El hostigamiento, la persecución y la criminalización del gobierno de Donald Trump hacia los migrantes venezolanos que residen en Estados Unidos fue el detonante para que María Isabel Romero, de 39 años, decidiera abandonar el «sueño americano» y retornar a Venezuela después de dos años en el país de las barras y las estrellas.
Antes de que Trump agarrara la presidencia, todo funcionaba bien. Yo tenía mi trabajo, estabilidad económica, vivía bien, pero luego, con su ascensión y el inicio de sus políticas anti-migrantes, me dieron dos ataques de pánico. Te sientes como si fueras prácticamente un delincuente cuando no lo eres. Así que preferí regresar y estar mucho más tranquila”, explica la oriunda de Yaracuy.
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María Isabel estuvo radicada varios años en Argentina y tras obtener el beneficio del parole humanitario, apostó por buscar una mejor vida. Sin embargo, lo que inició como una travesía llena de momentos ilusionantes se fue convirtiendo en una pesadilla que la obligó a retornar a Venezuela. Pudo más el temor de ser detenida y humillada por funcionarios del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) que los obstáculos que enfrenta en una nación que late bajo su propia crisis.
El testimonio de la criolla, graduada en Publicidad y Relaciones públicas, evidencia el impacto emocional que viven centenares de miles de connacionales bajo el caótico paraguas de la administración de la Casa Blanca. Pese a tener sus documentos en regla, contar con el Estatus de Protección Temporal (TPS) y un caso de asilo en proceso, la presión y el miedo de ser deportada acabaron con sus ganas de continuar en territorio norteamericano.
Con todo esto de Trump y la cancelación del TPS, todos quedamos en el limbo. Solicité asilo y estaba con estatus pendiente. Si hubiese tenido claro desde el principio que esto pasaría, no me hubiese ido a EE. UU. desde Argentina con el pensamiento de quedarme definitivamente, sino, quizás, de durar los dos años que me duraba el parole y luego devolverme”, agrega.
La venezolana señala que nunca antes había vivido una experiencia similar en otro país y detalla que durante su tiempo en la nación austral siempre se sintió segura. “Increíblemente, el miedo y la tensión que sufrí me hizo recordar mi peor etapa en Venezuela”, cuenta. Decidió regresar para reencontrarse con algunos familiares, pero menciona que su intención es regresar al país austral.
Tengo dos meses de haber llegado a Venezuela. Vine a reencontrarme con mis seres queridos que quedaban aquí y también a sacar el pasaporte, porque sin pasaporte en otros países no eres nadie. No me quedo porque siento que todavía faltan muchas cosas por avanzar y más cuando vienes de un país donde todo funciona”, resalta.
Un plan B
Moreno, nombre sugerido para resguardar su identidad, es una tachirense, de 35 años, que migró a Estados Unidos en 2023 desde Perú. Se estableció en una pequeña ciudad de Nevada. La criolla beneficiaria del TPS y con un caso de asilo en proceso, asegura que vive una vida tranquila. Sin embargo, no oculta la incertidumbre que siente por saber qué pasará con su futuro en el país.
Como muchos, teme ser detenida por funcionarios de migración, por lo que, asegura, trata de cumplir con las leyes para evitar cualquier tipo de inconveniente de las autoridades, aunque es consciente que no está exenta de vivir una situación irregular donde pudiera ser arrestada, a pesar de mantener un estatus legal.
Lo que hay que hacer es portarse bien, cumplir las leyes, no manejar tomando alcohol y tener un plan B porque uno nunca sabe en qué momento a uno lo agarren y lo deporten”, reconoce.
Moreno aclara que su lugar de residencia es tranquilo y hasta el momento no ha sido testigo de ninguna redada cerca de la zona, pero confiesa que conoce varios casos de personas que fueron arrestadas en su sitio de trabajo. «A los que agarran sin hacer nada es por mala suerte, pues les ha tocado», agrega.
La mujer señala que las personas que aplicaron al Estatus de Protección Temporal en 2023 se mantendrán con el amparo solo si realizaron el trámite antes de febrero de 2025 y detalla que su intención es quedarse en el país hasta las últimas consecuencias.
“La única forma de que me vaya es que me saquen. Las personas que se portan bien y tengan un caso migratorio posiblemente puedan ganar el caso con un abogado. Hay personas que se casan y solicitan un estatus por matrimonio, pero cuando la persona entra por frontera es difícil arreglar el estatus porque tienen una entrada ilegal”, comenta.
«No quiso pedir asilo y se fue»
Ante la incertidumbre que se vive en el territorio estadounidense ante la inminente cancelación del TPS, muchos venezolanos han decido seguir el ejemplo de María Isabel y abandonaron el país en buscar un lugar seguro para empezar de cero, debido al miedo que genera ser deportados o encarcelados en una prisión norteamericana.
Hay mucho miedo, conozco personas que me dijeron para solicitar asilo y luego decidieron abandonar el trámite para irse a España», agrega Moreno. Otros destinos comunes en el continente son Argentina y Chile.
Este tipo de casos abunda, asegura la migrante venezolana, quien detalla que una amiga cercana también decidió dejar el país de las oportunidades para viajar hasta Argentina, donde, según explica, tiene pensado solicitar una visa para entrar de manera legal a Chile y reencontrarse con su madre. «Ella no quiso pedir asilo. Dice que Estados Unidos le cerró las puertas y simplemente se fue».
La tachirense hizo un llamado de atención e instó a los migrantes a no dejarse llevar por todo lo que miran en las redes sociales. Es crítica con quienes cedieron luego de arriesgarse y haber logrado tanto. Piensa que debería haber motivo para abandonar EE. UU. si se cumplen todas las leyes. Recomienda tener una propiedad o un lugar seguro al que llegar en caso de tener que regresar al país.
Recomiendo tener algo en Venezuela, no importa si es el peor del mundo, si se está cayendo, ese es el único país que no te va a deportar. Mucha gente vendió todo y ahora no tienen dónde llegar. Tener casa es fundamental porque uno nunca sabe si necesita regresar”, sentencia.
Flujo a la inversa
En medio de la ola de migrantes que decidió retornar destaca Juan Andrés Díaz, un venezolano que fue detenido por agentes de migración mientras laboraba en una obra de construcción en la ciudad de Oklahoma. En diálogo con CNN en Español, el criollo relata que una vez capturado fue llevado en autobús y luego en avión hasta la frontera con México con otra persona.
No están perdonando a nadie, seas puertorriqueño, venezolano, colombiano u hondureño. A todos nos están agarrando y tratando feo. Ya estamos cansados de sufrir”, señala.
En medio del reciente polvorín diplomático entre Caracas y Washington, Donald Trump y Nicolás Maduro, con Richard Grenell como consejero, acordaron habilitar un canal para el retorno periódico de migrantes criollos. Con vuelos que incluso salieron de México, como parte del Plan «Vuelta a la Patria», suman más de 75 vuelos en 2025 con más de 14.000 viajeros, entre retornos voluntarios y deportados.
Jorvis Castillo, caraqueño que vivió dos años en Texas como indocumentado vivió la misma situación que María Isabel, y ante la persecución de las autoridades contra la migración irregular, abandonó el país de manera voluntaria. “Te tratan como un criminal. Me preocupaba que me enviaran a la Cárcel de Bukele en El Salvador”.
Tanto su caso, como el de Romero son un reflejo claro de la zozobra que siente la comunidad venezolana en suelo estadounidense. «No se sabe qué puede pasar, cuándo y cómo te van a agarrar», asegura ante las cámaras de televisión. “Yo trabajaba en un carro de delivery, se me hacía complicado porque los agentes de migración estaban siempre en la calle”, sostiene.
El venezolano destaca que vendió todas sus pertenencias en Venezuela y ahora vive con su madre. A diferencia de María Isabel Romero, no siente que quedarse en el país es “echar para atrás”. “En todas partes toca sobrevivir. Prefiero hacerlo en mi tierra”, sentencia.
Con información de Versión Final
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