Opinión

¿Por qué parece que la maldad siempre gana?

En un mundo donde las noticias sobre corrupción, violencia y abuso de poder parecen dominar los titulares, surge una pregunta inquietante: ¿por qué parece que la maldad siempre gana?

Este fenómeno no es solo una percepción contemporánea; a lo largo de la historia, el bien y el mal han estado en una batalla constante, pero en la actualidad, muchos sienten que la balanza se inclina peligrosamente hacia el lado oscuro. Por supuesto, la facilidad de acceder a la información contribuye a esa percepción.

Por Carolina Jaimes Branger

Una de las razones más evidentes es la naturaleza humana. Desde tiempos inmemoriales, los estudios en psicología y sociología han demostrado que las emociones, como la ira, el miedo y la ambición, tienden a motivar comportamientos más extremos que las emociones positivas. La maldad, en este contexto, puede ser vista como una manifestación de aquellos instintos que buscan la gratificación inmediata, a menudo a expensas de los demás. En situaciones de crisis, la presión social y la desconfianza pueden hacer que las acciones egoístas sean más evidentes y, a veces, más exitosas.

Como dije antes, en un mundo globalizado y digital, el acceso a la información es más rápido y amplio que nunca. Esto también significa que las malas acciones se difunden más rápido y generan un impacto mayor. Y por desgracia , las redes sociales y los medios digitales amplifican los actos negativos más que los positivos, lo que a menudo lleva a una percepción distorsionada de la realidad. 

Lea también Süssmayr: El discípulo olvidado

Cuando las historias sobre injusticias y actos crueles saturan las plataformas informativas, se crea un eco que puede dar la impresión de que la maldad está en todas partes, y más aún, que siempre sale ganando.

Además, el sistema de recompensas en la sociedad actual a menudo parece favorecer el éxito a cualquier costo. En el ámbito empresarial y en el político, por ejemplo, algunas prácticas poco éticas resultan la mayoría de las veces en grandes beneficios a corto plazo, lo que incentiva a otros a actuar de manera similar. Esta lógica de “el fin justifica los medios” lleva a la normalización de la maldad como una estrategia viable para alcanzar el éxito, creando un ciclo en el que las acciones negativas son recompensadas mientras que las acciones éticas pueden ser ignoradas o peor aún, objeto de burlas.

Sin embargo, no todo está perdido y es crucial recordar que la maldad no es invencible. Hay personas como mi hija que, a lo largo de la historia, han dado innumerables ejemplos de resistencia y triunfo del bien. Estos movimientos sociales, iniciativas comunitarias y actos de bondad desinteresada demuestran que el espíritu humano también es capaz de generar cambios positivos. La empatía, la solidaridad y la búsqueda de justicia siguen siendo fuerzas poderosas que pueden contrarrestar la maldad.

En última instancia, aunque puede parecer que la maldad tiene una mayor visibilidad y a veces logra prevalecer, el bien también tiene un papel crucial en la historia humana. La verdadera pregunta que debemos plantearnos no es solo por qué parece ganar la maldad, sino qué podemos hacer individual y colectivamente para garantizar que las acciones positivas tengan un contexto y un espacio donde puedan brillar. Los invito a conocer el proyecto de Irene en www.lovescaping.org, les aseguro que vale la pena, sobre todo si tienen hijos o nietos pequeños y se preguntan qué clase de mundo les va a tocar. Al fomentar una cultura de bienestar y justicia, podemos contribuir a un mundo donde la bondad no solo sea una opción, sino una norma

Por Carolina Jaimes Branger


Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios