Ante la reciente recurrencia de movimientos telúricos en el país, el geólogo Imerú Alfonzo ha desmentido la creencia popular que vincula directamente la alta temperatura ambiente o fenómenos meteorológicos como La Niña con la actividad sísmica. Alfonzo afirma que se trata de una «leyenda urbana» sin base científica concluyente, pues la atmósfera es un sistema demasiado dinámico para establecer una relación directa con la energía liberada por las placas tectónicas.
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El especialista explicó que la sismicidad es un fenómeno totalmente normal y es el resultado de las rupturas que ocurren constantemente en la corteza terrestre. Utilizando una analogía clara, Alfonzo describe a la Tierra como «un gran rompecabezas que está flotando sobre material fundido o semifundido que se mueve». Este movimiento incesante, generado por las corrientes de convección en el manto terrestre, obliga a las placas a ajustarse, lo que produce fricciones y, eventualmente, los sismos.
La disipación de energía y los enjambres sísmicos
Alfonzo subraya que el factor clave para entender el riesgo sísmico es la disipación de energía. Si una zona experimenta muchos microsismos (temblores menores a magnitud 3, como los que ocurren a diario en Venezuela, sumando más de 24.067 de enero a septiembre de 2025), la falla está liberando esa energía progresivamente, lo que reduce el porcentaje de ocurrencia de un evento de mayor magnitud.
El verdadero riesgo se presenta cuando no hay disipación y la energía se acumula, bloqueando la falla en un fenómeno conocido como «agarre» que, al ceder súbitamente, genera un terremoto de alta magnitud.
Un ejemplo reciente de esta actividad fue el registro de 154 enjambres sísmicos por la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis) entre el 24 y el 28 de septiembre. El estado Zulia fue el más afectado con 70 temblores, seguido por Trujillo con 40 sismos.
Estos enjambres se concentran cerca de estructuras de alta actividad como la Falla de Boconó y las fallas de Valera y Boca Ancón.
El geólogo explica que Venezuela está asentada sobre un borde de placas transcurrentes, donde la Placa del Caribe se desplaza continuamente hacia el este con respecto a Sudamérica. Este ajuste dinámico genera sismos en las estructuras del occidente, así como en las conocidas fallas de San Sebastián, Maiquetía y El Pilar, lo que convierte a la región occidental, el estado Sucre, Zulia y Caracas en las zonas de mayor riesgo sísmico del país.
Alfonzo concluye que esta energía no solo produce sismos, sino que es vital para la Tierra, manteniendo el magnetismo terrestre y protegiendo nuestra atmósfera. Por ello, instó a la población a tomar conciencia y consultar métodos adecuados de construcción para reducir la vulnerabilidad sísmica.
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