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Obligan a renunciar a director de museo que negó a Trump una espada para regalar a Carlos III

Una fuerte controversia política y cultural sacude Washington tras la confirmación de la renuncia de Todd Arrington, director de la prestigiosa Biblioteca Presidencial Eisenhower y Museo en Abilene, Kansas. La causa: su firme oposición a una solicitud directa de la administración de Donald Trump para utilizar un artefacto histórico como regalo diplomático.

El exdirector se vio forzado a dejar su cargo tras recibir el ultimátum de «renunciar o ser despedido», según reveló a medios locales.

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El conflicto estalló en torno a la visita de Estado que el presidente Trump realizó al Reino Unido a mediados de septiembre de 2025.

El gobierno solicitó a Arrington que entregara al monarca británico, el Rey Carlos III, una de las espadas pertenecientes a la colección personal del expresidente y general de cinco estrellas Dwight D. Eisenhower.

El Choque entre historia y diplomacia

Arrington se negó rotundamente a ceder la pieza original. Su postura, en defensa de la integridad de las colecciones federales, desencadenó una tensión inmediata con el ejecutivo.

La espada, un objeto de incalculable valor histórico, estaba destinada a simbolizar la «relación especial» entre Estados Unidos y el Reino Unido, además de honrar la crucial colaboración de ambos países durante la Segunda Guerra Mundial, período en el que Eisenhower lideró las fuerzas aliadas contra la Alemania nazi.

Gracias a la resistencia de Arrington, el gobierno de Trump tuvo que conformarse con entregar al Rey Carlos III una réplica de la espada, preservando así el artefacto original en la Biblioteca Presidencial Eisenhower, que forma parte de la Administración Nacional de Archivos y Registros (NARA).

A pesar de su victoria en la preservación histórica, el director con décadas de carrera federal fue forzado a dimitir.

¡Alerta: Control cultural de Trump!

Este incidente se produce en un momento en que el presidente Trump, desde su regreso a la Casa Blanca en enero, ha sido señalado por ejercer un «control sin precedentes» sobre las instituciones culturales y federales de Estados Unidos.

La presión ejercida sobre Arrington y la consecuente Trump renuncia director museo son vistas por críticos como una peligrosa interferencia política en la autonomía y misión de las entidades culturales dedicadas a la preservación histórica.

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