Variedades

Nuestro cerebro y el Optimismo

¿Eres de los que piensa que no esperar nada, y tener bajas expectativas es el secreto de la felicidad?

Algunas personas dicen que el secreto de la felicidad es tener bajas expectativas, ya que, si no tenemos expectativas favorables de caras al futuro, sino esperamos encontrar cosas que nos favorezcan en la salud, en el amor, en la vida misma, sino esperamos tener éxito, entonces estas cosas no suceden. Y cuando lleguen las cosas buenas, estaremos gratamente sorprendidos, sin decepción y seremos felices. Quizás, sea una buena teoría, pero resulta incorrecta.

Por Rina López

     Por otra parte, el secreto de la felicidad, va más allá de las bajas expectativas. Según el psicólogo estadounidense M. Seligman, para alcanzar la felicidad es necesario disponerse a trabajar en tener una vida gratificante. Es decir, cubrir nuestras necesidades básicas; además, descubrir nuestro potencial y desarrollarlo para sentirnos realizados, finalmente tener una vida con sentido, que implica dedicar nuestro potencial a contribuir a la felicidad de los demás.

Seligman no cree en esas personas que parecen vivir en un constante estado de optimismo ingenuo y felicidad constante. Pero tampoco considera lógico y sano caer en el desánimo persistente y el pesimismo.

Leer más: Coronavirus y las emociones

Después de las consideraciones anteriores, es necesario explicar lo importante del optimismo y como actúa sobre nuestro cerebro.

La tendencia optimista, es esa capacidad de ver el futuro como algo mejor que el pasado y el presente, y la predisposición a subestimar las cosas negativas, además de sobrevalorar la posibilidad de que nos ocurran cosas buenas. Un ejemplo de esto podría ser que, subestimamos la posibilidad de sufrir enfermedades mortales o sufrir accidentes y perder la vida, pero sobreestimamos la longevidad, o en otro ámbito, las posibilidades laborales. En tal sentido, se debe decir que somos más optimistas que realistas.

Se piensa que esta tendencia optimista, tiene una función adaptativa, lo que conlleva una carga positiva y otra negativa.

     En el lado positivo, si tenemos expectativas positivas con respecto al futuro, se reducirá el estrés y la ansiedad, en tal sentido favorecerá nuestra salud mental y física. Hay estudios que comprueban que aquellas personas optimistas, tienden a vivir por más tiempo y a ser más fuertes de cara a las enfermedades. Al tener expectativas positivas, es muy posible que actúes en consecuencia y evidentemente, conseguirás el resultado que esperas, así podemos ver, que los optimistas tendrán éxitos en varios ámbitos, incluyendo el profesional, el deportivo, educativo y otros.

     En el lado negativo, encontramos que si los riesgos son subestimados, posiblemente no se tomen las precauciones pertinentes. Lo que puede ser un factor en contra que no nos favorezca. La ausencia de las lentes optimistas en ciertas circunstancias es necesaria. Especialmente cuando el riesgo o la pérdida es o puede ser grande, se recomienda dejar de lado el optimismo.

     Los estudios señalan que, esta tendencia al optimismo, puede estar sujeta a la genética en un 30%, pero también está íntimamente relacionado con las experiencias y la cultura. Lo que significa que, se puede, entonces, aprender a ser optimista de una forma inteligente:

Conviértete en optimista

Heredamos el estado de ánimo de los padres. Entre el 25% y 50% de la habilidad para ser feliz se encuentra en los genes, lo que significa que el resto es nuestra tarea. El cerebro es reeducable, así pues, trátalo con pensamientos positivos. Deja las frases que te condicionan, como por ejemplo “no soy pesimista, soy realista”. Hazte cargo de esas percepciones parcializadas y empieza a moldear la perspectiva de las cosas. Como ejemplo, el famoso vaso medio lleno o medio vacío.

Presta atención al lenguaje y hábitos, pueden ser sinónimo de confianza, certeza y seguridad o bien lo contrario.

Las personas quieren gente alegre y positiva que contagie emociones que motiven a vivir mejor. Victimizarte, puede reforzar en ti la idea de que dar pena y compadecerse de uno mismo atrae a las personas. Sin embargo, ocurre lo contrario, laspersonas se  alejan.

Pensamiento, emoción y conducta

Seguramente, habrás escuchado decir que somos pensamiento, emoción y conducta y para ir un paso más, hay que decir que, cada variable influye en las otras.

Cada vez que hay una emoción, en tu mente, se recrean distintos pensamientos que irán integrando esa emoción: Entonces, aparece la frustración, la ira, la angustia y otras. Dependerá de ti, como los vas a ir integrando.

No todos los pensamientos e ideas son reales, no permitas dejarte llevar por ellos. Aquí conviene mencionar esa vocecita interior que, cuando vas muy bien, te dice: “Ey, ve con calma y no te pases…”Pues con los pensamientos negativos ocurredel mismo modo.

Háblate en otro idioma

     Cuando te haces consciente de tu monologo interno, te das cuenta de todas las frases y palabas que te limitan. En tal sentido, necesitas tomarte un tiempo para observar, sentir y anotar qué te pasa por la mente ante situaciones que te suponen retos.

     A partir de allí, podrás diseñar tus propios diálogos internos, decidiendo entre uno pesimista o uno que favorezca y estimule positivamente cualquier día gris.

Las personas que empiezan a hablarse de éste modo se sienten capaces, con más fuerza, y se predisponen a las nuevas oportunidades con energía renovada.Secentran en su presente, borrando experiencias pasadas que sólo tendrán ya en cuenta para mejorar, perfeccionarse y seguir intentando lo que se proponen.

Con referencia al “sobreoptimismo”, hay una inflexión importante que hacer para  entender las consecuencias negativas de éste y conducirnos a corregir los resultados sin cambiar la percepción. Por ejemplo: “Como soy optimista, no uso tapaboca y no tomo las medidas sugeridas por la O.M.S contra el coronavirus”; ahí está el error.Ahora bien, la idea no es cambiar la percepción y decir “uso tapabocas porque me voy a contagiar sino lo hago”. Más bien podría decirme “uso el tapaboca como medida de prevención ante el coronavirus”. Entonces se deben utilizar otras cosas para corregir las consecuencias dañinas del optimismo sin alterar la percepción del optimismo.

Finalmente, hay que decir que el optimismo, en términos generales, es favorable. No ser optimista está relacionado con depresión ligera y por eso es tan importante estimularlo.

Rina López / Instagram @rlopezfree – Twitter @RinaLopezAsesor


Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios