“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.” Nelson Mandela
A raíz del recrudecimiento de los atropellos y las arbitrarias detenciones de correctos y probos ciudadanos, aparecen en las redes mensajes prudentes que propician extremar precauciones, al punto de un exagerado encierro y un casi obligado silencio, lo que nos conmina a replantear ciertas opiniones ya expresadas, pues en este absurdo recorrido, ya llevamos cinco lustros, y cada día se hace más intolerable y cruenta la lucha por el rescate de la democracia y de la dignidad.
Por Manuel Barreto
En estos momentos de tropical totalitarismo que atraviesa nuestro país, ni las libertades públicas – en particular de pensamiento, opinión, expresión y sobre todo, democrática y legal aspiración electoral – ni las igualdades políticas, están garantizadas a los ciudadanos.
Todas las acciones de coacción, allanamientos, o “capturas” absurdamente amparadas, aupadas y ordenadas por los aquiescentes tribunales del régimen, tan sólo buscan judicializar a los opositores. Se pretende el sometimiento a la obediencia de la ciudadanía, mediante la coacción, y el amedrentamiento; que no pueda organizarse, utilizando, para tratar de alcanzar sus nefastos objetivos, esa cartilla que dejaron regímenes totalitarios del pasado siglo: el miedo a la represión; miedo a ser espiado; miedo a los castigos físicos y morales. Miedo a ser expulsado del puesto de trabajo. Miedo a la cárcel; miedo a ser despojado de su propiedad.
A medida que se deteriora la situación económica del país y aumenta el reclamo popular al régimen, en esa misma medida irá aumentando la intolerancia, la represión, la persecución de sus enemigos y la pérdida de derechos políticos de los venezolanos.
Leer más: No a la rendición
Ya llevamos cinco lustros, y cada día se hace más intolerable y cruenta la lucha por el rescate de la democracia y de la dignidad.
El 22 de octubre de 1978 (exactamente 45 años antes de la contundente Primaria) Karol Wojtyla, mejor conocido como Juan Pablo II, lanzó a la Humanidad, ante la maldad imperante en los países bajo el yugo comunista, el firme exhorto de Cristo: “No tengáis miedo»… No tener miedo debe ser la consigna que nos acompañe en esta dura pelea ante esa furia desatada por el régimen para aterrorizar, deprimir e inducir un fatalismo derrotista en el 80% de los venezolanos que anhelamos y merecemos un país mejor.
Y no se trata de insensatez o imprudencia, sino de ese coraje que no significa la ausencia del miedo sino la voz de la consciencia que nos dicta que hay algo por lo que merece la pena dar lo mejor de cada uno.
El gran Victor Hugo decía que es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien; luego, dependerá la actitud crítica, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación coherente, el rescate del país que merecemos y anhelamos como sociedad.
Por Manuel Barreto
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