Opinión

Liderazgo motivador versus liderazgo regalador

Recuerdo un “Aló, presidente” cuando Chávez entregaba un apartamento a una señora mayor. Cuando entraron, la señora exclamó “¡pero esto está vacío!”. Creo que fue a Jaua hacia quien Chávez se volteó: “Elías (o el que haya sido), quedas encargado de la misión “Tu casa bien equipada”, ¡tiene razón la señora, esto está vacío!” Ni qué mencionar la cantidad de historias de los negocios que se hicieron alrededor de esa misión… y de todas las demás…

Y es que la diferencia entre un líder carismático que inspira y un líder carismático al que la gente le pide cosas materiales, radica en la forma en que ambos ejercen su liderazgo y en cómo utilizan su carisma. El primero se enfoca en motivar y guiar a las personas a través de su encanto, ciertamente, pero también a través de su personalidad, visión, la confianza y la esperanza que transmite. Este tipo de líder busca inspirar a los demás a alcanzar sus metas, a lograr un propósito común y a mejorar como individuos.

Por Carolina Jaimes Branger

Por otro lado, un líder carismático al que la gente le pide cosas materiales. Se basa únicamente en ofrecer y regalar cosas, a cambio de lealtad o favores, desde asistir a una marcha hasta votar. Este tipo de líder utiliza su carisma para crear dependencia en sus seguidores al satisfacer sus necesidades muy básicas (en la mayoría de los casos, ni eso) en lugar de inspirarlos a crecer y desarrollarse como individuos.

Y ni siquiera en un país petrolero como el nuestro resulta posible satisfacer todas las necesidades de sus habitantes. Aun restando los ocho millones que han migrado, no hay dinero suficiente que cubra la regaladera. Menos cuando el precio del petróleo baja, o, peor todavía, lo que sucedió en Venezuela: que la principal industria fue destruida por los mismos quienes ofrecían regalos por todas partes.

¿No hubiera sido mucho más fácil y provechoso usar el liderazgo para motivar a la gente al trabajo productivo, a la autorrealización, al emprendimiento? La gente se ha dado cuenta de que no vale la pena vivir con las migajas que le lanzan, mientras quienes detentan el poder se enriquecen groseramente y viven como auténticos maharajás!

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A nosotros nos toca votar y cuidar nuestros votos. ¡Organicémonos para tomar turnos en nuestros centros de votación, denunciemos cualquier irregularidad y, sobre todo, estemos a la hora de la auditoría! Que no nos metan cuento: las auditorías son públicas. Nadie puede pedirnos, decirnos u ordenarnos que nos vayamos.

Es la hora del gran movimiento ciudadano. Asumamos cada uno nuestro deber. ¡Si lo hacemos, saldremos de esto!

Por Carolina Jaimes Branger

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