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ONU confirma la entrada de los primeros 20 camiones en Gaza con ayuda humanitaria

La agencia humanitaria de Naciones Unidas, OCHA, ha confirmado que 20 camiones con comida, agua y medicinas han entrado esta mañana a la Franja de Gaza, controlada por el grupo islamista Hamas, a través del paso de Rafah, fronterizo con Egipto.

El vicedirector de la Oficina de OCHA en los territorios palestinos, Andrea De Domenico, ha indicado que la Cruz Roja Egipcia lidera la operación de entrada de la asistencia en el enclave palestino.

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Mientras Israel intensifica su mayor ofensiva aérea en las últimas décadas de cara a la amplia incursión terrestre en la Franja de Gaza, crece el temor a que la guerra contra el grupo integrista Hamas se amplíe a las milicias proiraníes en Líbano, Siria o Yemen, después de que los hutíes dispararan misiles y drones que fueron interceptados por Estados Unidos en el Mar Rojo.

La guerra que comenzó el 7 de octubre con el ataque del grupo yihadista que este viernes liberó a dos estadounidenses -una madre (59) y su hija (18)- de los 203 secuestrados hasta la fecha, se ha trasladado más allá del territorio israelí y palestino para consolidar dos ejes. Por un lado, Israel, Estados Unidos y algunos aliados occidentales y, por otro, Irán, Siria, Hamas, Yihad Islámica, Hizbulá y quizá los hutíes.

En medio, los gazatíes que este viernes volvieron a quedarse sin la ayuda humanitaria prometida, aunque insuficiente para aliviar su situación. La entrada de 20 camiones a través del paso fronterizo egipcio de Rafah es el resultado del acuerdo alcanzado entre Israel, EEUU y Egipto para permitir la entrada del convoy humanitario siempre y cuando no llegue a manos del grupo integrista.

En el lado egipcio de Rafah, varias decenas de camiones fueron inspeccionados el mismo día de la visita del secretario general de la ONU, Antonio Guterres. «Es imposible estar aquí y no tener el corazón roto. Hay dos millones de personas sin agua, alimento, medicinas y combustible. En este lado, tenemos camiones y todo lo necesario para ellos. No son sólo camiones, sino que lo que separa la vida de la muerte», declaró Guterres, que se comprometió a hacer todo lo posible para que llegue la mayor cantidad de ayuda lo antes posible y reiteró su llamamiento a un alto el fuego humanitario

Pero si hay algo que no falta en Gaza es fuego. Y mucho. La intensidad de los ataques aéreos acerca el inicio de la ofensiva terrestre. Uno de los objetivos de los cazas y drones, más allá de golpear todo lo que esté vinculado a Hamas, es «preparar» el terreno para facilitar el paso de sus blindados y tanques, de forma que puedan moverse sin ser sorprendidos por minas o milicianos que salgan de los numerosos túneles excavados por el brazo armado del grupo, especialmente en la ciudad de Gaza.

El Ministerio de Sanidad de Hamas indica que los bombardeos israelíes han causado más de 4.100 muertos y 13.000 heridos en las últimas dos semanas. Mientras los palestinos denuncian ataques contra edificios residenciales y objetivos civiles como un «crimen de guerra», el ejército enumeraba este viernes los ataques contra más de un centenar de objetivos de Hamas en la última jornada. Ya sean lanzaderas y comandos de proyectiles contra Israel o, por ejemplo, «arsenal en una mezquita de Jabalia que los terroristas usaban como puesto de observación y base de operaciones».

Varios países árabes y la ONU pidieron al Gobierno israelí una tregua y el suministro de combustible a Gaza, bajo un férreo bloqueo desde el ataque terrorista de Hamas que dejó 1.400 muertos, 200 secuestrados y un centenar de desaparecidos. Su demanda choca con las voces que en Israel se oponen a cualquier ayuda a un ente controlado por Hamas y que tiene rehenes, incluyendo decenas de niños y ancianos.

Si antes del 7-O muchos israelíes pedían diferenciar entre el régimen islamista y la población gazatí, hoy son menos debido a las escenas y testimonios del Sábado Negro o al hecho de que los gazatíes aprovecharon los agujeros que hizo Hamas en la frontera para entrar, matar y saquear en kibutzim.

«No siento ninguna simpatía por los civiles de Gaza. Apoyan su régimen fundamentalista y odian a los judíos. Les permitimos trabajar en Israel y muchos de ellos dieron información para la masacre de familias», dice Nataly, una mujer en un supermercado en la entrada de Ascalón cuando le pregunté por los masivos bombardeos y las imagenes de destrucción en Gaza.

En la reunión del gabinete israelí de emergencia de guerra el pasado miércoles, el presidente estadounidense Joe Biden mostró todo su apoyo en la campaña militar, pero preguntó por el día después. A este respecto, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, expuso las tres etapas del plan («no tomará semanas o un solo mes») que no hace mucho estaba bien olvidado en algún cajón de su ministerio: «Eliminar y destruir las capacidades militares y gubernamentales de Hamas, dejar de tener más la responsabilidad sobre Gaza y crear una nueva realidad de seguridad».

«Hamas pensaba que el 7-O sería la fecha simbólica de su victoria sobre Israel, pero será la fecha en la que comience el proceso por el que desaparecerá de la faz de la tierra», añadió Gallant, manteniendo una retórica que eleva las expectativas entre sus conciudadanos que, ya sean de derecha, centro e izquierda, exigen acabar con Hamas como poder y grupo armado en Gaza. La previsión de Gallant es que hayapodría ir acompañado de ataques desde otros frentes para ayudar a Hamas frente al enemigo común.

Después de que los ataques diarios desde el Líbano (misiles o infiltraciones) fueran respondidos con artillería y bombardeos, Israel se despertó el viernes ante una nueva amenaza desde Yemen. Tras neutralizar el USS Carney varios misiles y drones disparados por los hutíes, altos funcionarios de Washington señalaron: «No podemos decir con certeza hacia qué apuntaban estos misiles y drones, pero fueron lanzados desde Yemen, en dirección norte a lo largo del Mar Rojo, potencialmente hacia objetivos en Israel».

Más lejos de Yemen, en Cisjordania, la situación es cada vez más inestable y violenta. Desde el ataque de Hamas, Israel ha detenido a casi 400 militantes en redadas que en su mayoría acabaron en disturbios y enfrentamientos armados. En las últimas dos semanas, han muerto en Cisjordania unos 80 palestinos y un soldado.

El ataque más grave en la historia de Israel cerró, aunque quizá solo de forma temporal, su profunda división de los últimos años, pero abrió la posibilidad de una guerra en varios frentes.

Con información de El Mundo

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