Ahora mismo pienso en los hermanos Sandoval, dos venezolanos, ancianos, que murieron de hambre.
Así es la decidía, la miseria a la que están condenados aquellos que no tienen enchufe o algún familiar en el exterior que vele por ellos.
El comunismo ha instaurado una dolarizacion de los productos de primera necesidad, pero impone los salarios en bolívares, al igual que las pensiones.
Para los abuelos, que no saben vivir del rebusque, su condena a muerte lenta está decretada. 1 dólar de pensión mensual y una cajita cada tres meses, algunas veces con alimentos nos aptos, es la única fuente de subsistencia en las junglas de concreto infertil.
Mientras, el ácido corporal consume los músculos y los órganos vitales de nuestros abuelos desamparados, el establishments político y los grupos crimínales que ostentan el poder, se niegan a atender nuestras verdaderas prioridades.
Queda en aquellos, que aún les duela su nacionalidad, organizarnos, para cómo dijo Vasco DaCosta cuando salió de mazmorras donde era mantenido como rehen, EXTINGUIR EL COMUNISMO.
Julio César Rivas
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