Uno se imagina que la decisión del lamentable alcalde de Valencia se debe a ese odio visceral de quienes acusan a cualquiera de “incitación al odio” para meter preso a cualquiera que no esté de acuerdo con los odios, que ellos mismos sienten, a todo lo que les huela a “imperio”, menos los dólares. Pero cambiar el nombre de la avenida Henry Ford por Alí Primera en la ZIM no demuestra sino la ignorancia de quien tomó tan fútil decisión. En vez de gastar el dinero de los ciudadanos en nuevos letreros para darla a conocer (su ignorancia, digo) ha podido poner un poquito más, y reparar su pavimento, por ejemplo.
Para empezar, ignora el señor alcalde quién fue Henry Ford, a quien imagina un ciudadano “del imperio”.
Por Peter Albers
Henry Ford fue un industrial estadounidense y fundador de la Ford Motor Company. Nació el 30 de julio de 1863 en una granja cercana a un pueblo de Michigan. Aun de ese humilde origen, desde joven mostró un gran interés por la mecánica y, a los 15 años, construyó su primer motor de vapor.
Lea también Se destruye Muscar
En 1896, a la edad de 23, Ford construyó su primer vehículo, el «Quadriciclo», un carro ligero con cuatro ruedas de bicicleta y un motor de gasolina de dos cilindros. En 1903, ya con 40 años, fundó la Ford Motor Company y, cinco años después, lanzó el famoso Modelo T, que revolucionó la industria automotriz al hacerlo accesible para la clase media.
Diez años más tarde, Ford introdujo métodos de producción en masa, como la línea de ensamblaje móvil, lo que permitió la producción rápida y eficiente de automóviles. Esta última innovación permitió reducir aún más los costos y, por consiguiente, los precios al comprador, lo que permitió que hasta los ciudadanos de menos recursos pudieran poseer un automóvil. Toda una revolución, y no precisamente de engaño a los ingenuos como la “socialista”.
Tal vez ignoran también quién fue Domingo Olavarría y le cambien el nombre, por el de algún rapero de esos que animan los saraos del jerarca amante de macabros personajes de ficción y sus amigos de conveniencia, a esa otra avenida de la zona industrial municipal que honra la memoria de un pionero de la industrialización en Valencia. Él fundó en 1879, Telares Valencia, una de las primeras industrias en la ciudad, contribuyendo significativamente con el desarrollo industrial de la región, marcando el inicio de una era de crecimiento económico y modernización.
Era de crecimiento económico y modernización que dio trabajo a miles de venezolanos, naturales y por adopción, gracias al impulso decisivo de muchos hombres emprendedores que, con fe y confianza en el futuro de Venezuela, fundaron las empresas que le valieron a la capital carabobeña el título de “Ciudad Industrial”. Por no omitir alguno, no ensayaré una lista de esos venezolanos y extranjeros que quisieron a esta ciudad como si hubieran nacido en ella. Merecen ser recordados, al menos con sus nombres figurando en la nomenclatura de la ciudad. Los que tuvieron trabajo, salud, educación, techo y comida gracias a ellos recuerdan bien sus nombres.
Por muy estimado que sea «El Cantor del Pueblo», con sus canciones de protesta con contenido político, y apreciado por los “revolucionarios del s. XXI”, no tiene sentido dar su nombre a una vía en una zona industrial, como no lo tendría bautizar a un estadio de fútbol con el nombre de alguien que nunca practicó ese deporte, o a un complejo de piscinas el de alguien que se ahogaba en una ponchera. La única explicación está en el inicio de esta nota: pura y simple ignorancia.
Por Peter Albers
Visítanos en Twitter e Instagram