Este 18 de noviembre se conmemoran 311 años del milagro de la Virgen de Chiquinquirá, una fecha gloriosa, mágica, llena de amor, pasión y fe de un pueblo que se entrega por completo a venerar a su santa patrona.
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La veneración se ha extendido a cada rincón del mundo donde se encuentran sus integrantes y se trata de una fecha que desde 1933 ha estado íntimamente relacionada con el béisbol, logrando una concreción mítica en la que ir en Maracaibo al tradicional Juego de La Chinita forma parte de una de las costumbres del zuliano y de sus devotos para celebrar el día del milagro, unido a la misa y procesión de la milagrosa reliquia.
En ese juego de 1933, el cubano Silvino Ruiz, quien movió a Luis Aparicio “El Grande” del jardín central al campo corto, le lanzó un Juego Perfecto al Pastora, vistiendo el uniforme del Concordia de Gonzalo Gómez, hermano del presidente dictador Juan Vicente Gómez.
Veinte años 18 después, en 1953, se concretó esa unión, al producirse la ceremonia donde Luis Aparicio Ortega “El Grande de Maracaibo” le entregó el testigo a Luis Ernesto Aparicio Montiel, iniciando así una gloriosa carrera que lo llevaría en 1984 al Salón de la Fama del béisbol de Grandes ligas en Cooperstown.
Esa ceremonia, dentro del marco del campeonato rotatorio, único torneo que logró fusionar las Liga Central (fundada en 1946 y que hoy conocemos como LVBP), con sus dos más emblemáticos equipos Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes, los rivales de la Liga Occidental zuliana, Gavilanes y Pastora, hizo crecer la leyenda del clásico en honor a la Virgen, que se jugó ininterrumpidamente desde esa fecha teniendo siempre a Aparicio como protagonista.
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Ese acto, programado para el día 17, se corrió al 18 porque una fuerte lluvia inusual para la fecha fue de tal magnitud que hizo posponer el juego.
Después de ese histórico día para el béisbol, en 1953, la Liga Occidental siempre programó partidos para esa fecha y, al desaparecer, el visionario Pedro Padrón Panza aprovechó la presencia de Aparicio en sus filas para trasladar juegos de los Tiburones de La Guaira al estadio Olímpico de Maracaibo, hoy Alejandro Borges.
En uno de esos cotejos, el presbítero José Manuel Ríos sugirió llamar Águilas al nuevo equipo que ingresaría a la LVBP a partir de 1969.
El equipo rapaz
Águilas del Zulia ganó sus primeros ocho encuentros en el clásico, lo que hizo crecer la leyenda de la fecha acerca de la ayuda de la Virgen para el equipo de su región, hasta que en una oportunidad se hizo el juego nocturno y llegaron las derrotas, incluyendo una paliza de parte de los Leones del Caracas, lo que generó el rumor popular de que había un castigo divino por haber cambiado la hora.
Al crearse el Premio Luis Aparicio en 2004 y fijar su entrega para cada 18 de noviembre el duelo siguió incrementando su fama y tribuna para políticos, artistas y figuras públicas que miden (o no se atreven a medir) su popularidad ante una masa de más de 20.000 personas, las que asistían año tras año.
FANATICOSFOTO LUIS BRAVO
Los asistentes al juego provenían muchos de las veladas o amaneceres gaiteros, para después de ver el encuentro beisbolero disfrutar del show de Guaco o Koquimba y seguir a la plaza de Toros para la corrida de feria, una tradición injustamente terminada por políticos que no se dedican a lo suyo, sino a entorpecer.
De la corrida iban a cerrar en los alrededores de San Juan de Dios, en la tradicional procesión de la santa imagen. En esos años, el inmortal de la pelota zuliana, bachiller Luis Verde, ex pelotero, umpire, comentarista e historiador, bautizó junto a Luis Aparicio Montiel, su hijo Edison y todos los amantes del beisbol su obra cumbre, “Historia del Beisbol en el Zulia, tres tomos donde reúne sus investigaciones y recuerdos desde 1912, cuando William H. Phelps introdujo el pasatiempo en territorio zuliano, hasta la temporada 1999-2000, con el quinto campeonato en la liga para Águilas.
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Un 18 también vio nacer, en 2017, el Museo del Beisbol Zuliano, de la mano del ingeniero Giamberto Urdaneta, espacio que, a pesar de no ser perfecto, logra rescatar la rica historia de la pelota en esta entidad, teniendo en los dos últimos años la exaltación de grandes figuras de este deporte.
Este amor, pasión y fe vinculados con el diamante solo tendrá una pausa en 2020, esperando la intercesión de la Virgen de Chiquinquirá para que la humanidad supere la pandemia de covid-19 y en el 2021 tengamos otro Clásico de La Chinita en el estadio «Luis Aparicio, el Grande».
Con información de elemergente.com.
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