Opinión

Los mercados periféricos

El viejo “Mercado Principal” ubicado en la esquina noreste de la Avenida Constitución con la Calle Comercio era insuficiente para el vertiginoso aumento de la población

Hace sesenta años Valencia estaba limitada en su expansión territorial. Por el norte, un Cuartel y una Escuela Granja Salesiana la separaban de la vecina Naguanagua; por el este y el oeste, los ramales montañosos de la Cordillera de la Costa eran un obstáculo insalvable, y todavía lo son. Le quedaba la opción del abanico de tierras que se desparramaban entre el Lago de Valencia y el Campo de Carabobo, pero eran tierras de cultivo de caña de azúcar y de engorde de ganado, y para conservarlas así e impedir esa expansión, el presidente Pérez Jiménez hizo construir la Autopista de Circunvalación Sur. Lo malo fue que dejó un paso por debajo, para dar salida de los productos de esas tierras de cultivo hacia Puerto Cabello y para ir a la zona de El Paíto, y por allí se coló la Fundación de la Vivienda Popular, y otro para comunicar a la ciudad con las poblaciones al sur del Lago. Todavía se podía considerar que el Municipio Candelaria estaba en la periferia de la ciudad.

Por Peter Albers

Hace unos sesenta años, en Valencia existía ya la llamada “Fundación para el Mejoramiento Industrial y Sanitario de Valencia”, cuyo largo nombre se abrevia “FUNVAL”. El viejo “Mercado Principal” ubicado en la esquina noreste de la Avenida Constitución con la Calle Comercio era insuficiente para el vertiginoso aumento de la población, ocurrida a raíz de la exitosa iniciativa, también de FUNVAL, en el desarrollo de la “Zona Industrial Municipal” de Valencia (ZIM). Si bien existía también el Mercado Libre en la parroquia Candelaria, el déficit de puestos populares de venta de alimentos era crítico. En vista de ello, FUNVAL acometió el proyecto de construir varios mercados del tipo tradicional (no automercados) en terrenos estratégicos diseminados en la periferia de la ciudad. De allí el nombre de los inmuebles a construir: Mercados Periféricos.

Lea también Descifrando a Trump, desde USA

Para el primero se tenía ya el terreno asignado, aportado por el Concejo Municipal de entre su patrimonio de terrenos ejidos. Ubicado entre las Avenidas Aranzazu (109) y Escalona (108), y las Calles Infante (85) y Sucre (86).

El terreno era rectangular y de dimensiones apropiadas, pero había que diseñar un prototipo modular y flexible, adaptable a los que, en el futuro, fuera FUNVAL destinando para los próximos Mercados Periféricos, sin tener que hacer un proyecto, iniciando desde cero, para cada terreno.

El edificio fue programado para contener toda la oferta: frutas, legumbres y verduras, mercancía seca y envasados, carnes y productos lácteos, etc., más una plaza de mercado libre para vendedores ocasionales o ambulantes, además de los servicios requeridos.

Años más tarde se hizo evidente la insuficiencia del Mercado, pues a sus puestos concurría gran parte de la población de Valencia, y compradores venidos de urbanizaciones y barriadas distantes colmaban los pasillos internos. Así que, en lugar de continuar con el programa de nuevos Mercados, FUNVAL decidió, sin consultar a los autores del proyecto, añadir un techo en el sitio de la plaza de venta exterior, construyendo un lamentable galpón barato de láminas y estructura metálicas que arruinó por completo el aspecto del edificio. Asimismo, se revistió la fachada con tablillas o falsos ladrillos y columnas simuladas que distorsionan la relación entre la fachada y el interior, creando una falsa imagen de la estructura del edificio.

Un “pañito caliente”, producto de la improvisación, que ha frustrado las posibilidades de una Valencia mejor.

Otro ejemplo de la Valencia que pudo haber sido y no fue.

Por Peter Albers


Visítanos en Twitter e Instagram

Comentarios