Opinión

¿Venezuela sin salida?

¿Transición… hacia dónde? Por meses he advertido que el adversario se está fortaleciendo para mantenerse en Miraflores. Gobernando o no, sus intenciones están claras: conservar el poder por seis años más, al costo que sea. Y cuando hablo del costo que sea, me refiero a cambiar 180 grados el modelo socialista; a diferencia del pasado reciente, donde mantener el poder por asalto fue la opción más fácil de sostenerse al frente del Estado. 

Por Griselda Reyes

Los radicales parece que se han quedado en segundo plano, ganando terreno los más abiertos al mercado. Al menos esto es lo que se palpa en un país donde el control de precios y otras medidas ortodoxas, son un mal sabor de boca del pasado. El chavismo hoy no es Chávez y su modelo. Es Maduro abierto al mercado, sin importarle nada más que gobernar… a su manera, claro está.

No comulgo con quienes dicen que Venezuela se arregló por pequeñas burbujas comerciales desarrolladas en los centros urbanos del país. Saldré sin tapujos a defender una verdadera transformación económica cuando nuestros enfermeros cobren un salario que les permita mantener a sus familias o cuando nuestros maestros no tengan que salir a la calle a reclamar sueldos de hambre… Lo resumo más: tan sencillo, como cuando la gente de las comunidades rurales tenga zapatos para poder desplazarse.

Por un lado, tenemos un Ejecutivo Nacional conducido por Nicolás Maduro, que mantiene el control territorial y absoluto del país. Mientras que por el otro, proliferan candidatos que no suman la aceptación popular que garantice el cambio de Gobierno en 2024. Y eso lo reflejan las encuestas más prestigiosas de Venezuela

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Frente a esto, cuando algunos expertos nos hablan de transición en medios de comunicación, lo primero que me viene a la cabeza es la pregunta ¿Hacia dónde? Vemos como el país sigue su curso, con millones de desfavorecidos condenados al hambre y la miseria, sin que los distintos factores de oposición influyan en este proceso.

Muestra de ello, es el resultado de la mesa de negociación de México, en cuyo proceder muchos confiamos, pero cuyo mayor éxito, hasta este momento, fue la habilitación o no de candidatos de partidos del denominado G4 para las pasadas elecciones regionales y municipales.

Sobre este punto quiero detenerme y destacar la falta de representatividad de esos actores frente al país nacional. Por eso, he pedido reiteradamente nacionalizar cualquier proceso de negociación e incorporar a los representantes de las bases: maestros, trabajadores de empresas básicas, líderes populares… la gente que siente y padece la cruda realidad nacional.

Somos cientos de voces capacitadas que debemos ser incorporadas a un diálogo que dé frutos a la crítica situación; pues este sigue siendo un proceso estéril, en el que pareciera que solo se piensa en lo electoral y no en soluciones reales para la gente.

Para evitar que las oposiciones sigan formando parte de una comparsa infecunda, debemos fijar la vista en 2024, pero también en 2025. Si desde ya no nos articulamos para sendos procesos, y definimos un liderazgo colectivo, colegiado, seguiremos viendo pasar la transición de un socialismo a otro en cámara lenta, frente a nuestros ojos, con la ciudadanía cada vez más decepcionada. 

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Es la hora de actuar. Seamos solidarios con quienes a diario sorteamos graves obstáculos por seguir en el país. Ya basta de vender humo a la ciudadanía y seguir esperando, con los brazos cruzados, que la solución nos llegue en un buque extranjero o por cesión de espacios. Los espacios se luchan, se conquistan y se ejercen. ¡Esa es nuestra obligación!

Por Griselda Reyes


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