El expresidente francés Nicolas Sarkozy fue condenado este lunes a tres años de prisión por corrupción y tráfico de influencias, lo que le convierte en el primer expresidente francés en ser sentenciado a una pena de cárcel.
Sarkozy está acusado de haber maniobrado en 2014 para obtener informaciones confidenciales de parte de un alto magistrado en otra investigación abierta contra él a cambio de conseguirle un puesto en Mónaco.
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El caso fue descubierto por los investigadores en las escuchas telefónicas intervenidas entre el expresidente y su abogado, Thierry Herzog, en el marco de una tercera investigación judicial contra él.
Durante la vista, que tuvo lugar en noviembre y diciembre pasados, Sarkozy negó las acusaciones, mientras sus abogados trataron de invalidar las escuchas telefónicas, a su juicio, protegidas por el derecho a la confidencialidad entre un cliente y su abogado.
«Pacto de corrupción»
Para la Fiscalía no hay duda de que Sarkozy, su abogado y el alto magistrado Gilbert Azibert hicieron «un pacto de corrupción» en febrero de 2014 tendente a obtener beneficios en otra investigación, el llamado «caso Bettencourt».
En el mismo, del cual el expresidente ya fue absuelto, se incautaron sus agendas en el Elíseo y Sarkozy buscaba recuperarlas.
Para lo que acudió a Azibert, a quien, según la acusación, prometió ayudar a conseguir un puesto judicial en Mónaco.
Los investigadores mantenían pinchado su teléfono dentro de la causa por la presunta financiación irregular.
Para la campaña presidencial de Sarkozy en 2007 con dinero del régimen del entonces líder libio Muamar Gadafi.
Tanto Herzog como Azibert afrontan una pena similar a la del expresidente.
En el caso del primero la Fiscalía pidió también cinco años de inhabilitación para ejercer la abogacía.
«Nunca he cometido el menor acto de corrupción. Nunca he traficado una influencia, pretendida o real».
Así clamó el exjefe de Estado, el primero en Francia que se sentó en el banquillo de los acusados.
«Ensañamiento»
Sarkozy apuntó el «ensañamiento» de la Fiscalía contra él y justificó las conversaciones con su abogado en la confianza entre ambos, que trabajaban juntos desde hace años y que nada tenían que ver con la corrupción ni el tráfico de influencias.
«De las conversaciones se desprende que hay un acusado muy inquieto y un abogado afectuoso que quiere tranquilizarlo».
Explicó Sarkozy, quien reconoció que, sacados de contexto, esos intercambios podían dar impresiones erróneas.
La sentencia puede ser la losa definitiva para Sarkozy, retirado de la primera línea política desde 2016.
Cuando fracasó en el intento de volver a ser el candidato conservador a la presidencia del país.
Derrotado en las primarias por el que fuera su primer ministro François Fillon.
En caso de ser absuelto, su calvario judicial no habrá terminado. En marzo está previsto que vuelva a los tribunales en el caso que investiga las presuntas irregularidades en la financiación de su campaña de 2012.
Con información de: EFE
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