El bolívar, la moneda de Venezuela, se devaluó en un 17% frente al dólar en el primer semestre del año, de acuerdo con el reporte ofrecido este viernes por el Banco Central (BCV), que ubica el precio de la divisa norteamericana en 5,55 bolívares.
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La cotización del dólar arrancó el 2022 en 4,58 bolívares, lo que significa que en la primera mitad del año su precio se ha incrementado en un 21%, siempre según el ente emisor.
El tipo de cambio oficial lleva casi un año relativamente estable, como resultado de una estrategia implementada por el régimen para sostenerlo y, así, contener la inflación en una economía que vive una dolarización de facto desde 2019, según expertos.
La estrategia ha consistido en controlar la demanda de dólares, disminuyendo la emisión de bolívares, necesarios para comprar divisas, a través de la reducción del gasto público y la restricción de los créditos bancarios.
Pese a los anuncios del régimen sobre el crecimiento de la economía del país, el costo de la vida sigue creciendo debido a las prácticas económicas del régimen chavista de Caracas
Entre 2017 y 2020, Venezuela vivió meses en los que el bolívar se devaluaba hasta en 50%, así como tasas anuales de inflación que también han ido descendiendo de seis dígitos hasta el 23,9% acumulada en los cinco primeros meses de 2022.
Consecuencias de la crisis
La recuperación económica que vive Venezuela parece dejar un rastro en las calles, donde el rezago involuntario de personas que siguen sin poder progresar y el avance de otras que han aprovechado la crisis para resurgir genera un abismo difícil de superar.
En este sentido, la investigadora de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) María Gabriela Ponce asegura que “Venezuela es un país heterogéneo y la crisis se vive de manera diferencial dependiendo de la posición social, del lugar en el que estés, y siempre lo fue, pero esta crisis ha exacerbado (…) desigualdades ya existentes”.
Y es en el extremo más desfavorecido donde se encuentra Marian, una mujer que dejó su trabajo hace dos años para cuidar a su hijo pequeño. Ahora, la familia, conformada por cinco personas, vive de los 30 o 40 dólares mensuales que su esposo gana en un autolavado, y que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas durante 30 días.
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A veces, debe acudir a los comedores comunitarios de su barrio para pedir alimentos para toda la familia, otras veces le toca rendir lo poco que queda en casa o no mandar a sus dos hijos mayores al colegio porque no hay nada de comer.
“Estoy un poco peor que antes porque antes de esto -te hablo de tres, cuatro, cinco años atrás- con un sueldo mínimo, yo podía más o menos sustentar algunas cosas, no todo. Pero al caer este déficit de asistencia no hay para la cesta básica, en economía, en escolaridad todo ha decaído demasiado, ya no es lo mismo”, explicó Marian a EFE.
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