Opinión

Cruz de Mayo

Elvia Hidelgadis León Machado es una mujer de 78 años, madre y abuela que decidió compartir sus recuerdos en pequeños microcuentos, los cuales, como dice, «son los recuerdos de una niña de 6 años que no desea llevarselos con ella» y por eso nosotros los compartiremos con ustedes.

Cruz de Mayo

Aunque viviamos en San Cristóbal, ni mi amá ni papá eran andinos, él era militar y lo habian destacado en el estado Táchira. Había estado destacado en San Antonio, Capacho, Colón -ahí nacimos Iván y yo- y al final San Cristóbal.

Cuando llegaba el 1ero de mayo, se sentaba afanosa con papel de seda a vestir a la cruz. Había estado todo el año en el patio mojandose y llevando sol, pero al llegar mayo, la adornaba, y todas las noches la alumbraba, y cantaba las canciones que seguramente oyó cantar a sus mayores.


Cuando nos vinimos a Maracay, esa costumbre nos la dejó a mis 2 hermanas menores y a mi.

Cruz de Mayo


El primero de mayo comenzaba: niñas, vistan a la Cruz. Nosotras no hacíamos caso.

Ella continuaba: «Hoy es el último día para vestir la cruz, niñas».
«Queda mañana amá, que es su día», les pondíamos.
«¡No, Hidelgadis!, ésta noche en el cielo es la fiesta de la Cruz, todas las cruces vestidas y adornadas bailan en el cielo ante el trono de DIOS, y las cruces que no fueron vestidas, no las dejan entrar al cielo y se quedan detrás de las puertas del cielo».


Cuando oí esto, salí corriendo a comprar papel de seda para vestirla. Tenía 9 años y me dio lástima que nuestra Cruz no pudiera bailar ante DIOS.

Conserve esa tradición por muchos años.

Al irme a vivir a un apto, mi Cruz se quedó en mi casa de soltera. No he vuelto a hacer una cruz, prefiero quedarme con el recuerdo de la Cruz de Mayo de mi amá.

Por Elvia León Machado / @Ehlm0205


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