¿Cada cuánto tiempo cambias las sábanas? Seguro que tu respuesta se aleja mucho de lo que es recomendable, según los expertos. La mayoría de las personas lo hacen cada 2 o 3 semanas pero ¿es correcto? Como explica a CuídatePlus Lucía García López, profesora de Microbiología General e Inmunología en el campus de Alicante de la Universidad Europea de Valencia, “a menudo pasamos por alto la frecuencia con la que debemos lavar las sábanas y toallas, pero hacerlo con la regularidad adecuada no solo es una cuestión de limpieza, sino también de salud”.
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Y es que, las sábanas pueden albergar diferentes tipos de ácaros, “siendo los más comunes los ácaros del polvo, dermatophagoides farinae y dermodex foliculorum, sarcoptes scabiei que se alimentan de células muertas de la piel y se reproducen mejor en ambientes cálidos y húmedos”, explica Gracia Del Río Piñero, especialista en Dermatología médico-quirúrgica y venereología del Hospital Vithas Sevilla.
Estos pequeños artrópodos invisibles al ojo humano “se alimentan de escamas de piel y prosperan en ambientes cálidos y húmedos, como la ropa de cama”, explica García López. Además, añade, “las sábanas pueden acumular bacterias, hongos, virus, células muertas, sudor y residuos de productos cosméticos o corporales”.
En cuanto a los problemas de salud que puede conllevar no lavar las sábanas con frecuencia, la microbióloga advierte: “La acumulación de ácaros del polvo y sus alérgenos en las sábanas aumenta el riesgo de reacciones alérgicas y crisis asmáticas, especialmente en personas sensibles o con antecedentes de asma”.
Algunas bacterias como Clostridium difficile “pueden sobrevivir incluso a algunos procesos de lavado y contribuir a infecciones cutáneas o gastrointestinales. Además, en ambientes donde se comparten camas o la higiene personal es deficiente, se favorece la aparición de infecciones de la piel como la tiña y otras afecciones dermatológicas”. A estos problemas Del Río Piñero añade, “el empeoramiento de rosácea blefaritis, de foliculitis, de pitiriasis capitis y de sarna, que ha aumentado su incidencia en la población”.
Como señala la dermatóloga, estos riesgos son mayores en “pacientes con dermatitis tipo psoriasis, dermatitis atópica, pacientes ancianos encamados, inmunodeprimidos, prolongados tratamientos con corticoides sistémicos, pacientes con enfermedades neurológicas con déficit en su termorregulación y secreción sebácea de piel, diabetes obesidad y en bebés”. De hecho, según señala, “hoy en día en nuestras consultas también se está observando una mayor incidencia de sarna entre pisos de estudiantes, población de acogida e inmigrantes”.
Por tanto, ambas expertas recuerdan que “la higiene frecuente de la ropa de cama es clave para prevenir estos riesgos”.
Cada cuánto hay que lavar y cambiar las sábanas
Dicho esto, ¿cada cuánto tiempo hay que lavar y cambiar las sábanas? Ambas expertas lo tienen claro: “Se recomienda lavar las sábanas una vez a la semana o, como máximo, cada 10 días para minimizar los riesgos mencionados anteriormente”. Hacerlo a diario, en opinión de la microbióloga, “no es necesario para la mayoría de las personas y podría tener efectos contraproducentes». De hecho, “la hipótesis de la higiene, propuesta por el epidemiólogo David Strachan en 1989, sugiere que una exposición limitada a microbios en la infancia puede estar relacionada con un aumento de enfermedades alérgicas y autoinmunes”. Además, añade, “un lavado excesivo puede deteriorar los tejidos y aumentar el consumo de agua y energía sin beneficio real”.
Cómo debe ser el lavado
Para lavar las sábanas y eliminar los ácaros, gérmenes y bacterias, informa Del Río Piñero, “se debe lavar la ropa de cama con agua caliente por encima de 60ºC”. Para ácaros de tipo sarna “existen productos con permetrina o acaricidas que se pueden emplear durante el lavado”.
Para eliminar ácaros y microorganismos, se recomienda lavar las sábanas “durante al menos 30 minutos”, añade la microbióloga. Esta temperatura “permite destruir alérgenos y patógenos como Clostridium difficile, que puede resistir lavados más suaves. Además, es recomendable usar detergente y, si es posible, añadir desinfectantes como hipoclorito aumenta la eficacia”.
Ventilar es clave
Por otra parte, también es fundamental la ventilación. “Ventilar diariamente las habitaciones durante al menos 10-20 minutos ayuda a reducir la humedad y la concentración de ácaros del polvo, que prosperan en ambientes cálidos y húmedos”, señala la microbióloga. “Una buena ventilación también disminuye la acumulación de CO₂ y mejora la calidad del aire”. Se recomienda “abrir ventanas por la mañana para renovar el aire y secar el exceso de humedad de la cama”.
Con información de CuídatePlus
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