Opinión

Sin justicia, no hay país

Un país sin justicia, no puede ser un país, mucho menos una democracia, Venezuela ya cuenta con récords nada envidiables en materia de violación de DDHH, corrupción, pérdida de las instituciones, cero independencia de los poderes públicos, o mejor dicho no existen poderes públicos, solo la usurpación del poder por parte del dictador.

Lee más: Los crímenes ni desaparecen, ni prescriben

También padecemos récord de hambre, desempleo, hiperinflación, pero el principio de todas estas desgracias radica en la ausencia de justicia y la corrupción galopante presente en cualquier frente de esta dictadura oprobiosa que pretende someternos a perderlo todo incluso, el país.

Esta semana volvimos a revivir con horror como la pérdida de la justicia, o peor aún la corrupción total que domina la misma, es capaz de la saña más vil y rastrera, hoy en Venezuela la “justicia” funciona como órgano para venganzas personales y perversiones que van desde la tortura más aberrante, el montaje de expedientes a la medida de la dictadura, la venganza pueril de cualquier funcionario que se sienta guapo y apoyado, hasta el absurdo de condenas que ni siquiera existen en legislación formal.

Es así, como se le ratifica a la Juez María Lourdes Afiuni una condena por “corrupción espiritual” ¿Qué disparate es ése? ¿Qué es la «corrupción espiritual»? Expliquen en que parte del código penal se encuentra el «delito» de «corrupción espiritual». Por lo visto la dictadura se ha inventado su propio código para perseguir y condenar a quien se le antoje.

El léxico dentro de las prisiones así también lo confirman con términos como el sarcófago, la crucifixión, el tigrito, la tumba, mecanismos que la dictadura ha implementado para la tortura ¿Hasta dónde la barbarie se ha apoderado de los órganos de justicia? Al extremo de que no se puede hablar de ordenamiento jurídico o marco legal alguno, sino de auténtica perversión en su aplicación, y es que hoy,pareciera haber más justicia en el infierno que en Venezuela.

Y esto me devuelve al principio un país sin justicia, no es un país, y es lo que en Venezuela padecemos hoy: una dictadura donde prevalece la corrupción que domina en todos los frentes y que no se circunscribe, ni se conforma con saquear los dineros públicos, sino que abarca también la corrupción moral, ética y material del país, llegando a límites insospechados en una sociedad que hace dos décadas con virtudes y defectos llego a ser considerada una democracia estable y ejemplo del continente.

Lee más: Del problema (rio) universitario

¿Cómo llegamos aquí? No es solamente insisto, el saqueo y robo del país y sus dineros públicos, es que no hay ley, sino la de la barbarie que impone a su paso el horror y la miseria generalizada y sistemática a una población indefensa que sencillamente ya no aguanta una pela más.

Los venezolanos no podemos seguir soportando este despropósito, aquí un puñado de corruptos enquistados en el poder que usurpan, y atornillados en unos poderes públicos que ya no pueden llamarse tales, porque son apéndices del dictador y su camarilla, solo buscan torcer la justicia a conveniencia llevándose por delante todo y a todos.

Hablar de corrupción espiritual, sino fuese una crueldad, fuese mínimo el peor de los chistes, porque si algo está claro en Venezuela es que la CORRUPCIÓN MATERIAL, se ha apoderado de todo, se lo ha robado todo, lo ha saqueado todo, y ahora para rematar la justicia también usurpadora y corrupta pretende imponer códigos y anticódigos que amenazan arrasar definitivamente con la decencia y la lucha de los que seguimos batallando para rescatar el país y reencauzarlo hacia la vía democrática que solo es posible si primero recuperamos la justicia hoy secuestrada y corrompida.

Es simple, un país sin justicia no es tal, y hoy Venezuela está secuestrada también por una corrupción judicial que lo abarca todo y que ya no se conforma con robar y saquear el erario público, ahora la dictadura se la juega toda, y su objetivo ya es desmantelar por completo lo poco que quede en pie.

El dilema es uno: ¿o lo entendemos y luchamos hoy?, o acabaremos por terminar de perder la república, es hora de alzar la voz y decir ¡NO MÁS!

Por Andrés Velásquez 


Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios