Opinión

«Échale bolas»

Al graduarme de bachiller y poco antes de irme a estudiar a la ULA mi madre me echó 20 bolivares en el bolsillo, pero a su vez me echó una «pela» (castigo con correa). Esa genialidad nada edulcurante y propia de los bárbaros del siglo VI, era una manera de decirle a su hijo: vaya y «échale bola» al estudio, o si no, ya sabe lo que le espera.

Por: Edgardo José Gutiérrez Guillén

Bueno, no otra cosa podía esperarse de una madre que sólo tenía primer grado, pero de algo sirvió ese «échale bola», porque después a punta de «chuleta» (no precisamente de cochino), le llevé el título, que al verlo solo atinó a decir: a mí no me traiga ese «peazo» de papel, pa’cá se trae dinero.

En ese aspecto mi bella madre era tonta, tonta, pero no tanto.

Carlos Andrés Pérez, quien dos veces sería presidente de la República, cuando se dirigía al pueblo terminaba el discurso con la frase: «manos a la obra», siendo una manera algo optimista de decirle a su pueblo: «échale bolas», aunque muchos de sus colaboradores lo entendieron como «échale mano al erario publico».

Para un hombre que medianamente hablaba el castellano, por lo menos cuidaba las distancias en la utilización del verbo, además de poseer el don de la creatividad, pues fue el creador de la palabra: «autosuicidio».

Rafael Caldera Rodríguez, quien también sería dos veces presidente de la República, al terminar sus alocuciones, decía: hay que «echale pichón», siendo una manera criolla de decirle a su pueblo: «échale bolas».

Para un doctor con cinco idiomas en su haber lingüístico, además de ultra católico, era impensable utilizar la palabra «bola», pues la misma hacía pensar que se refería a las esféricas del «homo sapiens», pero su estatura de estadista doctorizada no le permitía llegar al extremo de utilizar esa palabrita cochambrosa.

Winston Churchill, primer Ministro de Gran Bretaña, al terminar su exposición en el parlamento británico, en pleno desarrollo de la segunda guerra mundial, lo hizo con una frase que después sería utilizada en varios escenarios: «sangre, sudor y lágrimas», siendo una manera convincente y trágica a su vez, de decirle a su pueblo: «échale bolas», porque de lo contrario las bombas hitlerianas caerían sin misericordia en suelo inglés.

Para un escritor, abogado, de abolengo noble, y de clara circunspección ortodoxa propia del inglés, le era imposible usar la palabra «bola».

La ingeniero María Corina Machado, graduada en universidades norteamericanas, con cuatro o más idiomas en su haber, de inteligencia avasallante y proveniente de una familia pudiente, ayer sábado dejó a mas de uno boquiabierto, al decir, no de la manera carloandresiana, tampoco calderiana, mucho menos churchiliana, que si el gobierno tenía las actas de las elecciones pasadas que le «échara bolas» y las presentara.

Si bien pudiera verse una manera poco femenina en el léxico de una aspirante a ser presidente, que de sus sensuales labios brotara la frase «échale bola», no menos cierto es que no hay otra manera de expresarse contra un régimen que sólo juega con cartas marcadas, además la expresión de MCM, fue la de todo un pueblo cansado por las tramposerías descubiertas.

De allí que la lider no anda camuflajeando un léxico propio del vulgo, sino que dice las cosas por su nombre, y al venir de ella se convierte en una melodía de Mozart, que agrada hasta los mas finos oídos de la excelsa clase aristocrática.

Esa palabra utilizada por MCM que en Venezuela aparenta referirse a los genitales del hombre y no una frase proveniente de otro país, fue para emplazar a la gente del régimen a que se atreviera a mostrar las actas, pues de hacerlo, quedarían al desnudo, y su anatomía sería el hazmerreír del pueblo al ver un «machote» sin «bolas», ya que las mismas las lleva en este momento la atrevida mujer.

En el momento en que María Corina Machado, deja de lado palabras dulces, para expresarse sin medias tintas, con un léxico cojonero, no está siendo otra cosa que llamar las cosas por su nombre, al expresar que si allá en el lado de las «trampas legales» no hay «bolas», en este lado de la decencia si hay, y las lleva una mujer no precisamente en medio de las piernas.

Ya no digo más.

Edgardo José Gutiérrez Guillén, de Santa Cruz de Mora.18 de agosto de 2024.


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