación con la gasolina: de ser la más barata de mundo –al punto de ser más costosa la emisión de un billete para pagar el combustible que el total de un tanque de 10 litros–, a una de las más caras del planeta; de consumir la gasolina más óptima a tener que aceptar pocos litros de una peor calidad; de comenzar a pedalear una bicicleta no solo por diversión o deporte; de echar gasolina el día que quieras a esperar el día que toque (si hay) o pagarla más cara; y de asimilar las distancia en función del precio de un litro de gasolina.

Leer más: Régimen anuncia que reforzará la vigilancia en costas de Güiria tras naufragio

La escasez de combustible y las colas de días en las estaciones de servicio fueron la constante este año y el principal tema de preocupación de los venezolanos, más que la pandemia. Provocó cientos de protestas, en los cuatro puntos cardinales del país; varias dejaron saldos lamentables: en julio Joe Albornoz, de 18 años, pescador, falleció en una protesta por gasolina en la Isla de Toas, estado Zulia. También Carlos Enrique Chaparro, de 47 años, quesero, en la estación de servicio Buenos Aires de Aragua de Barcelona, Anzoátegui, tras recibir un disparo de un efectivo de la Guardia Nacional.

¿Cuarentena por covid-19 o por combustible?

Regiones como Táchira, Zulia o Monagas tienen un lustro reportando fallas en el suministro de combustible. Sin embargo, fue este 2020 cuando la escasez arropó a todo el país. A una semana de la cuarentena decretada por el gobierno de Nicolás Maduro para evitar la propagación de la covid-19, la escasez de combustible se hizo evidente: sólo podía circular personal prioritario y aun así las estaciones del servicio del país no cubrían la demanda.

En este momento muchos venezolanos pensaron que la cuarentena era más para “tapar” la falta de combustible que para evitar la propagación de un virus, para entonces, en Venezuela, menos letal que el hampa, las FAES o una diarrea en Delta Amacuro.

Para mediados de marzo la demanda interna de gasolina era de unos 80.000 (b/d), esta cifra bajó significativamente con la paralización de actividades debido a la cuarentena por el coronavirus a menos de 45.000 bd, según proyecciones de analistas. El consumo más alto que se ha observado en el mercado interno oscila entre 350.000 a 400.000 bd.

Y para finales de marzo el Ejecutivo prometía que llegaría una carga (el barco Gemma, con bandera de Malta, que transporta 320.000 barriles de gasolina que se cargaron en Milazzo, Italia) y la reactivación de una unidad de la refinería El Palito para reanudar la producción de gasolina de 91 octanos.

En abril la Bolsa Agrícola de Táchira no se llevó a cabo debido a la severa escasez de combustibles, primera vez en 25 años que se paralizaba

La escasez de combustible se llevó las cosechas

En abril la falta de combustible paralizó la distribución de hortalizas desde Táchira. En Falcón, Lara, Mérida y Zulia reportaban el abandono de los campos y la pérdida de cosechas. Muchos productores viajaron a tiempos remotos, para evitar perderlo todo: ensillaron caballos y cargaron burros para trasladar lo que pudieran.

En Falcón y Lara no había gasolina “ni para equipar una ambulancia”, reportaba El Impulso; y los pacientes renales y los oncológicos de Anzoátegui, Bolívar, Falcón, Lara, Yaracuy, Táchira y Zulia denunciaban la interrupción de sus tratamientos por la escasez del carburante.

Según la Encuesta Nacional Impacto covid-19 realizada por la Asamblea Nacional, el suministro de gasolina de manera continua en Venezuela era de solo 0,28% durante la primera semana de abril.

La gasolina iraní y el cambio de modelo

El 23 de mayo entró a territorio venezolano el primer buque, de los cinco que pactó Maduro con Irán, para paliar la escasez de gasolina. Cuatro días más tarde, el mandatario adelantaba el nuevo modelo: «la compramos en dólares y hay que cobrarla», dijo. Unas 72 horas después anunció los nuevos precios del litro de gasolina: 5.000 bolívares o 50 centavos de dólar, dependiendo si se adquiere la subsidiada o la que será vendida a precio internacional.

El 1° de junio comenzó a despacharse la gasolina iraní. Ese lunes cambió el país, oficialmente, la gasolina dejó de ser barata, a libre demanda y buena; cambió la relación entre la estatal petrolera y los dueños de estaciones de servicio. También llegó la primera flexibilización de la cuarentena.

Se establecieron las “bombas CLAP”, las subsidiabas –que comenzaron siendo 200 en todo el país, hoy son muchas menos– y las “bombas Bodegón”, la de precio internacional.

El chavismo acabó con la diversidad de las estaciones de servicio, las uniformó todas de rojo y ahora deja que se asome el verde oliva.

A 12 de días de inicio del nuevo sistema de venta de gasolina implementado por Maduro, en el interior del país seguía la escasez de combustible y las colas kilométricas y de más de 72 horas en las estaciones de servicio. Mientras, en Caracas ya había pasado el caos.

Para despedir el mes, salió a la luz pública la toma forzosa de estaciones de servicio arrendadas por Pdvsa a terceros.

Con información Tal Cual


Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios