Opinión

El silencio de Fedecámaras

Fedecámaras tiene muy claro que la situación política en el país cambió y no es estratégico tener la misma beligerancia de años anteriores; ahora, hay que hablar y entenderse con quienes tienen el poder, pero ¿eso significa abandonar funciones esenciales de la institución como pedir reformas económicas y hacer las críticas al Gobierno cuando sea necesario?

Por Alejandro Hernández

Este, es el más político de los gremios empresariales, por eso siempre han ejercido la vocería de los empresarios. Entre sus estatutos fundacionales está abogar por la defensa de la democracia y la institucionalidad. Sin embargo, Fedecámaras se ha desvirtuado en los últimos años, durante las gestiones de sus dos últimos presidentes: Ricardo Cusanno y Carlos Fernández.

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En estos dos períodos, decidieron entrar en un hipotético diálogo económico con el régimen, que no se ha traducido en beneficios para la economía del país, pero sí ha callado la voz crítica de la cúpula empresarial y la ha transformado en un coro que repite y justifica la narrativa gubernamental.

El nombre y la actuación pública del empresario Ricardo Cusanno grafica muy bien lo que ha sido el giro de Fedecámaras, porque en 2019, cuando él era vicepresidente, este gremio recibió a Juan Guaidó, recién nombrado presidente interino, y hasta la discusión de un plan de trabajo acordaron. Tiempo después, empezó la transformación, con el mismo Cusanno a la cabeza, hasta llegar a donde estamos hoy: en el silencio.

¿Un “estratégico” cambio de mentalidad?

Es por todos conocido que los empresarios en Venezuela están imposibilitados, porque su capacidad de supervivencia fue erosionada en estos años de revolución; al punto que hoy la idea de un cambio político completo no está en la mente de ellos. La disposición de lucha se acabó, el régimen la aplastó; y quedó solo la idea de la supervivencia a costa de pocas cosas.

Los empresarios más destacados no se quieren meter en los gremios, para no ser visibles y blanco de ataques, por eso los directivos gremiales son, en su mayoría, pequeños empresarios o comerciantes medianos. Esto influye en el carácter público que están demostrando todas estas organizaciones.

Un buen ejemplo de esto ocurrió recientemente, cuando en la Asamblea Anual de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), la vicepresidenta Delcy Rodríguez, que asistió como invitada, en su discurso amenazó al auditorio, exigiéndole, o advirtiéndole, que no se metieran en política. Esto ocurrió sin que el presidente de la institución Luigi Pisella dijera una palabra en respuesta a semejante “solicitud”.

¿Diálogo económico?

Bajo un supuesto diálogo económico con el régimen, Fedecámaras solo ha podido negociar cosas muy pequeñas, como algún arancel, permiso de importación o de funcionamiento, que no han representado ninguna diferencia relevante para la crisis económica que padece el país, ni tampoco mayor bienestar para las cámaras empresariales en general. Esto demuestra que es mentira la argumentación de que el Gobierno toma en cuenta a estos empresarios a la hora de ejecutar decisiones importantes. Más bien, todo lo contrario; esta táctica le ha servido al madurismo para tener controlados y domesticados a los gremios.

La mejor demostración de esto es la constante repetición, por parte de la cúpula empresarial, de la narrativa económica del Gobierno en temas tan sensibles como las sanciones, por ejemplo. Los voceros de la institución han sido categóricos en pedir la eliminación de estas medidas, pero muy timoratos para explicar por qué ocurrieron y cuál es el impacto real que han tenido en la desastrosa crisis económica y social que sufre el país hace más de seis años.

Otra evidencia de lo desvirtuada que está Fedecámaras fue la campaña para la presidencia del período 2023-2025, en la que tres meses antes de la elección, y cuando ya era claro que Adán Celis Michelena sería el nuevo presidente, saltó al ruedo el empresario Pedro Rivas, expresidente de Fedeagro y con muy buenas relaciones con el alto gobierno. ¿Su propuesta? Mantener y mejorar los puentes con Miraflores.

En esos últimos meses, además de guerra sucia y noticias falsas, distintos ministerios llamaron a los gremios y empresarios para que votaran por Rivas. Es decir, el día a día de la campaña transcurría en demostrar quién tenía mayor cercanía con el Gobierno, o incluso, mejor foto con Delcy Rodríguez. Al final, Adán Celis duplicó en votos al inesperado Rivas, quien, a pesar de perder por buen margen, sacó más votos de lo esperado.

El enigma de Adán Celis

Adán Celis Michelena es un conocido gremialista, viene de ser presidente de Conindustria y vicepresidente de Fedecámaras. No forma parte del grupo de empresarios pequeños a los que hicimos referencia al inicio. En coyunturas económicas importantes ha mantenido posturas críticas al Gobierno, sin embargo, ya se estrenó en el cargo recibiendo una felicitación de Nicolás Maduro por pronunciarse en contra de las sanciones.

En su periodo al frente de Fedecámaras le tocará operar en momentos muy importantes para el país, como son las elecciones presidenciales de 2024, y todos los momentos y eventos que involucra ese delicado proceso. ¿Tendrá esta institución una voz para defender la democracia y la institucionalidad, tal como reza en sus estatutos? Ya lo veremos, pero es de suma importancia que así sea, lo contrario sería poner a Fedecámaras en bandeja de plata para que el régimen termine de asfixiarla.

Por Alejandro Hernández


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