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Puente improvisado: Dos meses usando un tronco para cruzar un río en Mérida

 El páramo merideño todavía resiente las lluvias del 24 de junio pasado. La agricultura y el turismo, motores de la región, se hundieron entre cosechas arruinadas, cancelaciones y caminos a medio reparar, según residentes de zonas de los municipios Santos Marquina y Rangel, que fueron dos de los más afectados por la emergencia.

El gobernador de Mérida, Arnaldo Sánchez, informó que las intensas precipitaciones del 24 de junio provocaron el desbordamiento de ríos y deslizamientos de tierra en un total de 10 municipios de la entidad, que reportaron daños de consideración en su infraestructura y medios de vida.

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En la evaluación realizada por equipos del Ministerio de Vivienda, Fonvi y Protección Civil, Sánchez confirmó que 24.127 familias sufrieron daños, de las cuales 595 perdieron sus viviendas por completo o quedaron en zonas de alto riesgo.

Dos meses después, el paisaje del páramo muestra todavía las cicatrices: cauces de ríos alterados, vías interrumpidas y comunidades que esperan soluciones. En el recorrido por la zona, la voz de los habitantes se entrelaza con las cifras oficiales, lo que recuerda que lo que para el boletín gubernamental es un número, para ellos es una rutina quebrada.

Normalidad a riesgo

En entrevista con Crónica Uno Ramón Calderón, agricultor y residente del municipio Santos Marquina, quien confirmó que, tras poco más de dos meses, las secuelas siguen presentes.

“Mucha de la maquinaria que trajeron para que trabaje en la construcción y reacondicionamiento de las vías, sigue paralizada. Hay alrededor de 10 pasos de alto riesgo que en su mayoría siguen cubiertos de tierra”,relató.

Calderón detalló que los agricultores del sector La Curva de San Román han reducido considerablemente su producción. Esto afecta directamente la economía de numerosas familias que dependen de la agricultura familiar.

El contraste con el pasado inmediato es evidente: si antes de las lluvias la finca de Calderón alcanzaba hitos de producción, ahora apenas logra rescatar algo de la cosecha. Lo que en otro tiempo era un viaje de hora y media para distribuir la mercancía, se ha convertido en una travesía de más de dos horas, entre cambios de vehículo y pasos inseguros.

Vecinos se han organizado para recuperar el paso por tramos viales. Foto: cortesía residentes

Dos horas de trayecto

“Para pasar a la finca aún después de dos meses tenemos que caminar por el tronco de un árbol caído todos los días. Bajamos por allí a riesgo para poder ir a trabajar en nuestras siembras de papa, maíz, caraota y zanahoria”, expresó.

El agricultor recordó que, tras la emergencia, un comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI) visitó el puente caído en La Curva de San Román, que conecta con cuatro fincas. Allí, junto a los vecinos, levantaron medidas para la futura reconstrucción.

“Estuvo con nosotros el comandante José* e incluso entre los mismos agricultores sacamos las medidas para reconstruir el puente. Él dijo que si hacíamos esto en la brevedad posible traía el puente. Hicimos el trabajo de quitar escombros y medir en un día entre 10 hombres. Luego lo llamé y me dijo que subía al día siguiente, estamos a mediados de agosto y no ha venido”, relató.

Añadió que, antes de la crecida, su finca familiar producía 300 sacos de papa diarios para la distribución. Ahora, con la dificultad del transporte, apenas logran 60 sacos, y el traslado que antes tardaba hora y media ahora requiere más de dos horas y varios cambios de vehículo.

“Ya tenemos tres días que estamos viendo a ver cómo construimos una tirolesa, que nos va a quedar de 100 metros de largo. ¿Te imaginas el trabajón que hay que hacerle? Todo esto para poder pasar a las fincas, porque exactamente ahí en la curva de San Román, donde se llevó el puente que iba para la finca de nosotros, eso quedó muy ancho pues entre un lado y otro, ahorita pasamos por el árbol pero es un paso a riesgo y muy peligroso”, expresó.

Rentabilidad en riesgo

Por su parte, José Luis Guillén, distribuidor agrícola independiente, señaló que las lluvias retrasaron la llegada de mercancía a mercados nacionales y mayoristas.

“Muchos productores que perdieron cosecha, perdieron su viviendas, perdieron todo en su totalidad y eso no es algo de lo que se puedan recuperar con facilidad”, contó.

Guillén destacó que el páramo merideño, zona clave para la producción agrícola del país, resultó duramente golpeado por la combinación de fenómenos naturales y problemas estructurales.

“Luego de la crecida de los ríos surgen más gastos, porque hay que cargar toda la mercancía en una Toyota hasta donde entra un camión 350, luego de ese camión 350 llevarla a otro sitio donde carga un camión grande, antes era un solo viaje porque la vialidad estaba mucho mejor que ahora”,recalcó.

Aclaró que las lluvias no solo afectaron las cosechas, sino que también destruyeron viviendas y sistemas de riego, dejando a las comunidades más vulnerables.

A este panorama se suma, dijo, la falta de poder adquisitivo del consumidor y el contrabando de productos extranjeros, como la papa colombiana, que genera un mercado desleal para los agricultores venezolanos.

“Líderes nacionales del gremio, tanto de los del estado Táchira, Mérida y Trujillo, hemos bregado a hacer el enlace con el gobernador del Táchira, así como del Zulia y el mismo de Mérida, para hacer una reunión, para tratar el tema del contrabando”, explicó Guillén, quien precisó que desde hace “como un mes” han enviado estas solicitudes y aún no tienen respuesta.

Este cúmulo de factores, concluyó, ha obligado a muchos productores a abandonar la siembra de hortalizas y buscar otras formas de subsistencia.

Turismo en pausa

Libia Rojas, propietaria de la posada Cabaña Turística Sueños Real, narró que el colapso vial en Mucurubá afectó directamente su negocio. La inestabilidad de la carretera y la restricción del paso vehicular obligaron a cancelar reservas, paralizando la temporada.

“Nos tumbó la temporada por completo, porque bueno, algunos habían venido preguntando por reservas. Pero cuando supieron de la situación vial de cómo estaban las carreteras luego de las lluvias y pues ya realmente nadie reservó”,expresó Rojas.

Agregó que las limitaciones de horario y el tráfico en el puente desalentaron a los visitantes. La única vía alterna, que alarga el trayecto media hora, tampoco resulta atractiva para quienes buscan descanso sin contratiempos.

“Unos turistas ya habían reservado antes de que pasara lo de las lluvias y decidieron seguir adelante con el servicio de hospedaje, para mi fue todo un desafío. Estuve en La Don Perucho desde la 1:00 p. m. hasta las 6:00 p. m., que llegaron ellos allá. Mientras los esperaba se cayó el puente para pasar y perdimos mucho tiempo esperando para subir. La ruta les pareció muy lejos y llegaron molestos”, contó.

Mérida

La empresaria aseguró que la experiencia fue tan estresante que ahora prefiere no alquilar hasta que el paso esté completamente habilitado.

Aunque el Gobierno asignó una empresa para la reconstrucción del puente, Rojas afirmó que los trabajos avanzan con lentitud. Su esperanza es que la vía esté lista en diciembre, pues de lo contrario la situación será insostenible para su posada y para la comunidad.

La comunidad exige celeridad

El domingo pasado, vecinos de La Mucuy Baja manifestaron su preocupación por el lento avance en la reconstrucción del puente sobre el río Chama, afectado desde el 24 de junio. A pesar de que las empresas estatales Complejo Metalúrgico de Cumaná S. A. (Commetasa) y la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) llevan mes y medio a cargo de la obra, los avances han sido escasos y la estructura actual es considerada insegura por la comunidad.

El puente es vital para más de 3000 habitantes de La Mucuy Baja y Mucunután, que dependen de esta estructura para llegar a Tabay y a la capital merideña a trabajar, estudiar o realizar compras.

La falta de una conexión segura ha paralizado la economía local y golpeado al turismo, la agricultura y el transporte.

Los residentes hacen un llamado urgente al gobierno nacional y, en especial, al Ministerio de Transporte, para que se pronuncien sobre el proyecto. Consideran que la reconstrucción del puente es estratégica para el bienestar y el desarrollo de la zona.

El páramo ha quedado suspendido entre la espera y la incertidumbre. Agricultores que cruzan por troncos, posadas con habitaciones vacías y vecinos que miran un puente inconcluso resumen una misma idea: las lluvias pasaron, pero la normalidad no ha regresado.

Con información de Crónica Uno 

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