Opinión

Un anhelado y merecido objetivo de las elecciones

Este año no estaremos concurriendo a unas elecciones comunes y corrientes, ni los tiempos que seguirán a estas elecciones serán tiempos comunes y corrientes. Ha llegado el momento de ser honestos con el país y ocupar cada quién su puesto, incluido el más honroso: el de ser un venezolano común y corriente, de a pie, como decimos coloquialmente; pero sin caer en falsos idealismos que nos impidan la comprensión eficiente del juego social, económico y político, de la triste realidad que hoy tenemos como país.

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Resulta absurdo negar que, ante la proximidad de una elección tan primordial para el futuro de nuestro país, se siente una atmosfera de angustia, incertidumbre y temor. Son muchos los estudios políticos del país que nos indican que el miedo a votar induce a muchas personas a no participar en la animada campaña electoral, por el temor a sufrir las consecuentes y reiteradas represalias del régimen, de allí que resulte un lugar común reiterar que el miedo resulta el arma preferida por los dictadores y amigos del totalitarismo y del pasado.

Por Manuel Barreto Hernaiz

La actualidad nos muestra que el olvido y el miedo son los instrumentos del poder, y en eso ha puesto su empeño el régimen; sin embargo, la angustia y la incertidumbre no nos pueden conducir a temores ni desaciertos, pues no hay más espacio para el error. La rabia y la frustración pueden ser el impulso que active los cambios tan ansiados, pero no es lo más propicio para lo permanente.

En los ciclos históricos de las sociedades, siempre se presentan momentos de crispación, temor y desesperanza. Tal como lo que se puede sentir actualmente en nuestro país, debido la avalancha “comunicacional” de un régimen que ya sabe por quién doblan las campanas. Lo normal, en este tipo de regímenes es que el deseo de mantenerse en el poder por cualquier medio degenere en tiranía opresora. Ya lo habíamos mencionado: el estereotipo de construcción permanente del discurso oficial sobre el cual se ha encaramado el gobierno, responde a la necesidad de mantener «en el aire» a un enemigo público para la subsistencia del régimen.

Ante esa situación, la participación electoral y la lucha por llenar y reconquistar espacios institucionales es la mejor estrategia que podamos adoptar. No existe mejor alternativa que la participación para frenar las ambiciones totalitarias de este perverso régimen y aspirar a una transición pacífica de poder en las venideras elecciones presidenciales. Se hace menester repetirlo una vez más: las únicas armas con las cuales contamos para estas confrontaciones son el compromiso ciudadano, el valor de cada uno de nosotros y los votos…

Ahora bien, la ruta que nos conducirá a la meta para superar toda esta ruindad totalitaria se dará si nos concentramos en las tareas pendientes y en cumplirlas con la certeza que la gente responderá a la conformación de la RED 600k y de GANA, herramientas muy bien concebidas para lograr tan anhelado y merecido objetivo como lo es recuperar nuestro país, ese que le debemos a nuestros hijos.

Por Manuel Barreto Hernaiz

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