El Gobierno del Reino Unido ha asestado un golpe final a la figura pública del expríncipe Andrés, al confirmar la retirada de su último título honorífico: el rango militar de vicealmirante. Esta decisión, anunciada por el ministro de Defensa británico, John Healey, y coordinada con el rey Carlos III, marca el capítulo definitivo en el proceso de despojo de honores y privilegios al hermano del monarca.
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La medida se produce días después de que el propio rey Carlos III retirara a Andrés todos sus títulos y honores reales en medio de la creciente indignación pública por los lazos que mantuvo con el difunto delincuente sexual Jeffrey Epstein. La pérdida del título de vicealmirante despoja completamente al ahora ciudadano Andrés Mountbatten Windsor de cualquier distinción pública ligada a su pasado en la Marina Real británica.
Andrés, quien sirvió 22 años en la Armada y participó en la Guerra de las Malvinas, había logrado conservar este rango honorífico, si bien ya había renunciado a sus funciones públicas y a otros patronazgos y títulos militares en años anteriores. Sin embargo, las continuas presiones judiciales y las nuevas revelaciones relacionadas con el escándalo Epstein han forzado a la monarquía y al Gobierno a tomar esta acción contundente para limitar el daño a la imagen de la Corona.
El expríncipe ha estado bajo un intenso escrutinio desde que Virginia Giuffre lo acusara de abuso sexual cuando era menor de edad (acusaciones que Andrés siempre ha negado). A pesar de que el caso civil con Giuffre se resolvió con un acuerdo extrajudicial en 2022, las consecuencias para Andrés han sido devastadoras.
La decisión de retirarle el último título militar es vista como un esfuerzo coordinado para apartar de forma permanente a Andrés de la vida pública y de cualquier representación oficial. Aunque el expríncipe sigue conservando su lugar en la línea sucesoria al trono (ocupa el octavo puesto), esta última remoción sella su caída en desgracia y lo confina a un rol estrictamente privado.
El Reino Unido busca pasar la página de este escándalo, que ha sido una de las crisis internas más severas para la familia real en décadas. Mientras la monarquía intenta recuperar la legitimidad, la presión se mantiene sobre el expríncipe Andrés, incluso con solicitudes de que testifique ante comisiones del Congreso en Estados Unidos.
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