Una mujer que mantuvo a su bebé escondida durante tres años en un cajón sin dejarla ver la luz el sol ni a otro ser humano, ha sido condenada a siete años y medio de cárcel en el Reino Unido, donde el caso ha conmocionado a todo el país.
El impactante caso, revelado en el Tribunal de la Corona de Chester, al noroeste de Inglaterra, ha sido descrito como un «terrible secreto» que condenó a la niña a lo que el juez calificó como una “muerte en vida”.
El tribunal escuchó que la madre, cuyo nombre no se puede divulgar por razones legales, ocultó la existencia de su hija a su pareja, a otros miembros de la familia y a sus propios hijos.
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La niña, que estaba a semanas de cumplir tres años de edad cuando fue descubierta, presentaba signos alarmantes de descuido extremo: Estaba severamente desnutrida, deshidratada, y tenía un desarrollo físico y psicológico equivalente al de un bebé de menos de un año.
Además, sufría de un paladar hendido sin tratar, junto con otras deformidades y erupciones en la piel, según informó la agencia PA Media.
El fiscal Mihangel relató que la infante había sido alimentada únicamente con cereal lechoso mediante una jeringa, mientras permanecía aislada en el cajón. No tenía interacción social, no salía de la casa y nunca había recibido atención médica adecuada. Su estado fue descrito como “catastrófico” tanto física como emocionalmente.
El caso salió a la luz cuando la pareja de la mujer descubrió accidentalmente a la niña. Mientras regresaba a la casa para usar el baño, escuchó un ruido extraño proveniente de una de las habitaciones. Su hallazgo llevó a que otros familiares alertaran a los servicios sociales, quienes encontraron a la niña en condiciones deplorables dentro de un cajón en una de las habitaciones de la vivienda.
Cuando se confrontó a la madre, esta no mostró arrepentimiento ni emoción. Según declaró una trabajadora social durante el juicio, parecía completamente despreocupada y aseguró que la niña no era “parte de la familia”. La mujer también confesó que inicialmente no sabía que estaba embarazada y que había sentido “miedo” al dar a luz.
El juez Steven Everett condenó las acciones de la madre, señalando que había privado a la niña de amor, cuidado, atención médica y cualquier oportunidad de socializar o tener una vida digna. Afirmó que el aislamiento y la negligencia sufridos por la niña eran inconcebibles.
Por su parte, la defensa argumentó que la fémina enfrentaba problemas de salud mental y que su situación se había agravado debido a una relación abusiva con el padre de la niña, sumado al estrés del confinamiento por la pandemia de COVID-19. Sin embargo, el juez rechazó estas justificaciones como excusas insuficientes para la crueldad ejercida.
Actualmente, la niña se encuentra bajo el cuidado de una familia de acogida, donde se ha observado un progreso significativo. Según el juez, es una “niña inteligente” que “está volviendo lentamente a la vida”. Sin embargo, al ser trasladada al refugio, inicialmente no reconocía ni siquiera su propio nombre, lo que refleja el profundo impacto de los años de aislamiento.
Los otros niños, que recibían muy buenos cuidados, ya no viven con su madre. Este caso ha generado indignación pública y destaca los graves efectos de la negligencia infantil, así como la importancia de detectar señales de abuso en los entornos familiares.
Con información Notitarde
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