La diabetes mellitus, lejos de ser una condena, es una condición crónica que puede ser manejada e incluso alcanzar la remisión con la combinación de un tratamiento médico oportuno, un cambio drástico en el estilo de vida y un apoyo psicosocial robusto
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La diabetes mellitus es un término que engloba distintas realidades fisiopatológicas. La doctora Indira Acosta, internista y diabetóloga, explica para El Impulso la distinción clave entre sus dos principales manifestaciones:
En la Diabetes tipo 1, la causa es una respuesta de autoinmunidad. «Hay anticuerpos que atacan las células pancreáticas y van a originar daño en tanto en la cantidad como en la función de las células beta pancreáticas que son las que producen la insulina», detalla la especialista. Si no hay una intervención a tiempo, un debut puede ser la cetoacidosis diabética, una complicación aguda.
La Diabetes tipo 2, aunque puede tener un componente autoinmune bajo, su mecanismo fisiopatológico más común es la resistencia a la insulina, que es producto de desórdenes en el estilo de vida. «Aquella persona que no hace actividad física, que come con alta carga glucémica, como por ejemplo, alimentos ultraprocesados, come muchos dulces, refrescos», explica la doctora, lo que a largo plazo debilita el cuerpo y ocasiona un déficit de insulina, aumentando los valores de glicemia.
No obstante, el diagnóstico, si bien es un «choque emocional» para el paciente, no es una condena. La Dra. Acosta asegura que la condición tiene tratamiento y medidas preventivas. Incluso, es posible la remisión de la diabetes, un estado donde una persona mantiene glicemias en meta sin necesidad de tratamiento farmacológico, solo con medidas no farmacológicas como dieta y actividad física. Para un paciente diagnosticado, la meta glicémica es mantener el ayuno entre 80 y 130 mg/dL, y dos horas postprandial hasta 180 mg/dL, ajustando las cifras según la edad.
La fórmula preventiva: Dieta, pasos y mitos derribados
El seguimiento de los pacientes diabéticos es un desafío constante. La prevención y el control se basan en pilares de vida muy concretos: actividad física, alimentación e hidratación.
La Dra. Acosta es enfática en la necesidad de mantenerse activo, sugiriendo caminar «5 km al día o por lo menos dar 10.000 pasos al día» para evitar el sedentarismo. En cuanto a la alimentación, la recomendación clave es la «regla del plato»:
- La mitad del plato: Frutas y vegetales.
- Una porción: Proteína.
- Una porción restante: Carbohidratos.
La especialista también desmiente mitos comunes: «Es totalmente falso» que los pacientes diabéticos no puedan comer frutas o carbohidratos. El secreto está en la porción y la distribución. Los carbohidratos son la fuente fundamental de energía para el cuerpo y glucosa para el cerebro, y no pueden eliminarse. Se deben consumir en cantidad reducida y de forma saludable, con frutas indicadas como merienda.
Finalmente, la médica hace un llamado crucial: «No automedicarse» y buscar siempre «respuesta médica, certera y científica», evitando fuentes de información no confiables que solo contribuyen a la confusión y al mal manejo de la enfermedad.
El factor tipo 3: La familia en la montaña rusa de la Diabetes
La diabetes, más que una condición metabólica, es una experiencia que transforma la vida emocional del paciente y su entorno. Jorge Neto, psicólogo y paciente de diabetes mellitus tipo 1, define la convivencia con la enfermedad como una «aventura» diaria donde «todos los días son una aventura», en la que el individuo debe aprender a convivir y proyectar «números de glicemia, números de unidades de insulina».
Neto subraya que es esencial ser realista y evitar la «máscara de que todo en la diabetes es bonito«, pues esto lleva al desgaste emocional y psicológico. Para él, la clave está en el punto medio, no ser ni extremista ni negacionista, una realidad que se hace más llevadera cuando se comparte con otros.
Aquí es donde entra el concepto del «diabético tipo 3»: el entorno familiar y social. «Todos los que son el entorno social del diabético son tipo tres, porque eventualmente aprenden al nivel de que se hacen parte del tratamiento», explica el psicólogo. La familia es tan importante como la insulina y la constancia en el tratamiento. Amigos y familiares aprenden a reconocer una hipoglicemia o hiperglicemia, y se convierten en un «factor determinante» para el buen pronóstico de la enfermedad.
La enfermedad, lejos de ser un factor de aislamiento, puede convertirse en una fuente de unión. «Una familia con un paciente diabético termina agarrando una unión inmensa», dice Neto, resaltando cómo todos se unen en pro de la calidad de vida del ser querido. El lema que él promueve, el de Guerreros Azules, es el más acertado para describir la experiencia: «Juntos es más fácil.» La diabetes es una montaña rusa, pero «cuando tú estás en compañía de alguien más es muchísimo más fácil de vivirlo».
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