Opinión

El arte de hacer el ridículo

A nadie le gusta quedar mal y menos en público, sin embargo en Venezuela pareciera que el gobierno tiene un amplio dominio y pioneros indiscutibles en el mundo, en el arte de hacer el ridículo como estrategia de distracción mediática. Estamos perdiendo la capacidad de asombro y nada parece sorprendernos en esta realidad. Inclusive algunas personas aseguran que en el país existen muy pocos programas cómicos de televisión porque los políticos les quitaron el papel protagónico.

Por José Antonio Robles

La más recurrente de las estrategias de manipulación mediática es la distracción; Consistiendo, básicamente, en desviar la atención del público hacia temas irrelevantes o banales, de este modo, se mantiene ocupada la mente de las personas, de las que se valen los poderes políticos y económicos para controlar de forma masiva a los ciudadanos. Todo esto según el artículo “Las 10 estrategias de manipulación mediática”, en el año 2002, del escritor francés Sylvain Timsit, y aunque han pasado 19 años, su decálogo continúa siendo un argumento muy poderoso y vigente actualmente. Aclarando que lingüista y politólogo, Noam Chomsky, no es autor de este escrito, como han hecho creer erróneamente en muchos medios de comunicación digital.  Aunque es cierto que existen ciertos atisbos del pensamiento de Chomsky en sus enunciados, sobre todo en lo relativo al análisis crítico del rol de los medios de comunicación de masas en la sociedad.

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Normalmente hemos visto como se usa la ridiculización como un arma en la política. El ridículo es un arma poderosa y casi imposible contraatacar, y según para muchos politólogos y filósofos los dictadores, terroristas e ideólogos totalitarios, casi todos por definición, no pueden tolerar ser ridiculizados. Como tampoco cualquier persona con un ego exagerado o sensibilidad excesiva. Su talón de Aquiles es el ridículo.

La oposición venezolana ha utilizado muy bien el ridículo como arma para atacar y desprestigiar a gobernantes y miembros del régimen dictatorial, aprovechando cualquier oportunidad desde el primer momento que el Presidente Chávez asumiera el cargo en el año 1998. Pero cada día pareciera que se utilizara mucho mas esta estrategia, y es lógico, porque desde que asumió Nicolás Maduro el poder, da munchas chances a esto, prácticamente y sospechosamente diríamos que debido al desastre de gobierno, han tomado la estrategia de hacer el ridículo para distraer mediáticamente de todo hecho noticioso a la población sobre la gigantesca corrupción, aumento de la criminalidad, la violación flagrante de los Derechos Humanos, la crisis humanitaria compleja, desabastecimiento e inflación e ineficiencia en la prestación de todos los servicios públicos, entre otras.

Ante todo esto, nos preguntamos. ¿Ha dado resultado al gobierno la estrategia política de hacer el ridículo para distraer sobre hechos noticiosos adversos? En mi caso no estoy tan seguro, porque puede ser un arma de doble filo. Sin embargo otros dirán que en política y más en una dictadura el ridículo vale la pena si con ello se logra una cortina de humo. Ellos mismos están dispuestos al ridículo o que se hagan chistes y memes sobre ellos; lo que sea, menos permitir que se centre la atención en los problemas reales. El pueblo queda, pues, confundido, sin saber a dónde dirigir su atención y, por ende, su acción.

En conclusión creo que el ridículo cómo estrategia política merece un reconocimiento, incluso un aplauso y merecedor de estudio como fenómeno político, contradiciendo una popular frase que dice “En política se puede hacer todo, menos el ridículo”.


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