Opinión

Desastroso desequilibrio político

El desbocado cambio político que ha estado ocurriendo en Venezuela, por su misma anomia inspirada en la desesperación de gobernantes enfermos de poder, podría insinuar una interpretación profundamente alejada de las razones que la realidad proyecta.

Por Antonio José Monagas

La imagen que las convulsiones político-gubernamentales dejan ver nacional e internacionalmente, colisiona con la lectura del marketing político diseñado puertas adentro del régimen. Particularmente, por confundidos bufones de oficio, toda vez que en su afán de inventar cuanta película fantaseen, fusionan alucinaciones con ofuscaciones y necedades con necesidades.

Leer más Reporte de daños

La situación en cuestión, escapa a los criterios de la teoría política. De la teoría política necesaria para moderar crisis inducidas a consecuencia de complejas redes de relaciones propias en cuadros de gobierno, sustentados por la pretensión de mantenerse arraigados en el poder. Mucho peor, sin la menor compostura que exige la ética política y la moral ciudadana.

Algo de historia política nacional

Es así como Venezuela advirtió cuánto oscurecía su horizonte político, todo lo cual sucedía por culpa de la desvergüenza (en estado de metástasis) de gobierneros impúdicos. Tan degradada conducta cívico-política, generó una sombra que ensombreció al país completo.

La misma, fue producto de la insidiosa confusión de dictámenes oficialistas que enrarecieron la gestión gubernamental, contada desde el mismo 5 de enero de 1999. Momento aquel en el cual, el mal llamado “socialismo del siglo XXI”, comenzó a hacerse notar con disfrazadas excusas. Desde entonces, dichas excusas pusieron en ascuas el devenir del país para lo cual se sirvieron de ofertados lineamientos de desarrollo expuestos como presuntos objetivos de gobierno. 

Fue así como la nefasta crisis política que emergió con el advenimiento del presente siglo, fue estructurándose, al límite, que se somatizó en una porosa membrana que sirvió de tapadera para establecer las retorcidas decisiones del régimen. Entre las primeras imposiciones dirigidas a demoler el sistema político democrático que flexiblemente venía instalándose, fue dar por hecho la conjugación o unificación de los poderes públicos.

Algunos detalles iniciales

Así comenzó el deterioro del Estado de Derecho pautado como principio fundamental de la condición democrática que determinaba la Constitución sancionada en diciembre de 1999. La misma, como supuesta fundamentación del sistema político que regiría el destino de Venezuela. Sin embargo, no fue así, ocurrió todo lo contrario.

Justo en el contexto político que tan desastrosa gestión de gobierno ha incitado a punta de la atrevida represión ejecutada, de la cruda improvisación cometida y del mal gobierno realizado, fueron transitando las tres décadas de inicio del siglo XXI. Tanto así que el caos que se instauró y siguió caracterizando el discurrir político, económico y social de Venezuela. 

Fue así como se llegó al episodio vivido en el ínterin de la cuarta elección presidencial, cuya organización se decidió a instancia de los intereses egoístas y deshonestos del régimen. Fundamentalmente, toda vez que el correspondiente proceso político-electoral, fue prescrito por las oficinas políticas, logísticas y financieras de la cúpula gubernamental.

Principalmente, las relacionadas con la materia electoral (Consejo Nacional Electoral), la materia judicial (Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia) y con el ámbito legislativo (Asamblea Nacional ilegítima). Aunque detrás de todo ello, se encuentran las representaciones de cuantas facciones políticas y militares internacionales, en perversa complicidad con el régimen político venezolano. 

Arreglo del desbarajuste practicado

Así es como el régimen concibe sus violatorias decisiones. Ajustando los detalles que causan los problemas. Todos convenientes a sus intereses, sacrificando lo que supone que pueda favorecer sus pretensiones. Pero para lograr el caos diseñado, interpreta la lectura normativa que formaliza cada detalle, contra el propio texto constitucional. 

En consecuencia, el régimen busca instituir una “guerra de culpas” para lo cual prepara de antemano su mejor argumento. Ello, a sabiendas que el costo político luego de la misma, superará cualquier estimación posible.

Aún así, repite la patética operación bélica de la indecente “guerra de culpas”. Siempre reproduciendo, aunque infructuosamente, las maléficas mañas que acostumbra realizar. Según la misma rítmica que define el manido cuento del “gallo pelón”. O sea, del “relajo al desastre” y del “desastre al relajo”. Así, hasta el hastío o hasta agotar, la última cuota de fuerza posible.

La realidad obstinadamente calculada

Ejemplo de tan descarriada situación, se registró el domingo 25 de marzo. Tan siniestro día, el régimen lo fijó como para culminar el proceso de inscripción de quienes aspiran a convertirse en candidatos a ocupar la Presidencia de Venezuela en la elección “pautada” para el 28 de julio de 2024. Ese día el desorden llegó a su clímax o paroxismo. 

Es posible que la historia política contemporánea, no haya registrado un evento tan bochornoso como el arriba referido. Y que, dado el desbarajuste visto, bien pareció el propio espectáculo chapucero. 

El “poder” electoral (CNE) o entidad pública cuestionada por la descarada parcialidad mostrada cada vez que el régimen permite un proceso político-electoral, dejó ver el impudor del cual se vale el oprobio del régimen político para imponer las restricciones que sus abusos consienten.  

Ese día, el régimen volvió a ataviarse de cuanto manido y habitual proceder se vale para disfrazar su conducta fascista, represiva y mezquina. Cualquier pronunciamiento sobre “inclusión”, “democracia” y “ecuanimidad”, le queda supremamente grande. 

Contradicciones a borbotones

No hay duda que el mandato que ordena el artículo 141 constitucional al referir que la Administración Pública está al servicio de la ciudadanía “(…) se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficiencia, eficacia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública (…)”. Eso es bien se semeja al resumen de alguna fábula propia del populismo demagógico del socialismo del siglo XXI.

Ese día, de realidad reciente, el régimen se desnudó y dejó ver cuán horrible es debajo de tan ridículo ropaje de combinación rojo-verde. Su miedo a verse defenestrado y que lo arrastra a la absoluta desesperación que no puede disimular, puso al descubierto la debilidad que viene padeciendo. El carácter manipulador que envuelve cada decisión, revela la tendencia maligna de sus asesores iraníes, cubanos, turcos, rusos, chinos, nicaragüenses, bolivianos, entre otros provenientes de otras tiranías.

Loas ganadas a pulso

Aunque esta disertación no ha presumido ser un análisis político cuya exactitud se atreva a lidiar con la incertidumbre, la misma no puede prescindir del hecho de exaltar la valentía de la Dra. Corina Yoris, quien supo dejar en alto su condición de estudiosa y profesora universitaria. Y por supuesto, de mujer venezolana inteligente y preparada para sortear contingencias de todo tamaño, colorinche, volumen y forma.

Finalmente, vale agregar que la brevedad periodística no es óbice para evadir toda alusión a la verdad, la cual como valor moral y político se ve muchas veces tambaleada por injusticias de individuos envidiosos, intolerantes e indecentes quienes, valiéndose del poder, buscan sembrar cuanta cizaña es posible.

Por supuesto, en beneficio de sus reacomodos personales, pero siempre en perjuicio de constructos edificantes y positivos. Por eso, esta disertación ha intentado resumir el caos que ha provocado que Venezuela se encuentre compungida y lamentablemente sumida en un desastroso desequilibrio político.

Por Antonio José Monagas


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