Fue el propio Hugo Chávez Frías el que la enfiló contra María Corina Machado. Nunca le perdonó aquella sentencia que, cara a cara, le soltara la entonces diputada que se atrevió a calificar de robo las expropiaciones que fuera de la ley ejecutaba el régimen chavista. Años después de aquel acto de arrojo, la opinión pública le da el valor y significación política que tenía en ese instante la respuesta de María Corina al Presidente que la veía como presa fácil y terminó como “el cazador, cazado” por la joven parlamentaria que dijo, en pocos minutos, lo que millones de venezolanos se guardaban entre pecho y espalda.
El video con la respuesta de María Corina Machado le sigue dando la vuelta al país, como ha ocurrido con el segmento de la entrevista del expresidente Carlos Andrés Pérez con Marcel Granier. A CAP se le califica de clarividente o visionario y a María Corina como la mujer valiente que osó decirle la verdad frente a frente, al dictador Hugo Chávez que no pudo esconder el desequilibrio que le produjo aquella terminante frase: “expropiar es robar”. Por tal determinación no han dejado de perseguir y estigmatizar, con cualquier epíteto o calificativo, a María Corina, además de las agresiones físicas de las que ha sido víctima, como aquella paliza consumada con salvajismo y saña por activistas del régimen que complacen la venganza de Diosdado Cabello, quién retozaba desde su poltrona de Presidente del Parlamento, mirando flemáticamente, como golpeaban a diputada que él estaba llamado a defender como cabeza del foro del que formaba parte.
Nos faltarían cuartillas para enumerar los atropellos dirigidos contra María Corina en sus visitas a universidades, gremios o sindicatos, caminatas por barriadas y urbanizaciones con las que han pretendido callarla y asustarla. ¡Pero qué va! Esa mujer está decidida a seguir adelante! La mueven sus graníticas convicciones democráticas. Está persuadida de todos los riesgos a los que se expone, porque no está improvisando. Se ha venido curtiendo, ya suman décadas de lucha en resistencia y su compromiso es de orden principista con la gente y el país que ama entrañablemente. Me consta su coraje, he vivido con ella escenas terroríficas y sin embargo nunca la vi amilanarse, como aquel día en que abordo de una buseta en la que nos desplazamos para llegar al aeropuerto internacional de Maiquetía, a recibir a una delegación de congresistas de Brasil, fuimos todos amenazados de muerte por una pandilla furiosa que rodeó la unidad de transporte donde nos desplazamos.
Es inocultable que el régimen le teme a María Corina. Por eso la acosan constantemente, la despojaron de su inmunidad parlamentaria, le prohíben salir del territorio nacional, la persiguen en cada tramo de esas carreteras por las que se desplaza, superando obstáculos premeditadamente colocados en alcabalas en las que ilusamente proyectan detener su avance. No han podido ni lo lograrán. Ella está resuelta. Por eso ¡hasta el final! no es un slogan, es una convicción indoblegable. Cuando creen que la intimidan acusándola de todo, más bien le dan razones para continuar, sin miramientos, sin concesiones a la duda ni a la incertidumbre, a mantenerse firme e imperturbable.
La ciudadanía la apoya mayoritariamente, con fe y esperanza. Saben que en ella se puede confiar. Que ella es la “culpable” de revivir esa algarabía callejera protagonizada por millones de venezolanos que no abandonaran a esa mujer que está marcando la pauta de la lucha coherente, con sus ideas y con sus planes. Profesando con el ejemplo, ella, a la cabeza de todos esos actos en los que se confunde con mujeres y hombres para hacerle ver al mundo que no nos hemos rendido, que más bien estamos retomando la lucha con un nuevo liderazgo comprometido, fundamentalmente, con procurar la libertad de nuestra amada Venezuela!
Por Mitzy Capriles de Ledezma
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