En Venezuela la economía sigue siendo un desastre, la segunda mayor inflación del mundo, un tipo de cambio que se ha dejado deslizar hasta los 40 bolívares por dólar y el agotamiento del modelo de asignaciones cambiarias, la pobreza es esa imposibilidad de tener una vida digna, decente, que se resuma a lo más simple, poder comer en Venezuela se requieren 155 salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria, esa simple analogía da cuenta del grado de dificultad de la economía nacional.
A la fecha de publicación de esta columna, la brecha cambiaria entre los esquemas paralelo y oficial, se sitúa en 7,31% y el cambio paralelo se ubica en 38,66 Bs/:s$, esta realidad cambiaria, hace referencia a la volatilidad del mercado de divisas y presiona al alza al tipo de cambio, generando emisión terciaria y fomentando la destrucción de la ya menguada capacidad de compra del ingreso.
Por Carlos Ñáñez
Es un tema que es tabú en este país y que se relaciona con la destrucción del salario a través de bonificaciones que no forman parte del salario, los bonos de la guerra otorgados a través de la plataforma patria y el bono de alimentación los cuales no tienen cualidad salarial, no forman parte de cálculos de vacaciones, utilidades o antigüedad, sencillamente son dadivas, en referencia al bono de la guerra, su distribución es absolutamente discrecional, no tienen fecha fija de percepción y no hay homogeneidad en su entrega, es tal la pretensión por renombrar las cosas que ahora califican al salario como ingreso mínimo mensual, así los trabajadores activos percibimos un ingreso mínimo de 100 dólares, los jubilados de 70 dólares y los pensionados de 25 dólares.
En la distribución anterior de los ingresos mínimos, no se aclara que se perciben aún 130 bolívares mensuales, es decir menos de 3,9 dólares al mes, no se aclara la composición de los 70 dólares para pensionados y menos para jubilados, solamente se desagregan los bonos en: Bono de la guerra 60 dólares y bono de alimentación 40 dólares, para un total de 100 dólares al mes, punto, la camarilla dominante maneja la información a su antojo, depreda, rapiña, corrompe todo y aun culpa a la corrupción como causa de la imposibilidad de otorgar un aumento de salarios.
El enemigo externo siguen siendo las sanciones y existen millones de atajos, para aprovecharse de este plan sistemático para aniquilarnos, nos han robado todo, en todas las instituciones han logrado infiltrarse, no están a salvo ni tan siquiera los espacios de la academia, en fin es una estructura económica para establecer la desigualdad, la pobreza y la injusticia, fracturando el contrato social y logrando entronizarse en el poder, somos victimas de este horror, vasallos de la gansterilidad y en suma sujetos de toda humillación.
En Venezuela, nada se conserva en pie, todo esta trastocado y patas arriba, los vicios son virtudes y la pobreza es ese actor omnisciente en nuestro drama nacional, cada entrega de esta columna, demuestra la gravedad de la situación económica, la ausencia de política fiscal y monetaria y la herrumbre del vicio del atajo acomodaticio, del negocio ilícito y la impunidad, no existe bienestar en el mal, no hay progreso en la perversión y la mentira y menos en las exclusiones horridas de las grandes mayorías a los fines de mantenerse en el poder.
Finalmente, la situación, se agrava en medio de la más absoluta impunidad, la mayor de las perversiones y una situación económica que no mejora y no se revertirá a menos de que logremos cambiar el rumbo político del país, estamos secuestrados y los plagiarios no hacen pactos, ni acuerdos, ni firman convenios que no les beneficien.
Por Carlos Ñáñez
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