Opinión

Contra las cuerdas

Durante la época previa a la Revolución Francesa, los reyes emitían las llamadas “Lettres de Cachet”, (Órdenes Reales) que permitían encarcelar a cualquier ciudadano, indefinidamente y sin recurso legal.

Luego vendría el llamado “Terreur” (1793/1794) época cuando, en nombre de la Revolución, se cometieron atrocidades de todo tipo contra los ciudadanos que no estaban de acuerdo con los procedimientos arbitrarios de quienes radicalizaron un proceso que, originalmente, prometió un futuro de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” entre los ciudadanos franceses.

Ambas épocas, en un mismo país, y con poco tiempo transcurrido entre ambas, donde los extremismos, tanto el de derecha como el de izquierda, recurren a métodos ilegales y despóticos para imponer sus ideas.

Por Peter Albers

Ambas épocas son un ejemplo de los medios a los que una autoridad, tanto de derecha como de izquierda, recurre para someter a los descontentos, desesperada al no encontrar una aprobación a sus abusivos y degradantes manejos, y a su corrupta administración.

Lo que se lee, ve y oye en los medios de comunicación da la sensación de que el régimen que asola a Venezuela se siente cada día más acorralado, como boxeador contra las cuerdas, desesperado lucha por sobrevivir, apoyado en las mentiras y maniobras que sus técnicos y asesores, propios y, según los rumores, también de otros países “amigos” igualmente gobernados por despóticos mandatarios, van tramando y difundiendo para tratar de sacar de ese arrinconamiento al obstinado usurpador. El problema está en que no quiere “tirar la toalla” y salir de esa esquina, desde donde se defiende tirando golpes a mansalva contra todo el que se le antoje su enemigo, apoyado y ayudado, para colmo de males, por el ladino “referee”.

Leer más: ¿Por qué la democracia?

Debería darse cuenta de que ningún venezolano, de los que se oponen a su régimen es su enemigo, esto último diferente a opositor; por el contrario: los enemigos los tiene alrededor, sabedores ellos de que cualquiera salida negociada del déspota será su propia perdición: perderán sus beneficios y ganancias. Se quedarán guindando de la proverbial brocha. Quienes se oponen al régimen, y sus mercenarios motorizados, sólo desean que deje asumir el cargo de presidente, para el que fue indudablemente elegido, al ganador en las elecciones del 28 de julio. Y que dejen sus secuaces, internos y externos, el campo libre para que ese presidente conforme el equipo de trabajo que sacará a Venezuela del marasmo en que se encuentra, gracias a la actividad delincuencial y destructora de quienes han ejercido el poder en lo que va de siglo.

El mastodonte arrinconado ha adoptado una táctica defensiva que no le va a funcionar: el meter preso a todo el que se le oponga. Que sólo le servirá para mantenerse en el poder, contra todo principio constitucional, alejado del pueblo que lo rechazó, y del concierto de naciones que reconocen como Presidente a quien se ganó el voto de la inmensa mayoría de los venezolanos.

Al paso que vamos, la mayoría de la población estará pronto en situación de peligro mortal. Bastará que proteste porque se quedó sin electricidad o sin empleo, se le quemó el motor de la nevera por un salto de voltaje, o maldiga las interminables colas de la gasolina.

Quienes deben defender a la Patria de enemigos, tanto internos como externos, junto con el pueblo, están obligados a restablecer el orden constitucional. De lo contrario, Venezuela se paralizará por falta de gente: unos en el exilio, otros presos, y el resto escondido de los torturadores.

Por Peter Albers

Sigue leyendo:

Juana de Arco

Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios