Opinión

Números que abruman

Las encuestas de opinión siempre dan material para comentar y medir la temperatura del país. Según la empresa Meganálisis, en su sondeo de febrero 2025: el 83% de los encuestados se opone a pasar la página y dejar en el recuerdo lo que ocurrió el 28 de julio de 2024. El 79% de la gente está frustrada y triste después del 10 de enero pasado. El 86% no confía en el CNE. El 92% cree que Maduro no ganó las elecciones presidenciales (el mismo porcentaje cree que ganó Edmundo González). El 83% no votaría en las elecciones que está preparando el CNE para el próximo mes de mayo (el mismo porcentaje que no quiere pasar la página de las presidenciales).

Por Alberto Rial

Los dirigentes de oposición que han manifestado su intención de participar en las elecciones de mayo son vistos por el 73% de la gente como traidores que le sirven al chavismo. El 75% siente vergüenza y disgusto por las fuerzas armadas venezolanas. Para el 85%, los primeros 2 meses de 2025 han sido de malos a pésimos en cuanto a ingresos económicos. Los ingresos del 74% de la gente están por debajo de 250 dólares al mes (la canasta básica se estima entre 480 y 550 dólares mensuales, y subiendo). 91% no tiene un seguro médico. El 78% no cree que la comunidad internacional va a ayudar a resolver la crisis política. El 72% confía en María Corina Machado. Apenas el 33% de la gente recibe remesas desde el exterior para ayudar con los gastos.

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Hablemos de mayorías, y no hay dudas de que al régimen chavista no lo quiere nadie, que es claro y abierto que hubo trampa en las elecciones del año pasado, y que la inmensa mayoría de la población está pasando trabajo y no llega a fin de mes con lo que gana. Esto, más 8 millones de emigrantes, es el balance de la revolución bolivariana después de 26 años de permanencia en el poder. Un país en ruinas, una dictadura que solo se sostiene con la represión que ejercen los cuerpos de seguridad y las fuerzas armadas, ayudados por colectivos tarifados, y unos 26 o 28 millones de habitantes sin derechos que dependen de los antojos de los que mandan para no terminar en la cárcel, en el cementerio o asilados y acosados en una embajada.

Llama la atención el 79% que se manifiesta frustrado y triste luego de consumarse el fraude electoral más abierto e impúdico de los últimos 70 años (pensando en el referéndum de Pérez Jiménez en 1957), cuando quedó manifiestamente claro que el chavismo no va a salir de su trinchera con ningún mecanismo democrático. Ese altísimo porcentaje de la población está siendo testigo del peor de todos los mundos: un gobierno tramposo, que arruinó a una nación relativamente próspera y que no respeta libertades ni derechos humanos, que no es derrotable por medios pacíficos y piensa quedarse en el poder por el resto de la presente década y más allá. Y al que no le guste, ahí tiene el Darién o el Helicoide. Y ese mismo 79% no cree en salidas desde las sanciones ni desde la oficina oval de la Casa Blanca (máxime cuando un sujeto como Donald Trump es el ocupante) ni desde allende los mares. En síntesis, todos los caminos hacia la democracia parece que están cerrados y nadie tiene la llave.

Por la forma como se han desarrollado los acontecimientos, eso es lo que hay. Tan simple como una gran mayoría desarmada que quiere sacar a unos pocos que tienen cañones y no se dejan: la fuerza contra la razón; la verdad contra la farsa; la libertad contra la represión. Y en medio de todo, un liderazgo democrático con un discurso esperanzado desde la clandestinidad o en el exilio, y un grupete de dirigentes que se dicen opositores al régimen pero están dispuestos a jugar donde le digan y como le ordenen. Las estadísticas son abrumadoras pero el tiempo pasa y el cambio no ocurre. La gente, impotente, se desespera y comienza a buscar en el mapamundi mientras piensa ¿Será posible que un balance así de precario se pueda mantener por mucho tiempo más? ¿Será verdad que cañón mata democracia?

Por Alberto Rial

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