San Esteban es una pequeña población al sur de Puerto Cabello, donde hace unos años, todos sus habitantes, o la mayoría, eran o parecían familia: los Brandt, los Römer, los Baash, los Muñoz-Tébar, los Álvarez, los Cubillán, los Lebrún, para nombrar a algunos. Y es que más que una pequeña población era un caserío, porque, aunque a mediados del siglo XVIII, había prosperado mucho, por tratarse de un valle situado de manera privilegiada, al pie de una montaña y al borde de un río, el veloz crecimiento de Puerto Cabello, hizo que muchos habitantes de San Esteban emigraran hacia el Puerto, restándole su condición de pueblo.
Por Anamaría Correa
Y San Esteban tenía una iglesia, una Iglesia hecha con adobe, sudor y cariño entre dos de las haciendas más importantes, la del Capitán Granizo y la del Capitán López de Prado, pero hasta la iglesia se mudó al Puerto. De hecho, se recordaba en San Esteban, que más o menos por mil setecientos setenta, el Obispo Martí la visitó y, al ver su estado tan deplorable, ordenó que los vasos sagrados, útiles litúrgicos e imágenes, se trasladaran a la Iglesia de Puerto Cabello.
Pero como bien menciona la arquitecto, Dra. Andreína Guardia de Baasch, en su artículo “Villa Friedenau. Centro de investigación de flora y fauna tropical”: El valle de San Esteban es una región donde se han establecido diferentes culturas a lo largo de la historia de Venezuela. En la actualidad se encuentra evidencia de cada una de ellas: de las tribus indígenas, los colonizadores españoles, el pueblo criollo y los inmigrantes alemanes.
Cuando en el siglo XIX, llegan los europeos, alemanes en su mayoría, se establecieron bordeando el camino que lleva al pueblo de San Esteban. Ellos llamaban a eso “Villorrio”, porque no era una Villa con gente de alta sociedad, eran villas más humildes. Todo lo que consumían, lo traían de las islas del Caribe. Construyeron casas con romanillas, mucha madera y sin patios centrales. Eran sus patios algo más pequeños y abiertos, algunas daban al río y otras a sus patios.
En abril de 1849, llegó proveniente de Curazao, el primero de los Römer, Miguel Alejandro. Él mismo relató en su obra “Recuerdo de mi juventud para mis hijos”, que la primera vez que una música le llamó la atención, fue un aguinaldo venezolano que quedó para siempre en su alma. Solo tenía tres años de edad. Pensó que cantaban unos ángeles del cielo y quienes lo hacían eran la lavandera de su abuela, que era venezolana, y unos paisanos suyos. Siendo muy joven, quedó huérfano, se vino a Venezuela y se enamoró de San Esteban.
Hace varios años nuestro querido padre José María Rivolta, fundador de Hogares CREA de Venezuela, nos invitó a “Las Brujas y Zuzón”, a cantar en una misa que oficiaría en el oratorio de su nueva comunidad terapéutica en San Esteban. Todo era precioso, primero la carretera bordeada de frondosos y tupidos árboles, nos llevaron a otra época de inmediato y comenzaron a verse unas casas muy grades y hermosas, muy antiguas. Entonces pasamos por una bella casona que se veía vacía y, una de las personas que venía con nosotros comentó que ahí se había filmado “Oriana”, la película de Fina Torres, basada en el cuento “Oriane, tia Oriane» de la escritora colombiana Marvel Moreno. También nos mostraron la casa del prócer Bartolomé Salom.
Hoy vuelvo a viajar en el tiempo y me traslado a aquel San Esteban. Ahí está el Camino de los Españoles, que fue hecho durante la colonia, para lograr de manera segura, el transporte del cacao y del café, principales productos de exportación en esa época, de Valencia a Puerto Cabello. Hoy en día, el Camino de los Españoles atraviesa el Parque Nacional San Esteban. Y se encuentra El Puente de Paso Hondo, conocido también como Puente de los Españoles, caracterizado por su arco gótico u ojival.
La primera vez que escuché hablar de San Esteban, fue en 1963. Yo tenía ocho años y mi hermanito Miguel Ángel, era un bebé de dos añitos. Habíamos ido con unos amigos de mis padres, Aída Angulo y Harold Brandt, a su finca en Cumboto y, Harlod, el papá de la familia, explicó que los Brandt habían llegado a San Esteban y luego se fueron a Cumboto. Como dato curioso, la menor de la familia, María Xavier, “Maye”, Miss Venezuela 1980, era quince días menor que mi hermanito, por lo cual compartieron cuna. O sea que San Esteban tiene una Miss Venezuela, aunque no haya nacido ahí.
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De San Esteban era Don Oscar Römer, un ejemplar ejecutivo, fundador de Protinal, a quien le debemos muchísimas cosas. Por ejemplo, en 1970, defendió su sueño de trabajar en la avicultura, luchando contra ideas fijas como animal de pico a nadie hace rico. Primero construyó unos gallineros en el patio de su casa, donde tenía terreno suficiente, en la urbanización Las Clavellinas, en Valencia. Luego importó pollitos que vendían para engorde y su alimento. También instaló una incubadora e importó huevos fértiles. Porque Don Oscar deseaba que esos huevos se pudieran producir en Valencia y lo logró. Después de conseguirlo con éxito en su casa, Protinal montó la Granja “Las Clavellinas” en Miranda y, en Venezuela, se comenzó a consumir el producto de sus sueños, a precios más cómodos, porque se conseguían en los abastos y supermercados. Esto por mencionar uno de muchos de sus éxitos.
Otros destacados personajes originarios de San Esteban son Miguel Ángel y Carlos Capriles Ayala, fundadores de la Cadena Capriles. Este conglomerado de medios de comunicación, que en su momento incluyó periódicos y revistas de prestigio, como Últimas Noticias, El Mundo, Vespertino Maracaibo, La Esfera, Élite, Venezuela Gráfica Momento y Páginas, entre otros, fueron de mucha importancia para el país. Hoy trabaja además con portales informativos, tiene una fundación y se conoce como Grupo Últimas Noticias.
Son muchas las personalidades exitosas y trabajadoras que han contribuido significativamente con el desarrollo de Venezuela. Entre ellas se encuentran Francisco Buchart Dunzelmann, Cora Páez Capriles de Toppel, Oscar Baasch Römer, Thomas Baasch Wantzelius, el compositor Augusto Brandt, el ex gobernador de Carabobo y candidato presidencial Henrique Salas Römer, así como su eminencia Cardenal José Alí Lebrún. Además, no puedo dejar de mencionar la maravilla que es el Parque Nacional San Esteban.
Sin duda, el legado de San Esteban es grande.
Por Anamaría Correa
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