La psicología -del griego: psico (alma, actividad mental) y -logía (estudio)- es la rama de la ciencia que estudia el complejo funcionamiento de la mente del humano y posibilita entender su conducta basada en procesos mentales.
La psicología tiene varias ramas; entre ellas: 1- la general que estudia la mente y sus procesos; y 2- la diferencial, enfocada en estudiar las diferencias individuales.
Por Chichí Páez
La reflexión mencionada acá no es la del proceso de pensamiento analítico y evaluador del comportamiento, ideas, motivaciones, etc., de quien medita acerca de sí mismo (introspección) y/o de otro(s). Acá se enfoca el “fenómeno del victivismo” o “de la reflexión”, uno de los tantos fenómenos sorprendentes y curiosos que se dan en la mente humana que suelen asombrar y enredar a quien se ve involucrado en tal escenario, llegando hasta dejar boquiabierta a muchos.
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Un paseo por varios de ellos ubicará contextualmente a quien lee estas líneas, pues tal “reflexión” está viéndose cotidianamente: hay quienes le atribuyen a otro(s) lo que no hacen los inculpados y se ha descubierto que varios fenómenos psicológicos sirven de bandeja para posibilitar al victimista hacer la reflexión.
1. Efecto de teoría de la mente
Éste fenómeno se refiere a la capacidad de un humano para atribuir pensamientos, deseos e intenciones a otra(s) persona(s). Esta habilidad permite entender y relacionarse con los demás y es fundamental para coger la delantera respecto de su comportamiento esperable. Un buen líder ha de tener esta perspicacia para empatizar -ponerse en el lugar de otro(s)- para anticiparse a las respuestas de los demás y facilitar la interrelación. Esto pide el desarrollo de habilidades de la inteligencia emocional y la comprensión de las motivaciones ajenas.
2. Efecto Dunning-Kruger
Este fenómeno psicológico está vinculado con la estimación de la habilidad de cada quien: hay quien -ignorando su incompetencia- sobreestima su capacidad y se atreve a hacer lo que no sabe (p. ej.: concebir, adoptar e implementar decisiones, entre otros asuntos). Otros -con habilidades superiores- subestiman su competencia. Cada líder ha de estar atento al desafío de la intuición común de que la gente es consciente de su limitación y de su capacidad.
3. Síndrome de Estocolmo
Este síndrome (conjunto de hechos, manifestaciones, etc.) se refiere a la tendencia del secuestrado a desarrollar sentimiento de simpatía, lealtad e incluso amor (en vez de rechazo y resentimiento) hacia su secuestrador. Hay quienes secuestran la mente de otro(s). El fenómeno pone de manifiesto la complejidad de las respuestas emocionales humanas en determinadas situaciones, lo que plantea interrogantes sobre la naturaleza de la empatía y la conexión interpersonal. Quien lidera un emprendimiento no puede darse el lujo de acoger a quienes desatienden lo que se espera de ellos y le secuestran la nitidez mental respecto de lo que debe hacer.
4. Efecto de reactancia psicológica
Éste se produce cuando las personas reaccionan de modo opuesto a las leyes, reglamentos, normas, instrucciones, principios y valores comunes como una manera de afirmar su libertad y autonomía, cayendo en anarquía. Lo peor acontece cuando alguien “le calienta la cabeza a otro(s)” y empieza(n) a tener comportamientos rebeldes (falsamente: autónomos). En una organización cada quien es un diente del engranaje complejo cuyo accionar debe coparticipar en pro de la colaboración en pro de las metas y del objetivo, sin irrespetar la esencia individual, ciñéndose a que en una organización cada persona es un personaje que ha de cumplir el papel que se le ha asignado.
A continuación, una tétrada de efectos que lleva al imperio del engaño que busca causar quien procede de un modo y afirma que son otros quienes están haciéndolo.
A. Efecto Pigmalión
Éste surge de la idea de que las expectativas de una persona acerca de otra(s) influye en el comportamiento de ésa(s) y muestra cómo la influencia de alguien puede ayudar a profetizar cómo se comportará(n) aquélla(s).
B. Efecto del sesgo de confirmación
Acá resalta la propensión de las personas a buscar, interpretar y recordar la información de modo selectivo para consolidar sus creencias y prejuicios existentes. El sesgo conduce hacia la distorsión perpetua de la realidad. Es aprovechado por quien se basa en la vulnerabilidad de la mente a caer en el influjo de la información parcializada que limita a la mente poderse mantener de manera abierta y objetivamente para evitar caer en trampas cognitivas.
C. Efecto halo
Éste se debe a la predisposición de generalizar la imagen de una persona con base en lo que muestra ella (p. ej.: el estafador) o lo que se muestra de ella mediante la propaganda dirigida a que se piense que alguien ha de ser seguido, respaldado porque es lo conveniente, pero… realmente no lo es así, cayéndose en juicios inducidos.
El escenario está servido y entra la maniobra final:
D. El efecto de la verdad ilusoria (o “efecto de reflexión” o del “victivismo”).
Éste se relaciona a la tendencia de la gente a creer lo afirmado repetidamente y que influye en sus creencias, incluso: sin que haya evidencia sólida que respalde lo comunicado. La mayoría no verifica la información que recibe ni siente la necesidad de ser crítica con lo que escucha y acepta como verdadero. Una mentira repetida, termina convirtiéndose en una verdad y quien lidera no debe valerse de esto: la mentira tiene patas cortas y todo se revertirá en su contra.
El victimismo -también mencionado como “reflexión”, por aquello de crear en un espejo imaginario la imagen de que otro(s) ocupa(n) su lugar en él, es un trastorno de la personalidad (consciente, intencional; o inconsciente, paranoide) en el que alguien atribuye a otro(s) la autoría de lo que hace, buscando eludir la responsabilidad de sus propios errores, fracasos y situaciones desfavorables, en lugar de asumir su responsabilidad personal por lo que ha ocurrido.
Echarle la culpa a otro(s) es una señal de debilidad profunda para deshacerse del cargo de lo sucedido. Para esto se crea una realidad falsa, por diversas motivaciones; p. ej.: mostrarse como inocente, poniéndose en el papel de víctima, buscando protegerse de la crítica y obtener la compasión de los demás, etc., mediante el ardid de que se es bueno y los demás son los malos. A veces, un psicólogo social y/o un psiquiatra dirigen la estrategia.
Un verdadero líder debe prepararse para no caer en este fenómeno espantoso y para no dejarse engañar por quienes pretenden ser inocentes de lo malo que hacen.
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Por Chichí Páez
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