El buque destructor de misiles guiados de la Armada de Estados Unidos, USS Gravely, ha abandonado las costas de Trinidad y Tobago, poniendo fin a una breve pero intensa escala que duró apenas cuatro días y que elevó significativamente las tensiones geopolíticas en la región del Caribe.
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El destructor de la clase Arleigh Burke atracó en Puerto España el pasado domingo 26 de octubre de 2025 para realizar ejercicios militares conjuntos con las fuerzas trinitenses. Sin embargo, su presencia, a menos de 100 kilómetros de la costa oriental de Venezuela, fue inmediatamente catalogada por el gobierno de Nicolás Maduro como una «provocación militar» y una amenaza directa a la paz regional, avivando el debate sobre los acuerdos gasíferos entre ambos países vecinos.
La respuesta de Caracas y la operación antidrogas de Washington
La llegada del USS Gravely se enmarcó dentro de una operación militar más amplia de Washington en el Caribe y el Pacífico, que la administración estadounidense justifica como una operación antidrogas para combatir presuntas organizaciones criminales transnacionales. Esta estrategia también incluyó el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, el mayor de la flota, en el mismo cuerpo de agua.
Desde Caracas, la reacción fue contundente. El liderazgo político venezolano no solo denunció la presencia del buque, sino que incluso acusó a Washington de intentar generar una «guerra» o preparar un «ataque de falsa bandera» para justificar una agresión.
«El despliegue de un destructor de guerra tan cerca de nuestras costas es una clara violación de los principios de la ‘zona de paz’ caribeña, y una amenaza que busca desestabilizar la región,» ha sido el sentir recurrente de las autoridades venezolanas.
En respuesta a las acciones de EE. UU., las fuerzas militares venezolanas anunciaron haber interceptado varias aeronaves que presuntamente ingresaron a su espacio aéreo de manera «furtiva» con fines de narcotráfico, reiterando su intención de «ejercer la soberanía».
Trinidad y Tobago en el centro de la polémica
El gobierno de Trinidad y Tobago, por su parte, defendió el propósito de los ejercicios militares, si bien algunos líderes de la oposición trinitense y la población expresaron su preocupación, calificando la presencia del buque como una «abominación» en medio de un contexto de amenazas de guerra.
La retirada del USS Gravely este jueves 30 de octubre marca el cierre de este episodio de alta tensión. Sin embargo, el despliegue naval de Estados Unidos en la zona continúa, y con él, el pulso geopolítico en el Caribe, manteniendo una situación de alerta ante cualquier nueva maniobra que pueda ser interpretada como un paso previo a una escalada de conflicto.
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