Opinión

¿Antología o selección? Un llamado a la inclusión

En los últimos 70 años, Venezuela ha sido testigo de una rica y compleja historia dentro del ámbito de la opinión, artículos que buscan expresar el pensamiento crítico, la crítica social en sí misma y la diversidad de perspectivas que han marcado el rumbo del país.

Recientemente Banesco incorporó a su excelente biblioteca digital una “antología” de los últimos 70 años de opinión. Sin embargo, al revisar la composición de esta “antología”, se destaca una tendencia preocupante: la inclusión de un porcentaje mínimo de voces femeninas. Ciertamente el campo de la opinión -como tantos otros campos- ha estado dominado en el pasado por hombres. Pero en pleno siglo XXI, esta situación plantea cuestionamientos importantes sobre la representación y la equidad en el ámbito literario y de pensamiento: y es que desde 2010 hasta hoy no aparece ni una mujer en la “antología”.

Por Carolina Jaimes Branger

Le escribí a Sergio Dahbar, el editor, primero para preguntarle si yo aparecía. No me encuentro en Venezuela y quería mandarlo a comprar si yo estaba. Total, no era una locura ni una arrogancia pretenderlo, porque llevo casi 27 años como articulista, durante varios años escribiendo dos y hasta tres artículos semanales.

Aquí su respuesta: «Hola Carolina. Si te metes en la página de Banesco, puedes bajar el libro. No se imprimió. No estás en la selección. Como muchos autores. Es una antología que irremediablemente deja gente fuera porque es imposible publicar todo lo que hay. Un abrazo. Gracias por estar pendiente».

Le respondí que lástima que hubiera tan pocas mujeres, a lo que contestó: «Estoy de acuerdo. Siempre es un albur construir una antología».

La escasa presencia de mujeres en estas colecciones refuerza la idea de que las voces femeninas son menos relevantes o significativas en el escenario del debate intelectual y político. A lo largo de la historia venezolana del siglo XX y lo que va del XXI, las mujeres han aportado perspectivas únicas que merecen ser escuchadas y reconocidas. Desde activistas sociales y pensadoras, hasta escritoras y académicas, su contribución ha sido fundamental para enriquecer el discurso social y cultural del país. Esta de Banesco no puede llamarse “antología”, porque hay articulistas fundamentales que no aparecen, y doy un ejemplo para comenzar: Sofía Imber. En el ámbito masculino, no aparecen ni Luis Castro Leiva, ni Roberto Giusti, ni Laureano Márquez. Y hay otra larga lista de hombres excluidos, pero este artículo va sobre las mujeres, más excluidas todavía.

Pienso que hay que reflexionar sobre las razones detrás de esta subrepresentación. La historia de la literatura y el pensamiento en Venezuela ha estado marcada por estructuras patriarcales que han relegado a las mujeres a un segundo plano, lo que a menudo se traduce en una omisión en las antologías y en el reconocimiento de sus logros. Además, la falta de visibilidad en las plataformas de opinión perpetúa un ciclo donde las nuevas generaciones de mujeres pueden sentir que su voz no tiene cabida en el debate público, y aquí incluyo lo que le ha costado -no sólo a María Corina Machado- sino a tantas otras, vencer el machismo imperante en el país.

La tarea de crear una antología de opinión inclusiva no solo es un deber hacia la historia, sino también hacia el futuro. Se trata de ofrecer un espacio donde se valore la diversidad de pensamientos y experiencias. Al incluir a un mayor número de mujeres en estas recopilaciones, no solo se enriquece el contenido, sino que también se envía un mensaje poderoso sobre la importancia de la igualdad y la inclusión en todas sus formas.

Me hubiera gustado ver los nombres y alguno de los artículos de (y voy en estricto orden alfabético de apellidos) Mibelis Acevedo, Isabel Allende, Ana Teresa Arismendi Melchert, Paola Bautista de Alemán, Lisseth Boon, Gabriela Buada, Sandra Caula, Martha Colmenares, Mara Comerlatti, Martha De la Vega, Beatriz De Majo, Carolina Espada, Carmen Beatriz Fernández, Elizabeth Fuentes, Evangelina García Prince, Alma Guillermoprieto, Tamara Herrera, Ruth de Krivoy, Sary Levy, Ana Luisa Llovera, Taisa Medina, Rosa Montero, Mari Montes, Soledad Morillo Belloso, Inés Muñoz Aguirre, Faitha Nahmens, Mariahé Pabón, Ibéyise Pacheco, Thays Peñalver, Tiziana Polesel, Paula Quinteros, Luz Mely Reyes, Argelia Ríos, Gladys Rodríguez, Charito Rojas, Marianella Salazar, Alba Sánchez, Gioconda San Blas, Sonia Sgambatti, Milagros Socorro, Maryclen Stelling, Mireya Tabuas, Maruja Tarre, Ana Teresa Torres, Blanca Vera Azaf y otras que, justamente por hacer una selección a vuelo de pájaro, se escapan de mi memoria. Total, el libro es digital y puede aguantar más páginas que si fuera físico. Pero lo más importante es que ofrecería una visión más amplia de la que da, porque también faltan nombres de hombres que también han sido importantes en la opinión venezolana.

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Es necesario que editores, críticos y creadores de contenido reconozcan la valiosa contribución de las voces femeninas en el ámbito del pensamiento. La antología del pasado debe evolucionar para reflejar una sociedad más justa y equitativa. Fomentar la inclusión de más autoras no solo es un acto justo, sino también una invitación a un diálogo más riguroso y diverso que, en última instancia, beneficiará a toda la sociedad venezolana.

Esperamos que futuras recopilaciones, no “antologías” porque el término seguirá siendo excluyente e injusto, no solo valoren, sino que también celebren, la tan necesaria pluralidad de voces que han dado forma a Venezuela en estas últimas siete décadas. Este es un desafío en el que todos podemos contribuir. El pensamiento de las mujeres tiene que ser parte integral de la historia que contamos.

Por Carolina Jaimes Branger


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