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Con 101 años mujer enseña gramática y ortografía

Ana Emilia Mauriello Lucena cumple 101 años el 5 de enero de 2022. Dos días antes de su fecha natal, que no podrá celebrar debido a la cuarentena por la pandemia de COVID-19, contó a El Pitazo parte de sus anécdotas sentada en la sala de su hogar, ubicado cerca del Colegio La Salle, de Barquisimeto, estado Lara, donde afirmó que más de la mitad de los maestros de la ciudad fueron sus alumnos.

Aunque camina con la ayuda de una andadera, la fuerza de su voz y la lucidez de su mente se ponen de manifiesto cuando comienza a hablar de su vida como maestra, desde aquella primera clase que dio un 16 de septiembre de 1939, cuando tuvo que pedir prestada la mesa de los santos a su mamá para llevar a la escuelita, hasta su retiro, 37 años después.

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Durante su carrera cosechó innumerables reconocimientos, el más reciente, otorgado por su casa, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Upel): el Doctorado Honoris Causa Luis Beltrán Prieto Figueroa, por su labor como docente y subdirectora de esta casa de estudios. Antes, como alumna, se graduó con honores, siendo la primera de su clase.

Con 101 años, Ana Emilia enseña gramática y ortografía en Barquisimeto - El  Pitazo

“Inventé una campaña para la escritura correcta de “lechosa”, porque muchas personas la escriben con “z”. Chavela [su sobrina] me ayudó”, inicia Ana Emilia la conversación.

Los domingos, después de la misa matutina, iba a una frutería con Chavela. Allí estaba un letrero que decía “lechoza”. Como el vendedor era un señor, la profesora Mauriello no quiso hacer la corrección, sino que aupó a su sobrina a hacerlo.

“Ella le explica. El señor le discute y lo dejaron así. La semana siguiente, cuando llegamos, el señor le dice: tenía usted razón, lo busqué en el diccionario”, sonríe la educadora.

No tuvo la misma suerte en otra frutería. El dueño era un joven, a quien se le acercó la maestra para explicarle que el letrero tenía un error ortográfico.

“Me dice: no señora, le voy a comprobar que es con z. Me trae varios papeles de sus proveedores para mostrarme que era ‘lechoza’ y le respondí: ahí también está mal. Porque muchas personas creen que todo lo que está escrito en imprenta es la Palabra de Dios”, relata Ana Emilia.

Cuando volvieron la semana siguiente, el joven había quitado el letrero, pero, como dijo la profesora Mauriello, no se atrevió a poner uno nuevo que dijera “lechosa”. De la misma manera, como hace con su campaña por la escritura correcta de la fruta, también enseña gramática y ortografía a sus sobrinos y sobrinos nietos, a sus 101 años.

Con 101 años, Ana Emilia enseña gramática y ortografía en Barquisimeto - El  Pitazo

Me preguntan: ¿Tal cosa es con G? y les explico”, acota Ana Emilia.

Recuerda que tuvo un enamorado que le decía: no te escribo, porque eres capaz de devolverme la carta con las faltas de ortografía.

“Y sí, no se peló. Le dije que mejor no me mandara ninguna carta, porque se la iba a devolver con la corrección y la explicación”, cuenta mientras sonríe.

Aclara que los lingüistas modernos afirman que nada es correcto o incorrecto.

“Pero una cosa es la lengua en su conjunto y otra la ortografía, que tiene normas, las cuales sirven para dar el significado a una palabra. No es lo mismo ‘mesa’, un mueble; a ‘Meza’, un apellido”, dijo la profesora que ha vivido en Barquisimeto desde que nació, en 1921.

¿Cuál es su secreto para estar lúcida?

“Todo es obra de Dios. Él es quien dispone de todas las cosas. Lo que les puedo decir es que mi hermana y yo siempre fuimos buenas lectoras. Nos daban una locha e íbamos a la quincalla para comprar los cuentos que llegaban cada 15 días. Ahora todo el mundo está con el celular, a la gente no le gusta leer. Yo no pierdo el amor ni el gusto por los libros… ver la portada, la página de atrás… y saber de todo en un libro”.

Lamenta que, en la actualidad, casi no puede ver ni oír, pero sus sobrinos le leen los libros que ella les pide.

“Me estoy aprendiendo de memoria algunos. Ellos me leen una parte, me la aprendo y luego siguen con lo siguiente”, narra Ana Emilia, quien no se casó ni tuvo hijos, porque decidió quedarse al cuidado de sus padres hasta que murieron. Ella es la mayor de cuatro hijos. Le sigue Ángela Rosa, que vive con ella, y sus hermanos fallecidos Leopoldo y Fernando.

Ana Emilia Mauriello Lucena Archives - El Pitazo

¿Qué puede comprar con su jubilación?

“Yo me jubilé como profesora titular, el máximo escalafón, con 37 años de servicio al Ministerio de Educación. Antes mi salario alcanzaba para mucho. Esta casa la construimos poco a poco con mi sueldo de maestra, pero ahora, con lo que nos depositan no se puede comprar ni una arepa. Los salarios de todos los profesionales están en el mínimo, porque el Presidente de la República así lo decidió, pero no creo que él también gane eso”.

¿Cuándo dio su primera clase?

Mi primera clase fue el 16 de septiembre de 1939, en la Escuela Federal Unitaria 387. Recuerdo que tuve que buscar la dirección porque ni siquiera me la dijeron. Llegamos hasta la casa de la maestra anterior y ahí, en una habitación, me señalaron el piso. Estaba tirado un pizarrón, un cuadro con la imagen de Simón Bolívar montado a caballo y un pedazo de tabla donde estaba escrito el pomposo nombre de la escuela. Tuve que buscar un lugar para montarla, mi mamá me prestó su mesa y busqué a los alumnos en el barrio, de casa en casa”.

Como narra la historia de Roma, entre Patricios y Plebeyos, cuando Agripina, quien pertenecía a “las patricias”, fue a una reunión sin usar ningún tipo de joya y tomó a sus dos hijos de la mano para decir: “He aquí mis joyas”.

Así finalizó la entrevista con Ana Emilia: “Yo aquí, de pretenciosa, estiro mis manos, atrapo a mis sobrinos y al sinnúmero de exalumnos que tengo vivos [la mayoría educadores] para decir: ‘He aquí mis joyas’. Qué más puedo dejarle a la sociedad venezolana, sino maestros y profesores preparados para que sigan enseñando a niños y jóvenes”.

Con información de: El Pitazo


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