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Cardenal Baltazar Porras: Quien ha hecho santo a José Gregorio es el propio pueblo

A pocas horas de que el médico venezolano José Gregorio Hernández sea formalmente elevado a los altares por el papa León XIV en la Plaza de San Pedro, Roma, el Cardenal Baltazar Porras ha ofrecido una perspectiva profunda y conmovedora sobre la trascendencia de este evento histórico

. En una entrevista exclusiva, el Cardenal, identificado como el motor clave detrás de la agilización de la causa en la última década, afirmó que el reconocimiento de la Iglesia solo formaliza lo que el pueblo venezolano ya ha dictaminado: “Quien ha hecho santo a José Gregorio es el propio pueblo”.

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La canonización, que se celebrará este domingo 19 de octubre, cierra un proceso que se extendió por más de un siglo desde la muerte de José Gregorio «Médico de los Pobres» en 1919. Para el Cardenal Porras, la canonización no es solo un evento de fe, sino un reconocimiento que convierte a Hernández en un modelo y referente universal, expandiendo su culto más allá de Venezuela.

Universalidad, Laicidad y Paz: El Legado de JGH

El Cardenal Porras destacó el valor atemporal del mensaje de José Gregorio Hernández en el siglo XXI. Su santidad radica precisamente en ser un laico (no sacerdote ni religioso) y en su mensaje de convivencia y paz.

«Su trascendencia es mucho mayor porque él era un cultor de la paz y de la convivencia entre distintos,» explicó Porras. La figura de Hernández logró trascender las divisiones políticas y religiosas, colaborando con figuras agnósticas y ateas, como el doctor Luis Razetti o Rómulo Gallegos, quienes reconocieron en él «algo distinto, difícil de entender, algo admirable». Este carácter de unidad lo convierte en el personaje que «más une a los venezolanos, sean creyentes o no, estén por un lado o por otro».

La Fecha de Celebración: 26 de Octubre

El Cardenal también aclaró un detalle importante para el calendario litúrgico universal: la festividad de San José Gregorio Hernández no será el día de su muerte (29 de junio, que coincide con San Pedro y San Pablo), sino el 26 de octubre. Esta fecha fue escogida a solicitud de la Iglesia venezolana, coincidiendo con el día de su nacimiento en Isnotú, Trujillo, elevando así a su pueblo natal a un «sitio de trascendencia no venezolana, sino universal».

Además de su legado como médico en la Universidad Central de Venezuela, Porras resaltó el voto de Hernández de ofrecer su vida a cambio del cese de la Primera Guerra Mundial. Aunque el armisticio se firmó en noviembre de 1918, el médico falleció meses después, en junio de 1919. Por ello, el papa Francisco lo nombró copatrono de la Cátedra de la Paz de la Universidad Lateranense, donde Monseñor Edgar Peña Parra, un venezolano, será el orador principal.

El papel protagónico y estratégico del Cardenal Porras en la culminación exitosa de la causa, documentando milagros de manera «profesional» y logrando la cercanía con el Papa Francisco, es ampliamente reconocido, marcando un hito en la historia de la fe en Hispanoamérica.

—¿Por qué se tardó tanto esta canonización si, como usted dice, los méritos estaban clarísimos?

—La explicación es muy sencilla: en Hispanoamérica no tenemos tradición de hacer causas de santos. La de José Gregorio fue la primera causa de santos que se abre en Venezuela y se abrió treinta años después de su muerte. Hay que cumplir muchos pasos y, nosotros, que podemos ser un poco folclóricos, creímos que bastaba con afirmar que se habían producido milagros. Eso hay que documentarlo, presentarlo según unos códigos establecidos; en fin, cumplir con una serie de normas muy estrictas a las que se le fueron dando largas. Pero tuvimos la suerte de llegar a Caracas, donde pude formar un buen equipo y, bueno, se echó adelante la causa, cumpliendo todo y, claro, machacando las cosas.

—Usted hizo, entonces, un expediente ya no folclórico sino profesional.

—Y tanto el papa Francisco, tras leerlo, me dijo: “Estamos aquí ante un gran santo, que tiene una gran actualidad para el mundo de hoy”. El papa Francisco me comentó que había oído de un médico venezolano muy milagroso, pero que no tenía mayor información.

—O sea, que también se había fallado en las comunicaciones, en echar el cuento de José Gregorio.

—Es posible. También porque quien ha hecho santo a José Gregorio es el propio pueblo. Pero ya esa tarea, la de las comunicaciones, está cumplida también.

—Hay algo que llama la atención y es el hecho de que usted se codea con papas y es quien lleva los archivos probatorios de la santidad de José Gregorio, pero su nombre no aparece en la programación adelantada por el régimen de Maduro a propósito de la canonización.

—¿Quién? Dónde. No, yo estaré al lado de León XIV.

En este punto, el cardenal Porras parece perder la energía demostrada desde el comienzo de la conversación. De pronto, luce cansado, se contorsiona para buscar su celular perdido entre los cojines del sofá. Ubica el aparato y le echa un vistazo sin interés. Es evidente que le he planteado un asunto que lo aburre. 

—Estaré en el Vaticano, al lado de León XIV —responde, por fin.

El rol del cardenal Baltazar Porras en el proceso de canonización de José Gregorio Hernández ha sido protagónico y fundamental en la etapa final de la causa. No por nada ha sido identificado como el principal promotor, el líder estratégico de la causa del beato en su ruta hacia los altares. Para empezar, no se sentó a esperar que llegara un milagro, sino que lo buscó, lo consiguió, lo documentó y llevó las carpetas al Vaticano. Su llegada a la Arquidiócesis de Caracas, de hecho, significó un cambio radical en la dinámica del proceso, al que se dedicó, y su cercanía con el papa Francisco ha sido destacada como un factor clave para acelerar el proceso.

Aunque el postulador (en Roma) y el vicepostulador (en Venezuela) son los encargados técnicos, Porras, como arzobispo de Caracas (la arquidiócesis donde ocurrió la causa del milagro) y como cardenal, es la figura de más alto rango que ha impulsado la causa y representado, ante la Santa Sede, el fervor y la voluntad de la Iglesia venezolana y del pueblo. La canonización ha sido la máxima prioridad de su gestión, lo que explica que la causa de Hernández, en proceso durante décadas, se agilizó y entró en etapa final con la intervención de Porras como catalizador para la culminación exitosa. Eso lo sabe el mundo entero y los cielos también.

Pero, llegada la hora de la ceremonia por la que Porras ha bregado tanto, el régimen de Maduro adopta una postura de apropiación con claras implicaciones políticas, emitiendo comunicados oficiales y organizando unas celebraciones en Venezuela en cuyo elenco no se incluye a Porras, cardenal, arzobispo emérito de Caracas y, sin duda, el gran promotor de la canonización de JGH, sino a otra figura de alto rango de la Iglesia venezolana, que ha participado en las reuniones de coordinación con el régimen de Maduro para la celebración de la canonización.

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