Para disfrutar del sexo al máximo hay que derribar los tapujos y las vergüenzas. Por ello, desde esta sección de Vozpópuli te invitamos a probar el BDSM, cuyas siglas responden al bondage (atar y dejarse atar), dominación, sadismo y masoquismo.
Aunque el BDSM es, a menudo, malinterpretado, las actividades que se engloban bajo su paraguas han formado parte de la experiencia humana a lo largo de los tiempos. Además, las investigaciones más recientes sobre este fenómeno han demostrado que afecta positivamente a la salud mental y física de quienes lo disfrutan. Incluso, puede profundizar en las relaciones, ya que se basa en la comunicación abierta y honesta entre los adultos que van a participar en esta erótica, estableciendo unos límites bien determinados que, en ningún caso, se pueden sobrepasar.
BDSM: todo lo que siempre quisiste saber sobre esta práctica sexual (y por qué debes probarla)
Para saber más sobre el BDSM, hemos charlado con la escritora y sexóloga Valérie Tasso, embajadora de LELO, reconocida marca sueca de bienestar sexual y juguetes eróticos de lujo con la que ha escrito Sexo kinky y BDSM para profanos, un libro que adopta una perspectiva realista, informativa y fácil para descubrir más sobre el estilo de vida BDSM, y que resultará interesante tanto a quienes nunca lo han probado como a quienes ya lo practiquen.
“Hace ya mucho tiempo que las personas han entendido que la sexualidad no es ‘una’, sino que es diversa, que no existen eróticas mejores o peores que otras y que cualquier prejuicio sobre estas eróticas es simplemente producto de la ignorancia y el desconocimiento”, explica Valérie Tasso. “Por ello, este librito titulado Sexo kinky y BDSM para profanos nace del afán de divulgación sexológica que LELO y yo tenemos sobre unas eróticas que se han puesto muy de moda en los últimos años”, añade.
¿Hay perfiles de personas que son más aficionadas al BDSM que otras? Por ejemplo, se dice mucho que quien manda en el trabajo luego le gusta que le dominen en la cama, etc.
El BDSM está rodeado de mitos, y una de esas falsas creencias es la que comentas. Habrá gente que disfrute mandando en el trabajo y también en la cama, personas que sean dominantes en sus puestos de trabajo y sumisas en las relaciones sexuales… O no… Es muy complicado poner etiquetas y establecer pautas o patrones determinados en el sexo. Además, no lo recomiendo y siempre he luchado contra los tópicos porque suelen ser producto de la ignorancia, y no solo en el tema de las sexualidades. En general, querer establecer “perfiles” responde a cierto miedo que tenemos, los seres humanos, cuando algo es desconocido para nosotros. Establecer perfiles (o poner etiquetas) es nuestra manera (entendible, por supuesto, y muy muy humana) de arrojar un poco de luz acerca de aquello que no entendemos. Y haciendo eso, se corre un gran riesgo; homogeneizar inevitablemente a las personas. Ahora bien, cada individuo vive sus relaciones íntimas de una forma diferente, que puede variar dependiendo de su estado de ánimo. Lo bueno e interesante de la sexualidad de las gente es que es muy “plástica” (en continuo cambio a lo largo de los años) en contraposición con lo “estático” que parece darnos cierta sensación de seguridad. Una sensación, y no hace falta repetirlo, más que errónea, por supuesto.
¿Por qué a uno le gusta el BDSM y a otro no? ¿Son gustos que no se explican o tienen algo que ver con el pasado de uno mismo o por cómo se enfrenta al mundo?
R. El BDSM hace referencia a un conjunto de prácticas, por lo que hay quien puede disfrutar de todas ellas, solo de una o de ninguna. Hay mucha gente que afirma que no le gusta el BDSM por prejuicios, pero luego le encanta que le aten las manos durante el sexo. Eso es “bondage”, en definitiva, incluso si no es consciente de ello y está incluido dentro del BDSM (con la letra B). El problema es que todavía hay mucho tabú alrededor de estas prácticas eróticas. La gente ha oído hablar de ellas, pero no entiende muy bien en qué consiste. Y suele pasar eso más que nada por desconocimiento. Ahora, puede ocurrir que haya gente que lo haya probado, no haya disfrutado con ello y, por tanto, no le guste. Los motivos pueden ser diversos. Desde que no haya habido complicidad con la otra persona hasta que no se hubiera establecido un acuerdo previo o que, simple y llanamente, no le guste. También puede suceder, como comentas, que el pasado afecte a nuestra manera de enfrentarnos al mundo y, por consiguiente, a nuestras relaciones. Pero, repito, las causas pueden ser múltiples. Mientras se disfrute con estas eróticas, sin hacer daño a nadie ni a uno mismo, creo que no hay que darle tantas vueltas o querer acudir a un especialista para llegar al trasfondo de las motivaciones que empujan a ciertas personas a practicar BDSM.
¿Cómo proponer a la pareja llevar a cabo estas prácticas?
R. Como en cualquier otra interacción personal y sexual, la comunicación es fundamental. Más si cabe, como es el caso que propones, cuando vamos a probar cosas nuevas. Debemos ser sinceros con nuestra pareja y explicarle lo que nos ronda por la cabeza, hablarle de ese deseo, de nuestras fantasías. En este sentido, aplicaremos, dentro de la regla de las tres C, la comunicación y la confianza. La siguiente será el consenso. Deberemos escuchar a nuestra pareja, saber qué opina al respecto. En caso de que esté de acuerdo, recomiendo hacer una lista de prácticas y/o juegos y, al lado, escribir ‘sí’, ‘no’ o ‘quizás’. De este modo, sabréis hasta dónde está dispuesto a llegar cada uno y llegaréis a un acuerdo al respecto antes de ponerlo en práctica. Si, por el contrario, nuestra pareja no desea probar el BDSM, se deberá respetar y entender su postura.
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¿Hay muchas infidelidades a causa de no pedirle a la pareja BDSM cuando realmente uno lo necesita?
En las relaciones de pareja es importante que pongamos en valor nuestros deseos, necesidades, sentimientos… pero también debemos respetar los de la otra persona. Si queremos practicar BDSM, el primer paso es hablarlo con la pareja. El segundo, escuchar su opinión al respecto. Como decía antes, la respuesta puede ser ‘no’. En este caso, deberemos respetarlo. Jamás debemos forzar a una persona a hacer algo, simplemente para satisfacer nuestros propios deseos. Llegados a este punto, cometer una infidelidad ante la negativa de nuestra pareja será solo un síntoma de que algo no anda bien en la relación, más allá de que uno de los dos no quiera practicar BDSM. Luego, existen parejas que quieren llegar a “pactos”. Un ejemplo: a uno de los dos miembros de la pareja le apetece probar y al otro no. Entonces, establecen una serie de pactos para que el miembro que quiera probar esta erótica lo haga dentro de los límites que el otro, al que no le interesa, haya negociado. No es fácil porque hay que tener mucha madurez emocional para ello, pero se puede dar el caso. En este ejemplo, si hay pactos bien establecidos y respetados, el concepto de “infidelidad” no existe.
¿Crees que hay desconocimiento en la sociedad aún con estas prácticas? Por ejemplo, que los aficionados a ella son considerados por muchas personas como «salidos» o «depravados».
Seguro que has escuchado hablar de la trilogía de 50 Sombras de Grey, de E.L. James. Esta saga literaria tiene fans y detractores a partes iguales, tanto dentro como fuera del BDSM. Eso sí, de lo que no hay duda es de que sirvió para mostrar alrededor del mundo que hay otras formas de vivir y entender nuestra sexualidad. A pesar de ello, y aunque cambió el chip respecto a estas prácticas, todavía sigue habiendo muchos prejuicios al respecto y que debemos desterrar.
¿Es cierto que las mujeres suelen ser más sumisas en la cama que los hombres porque les excita más, como se suele afirmar?
Creo que relacionar cualquier tipo de práctica sexual con un determinado género, más que con la realidad, está relacionado con los estereotipos sociales, los roles de género y una indeseable homogeneización de las personas para reafirmar los tópicos que suelen seguir circulando. Eso nos reconforta, y más en la actualidad, en un presente que nos quiere “sin etiquetas” pero que no para de crear unas nuevas. Es muy curioso y bastante contradictorio. En Sexo kinky y BDSM para profanos, el libro que he escrito en colaboración con LELO, explico que este es el tercer mito más difundido en relación con el BDSM. No siempre el hombre es el dominante y la mujer la sumisa. Los roles, en este caso, van acorde a las preferencias sexuales de cada uno. Da igual si eres hombre o mujer, lo importante es el placer que experimentes al adoptar cualquiera de estos dos roles.
Con información de: Voz Populí
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