Opinión

Los niños héroes de México, semillero de esperanzas

El 11 de mayo de 1846, el presidente de los EE.UU. James Polk, le declaró la guerra a México, con la finalidad de anexarse territorio; país que no disponía de la capacidad militar, ni logística, para afrontar las ambiciones terrófagas.

Por Veracruz y otros sitios ingresaron doce mil soldados, dando inicio a las hostilidades. El día 12 las fuerzas invasoras desde Tacubaya, bombardearon a la fortaleza de Chapultepec, (Chapultepec significa en lengua Náhuatl: cerro del Chapulín o del saltamontes), tenazmente defendida por soldados del batallón San Blas y Caballeros Cadetes del Colegio Militar, en la vieja fortaleza construida en 1784, hoy Museo Nacional de Historia, ubicada en una colina, desde donde se observa la ciudad de México. Los pocos defensores estaban bajo el mando de Nicolás Bravo, veterano general, héroe de la independencia. Los defensores disponian de apenas cuatro piezas de artillería.

Por Eumenes Fuguet

A las ocho de la mañana del día 13 se arreció el combate para asaltar el castillo, último reducto defensivo de la capital.  La operación militar la ejecutaron ocho mil soldados norteamericanos, al mando del general Winfield Scott, con los generales William Worth comandante de la 3ra división, general John Quitman con la 4ta división y el general Gideón Johnson Pillow.

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El batallón San Blas se opuso con apenas seiscientos soldados, a las órdenes del denodado teniente coronel Felipe Santiago Xicoténcalt.  Algunos caballeros cadetes con edades entre 14 y 20 años. A pesar de no contar con suficiente munición, permanecieron estoicamente en sus puestos de combate; hicieron caso omiso de replegarse hacia el bosque cercano.

La resistencia final se ejecutó mediante el combate cuerpo a cuerpo; seis caballeros cadetes murieron defendiendo la Patria y el Honor; uno de los últimos en inmolarse fue Juan Escutia, quien arropado con la Bandera Nacional saltó al vació desde una torre. Los jefes defensores y treinta y siete cadetes quedaron prisioneros.

El 2 de febrero de 1848, se firmó en la Sacristía de la Basílica de la Guadalupe en la Ciudad de México el Convenio de Cese de la Guerra. EE.UU. extendió sus límites hasta el río Bravo; México perdió dos millones de kilómetros cuadrados de territorio que abarcan: Utah, California, Nuevo México, Arizona, Nevada y Colorado.

En la parte baja del bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México, se encuentra un monumento dedicado a «Los Seis Niños Héroes»: Juan de la Barrera, (20), Juan Escutia, (20), Agustín Melgar, (20), Fernando Montes de Oca, (18), Francisco Márquez (13) y Vicente Suárez, (17). Histórico sitio, donde cada 13 de septiembre, evocando a los jóvenes defensores, se realiza una Parada Militar con asistencia del Presidente de la República, quien al nombrar a los seis cadetes; los asistentes contestan en voz alta «Presente». Se aprovecha la ocasión, para entregarles el espadín, (daga), a los nuevos cadetes del Colegio Militar del Ejército Nacional.

El Himno Nacional de México, oficializado el 16 de septiembre de 1854, los recuerda en su décima estrofa:

«Para ti las guirnaldas de oliva, un recuerdo para ellos de gloria, Un laurel para ti de victoria, y un sepulcro para ellos de honor» .

Cerca del monumento de «Los Niños Héroes» en Chaultepec falleció trágicamente el 21 de mayo de 1955, «el poeta del pueblo», Andrés Eloy Blanco.

Innumerables episodios tuvieron como protagonistas a nuestros imberbes soldados, verbigracia el «Siempre Leal, » el general Rafael Urdaneta, al denominar el «Escuadrón de los Escolares» antes del combate en Vigirima el 23 de noviembre de 1813, también lucharon en La Victoria el 12 de febrero de 1814 y en la Laguna de los Mártires en Juan Griego el 8 de agosto de 1817, por citar algunos casos de presencia y heroísmo.

Por Eumenes Fuguet Borregales

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