En realidad, siempre he querido pensar que lo hicieron con buena intención, pero, de todas maneras, Puerto Cabello ha tenido muy mala suerte con algunos gobernantes. Ha dejado de ser ese “Pedacito de cielo/Que acarician las aguas/De estas playas caribes” que cantó Italo Pizzolante.
Primero, pocos años después del perezjimenato fue demolido el vistoso y admirable edificio de la Aduana, justo enfrente del Castillo de San Felipe, hoy Base Naval, y cárcel durante el gomecismo. Fue sustituido por un anodino edificio, que pasa desapercibido entre las moles transatlánticas amarradas a los muelles.
Por Peter Albers
Más tarde, durante el paréntesis democrático entre la dictadura militar y el desastroso “socialismo del siglo XXI”, vendría la demolición de edificios icónicos de Puerto Cabello, como el Hotel “Los Baños” que, con su estilo morisco, daba la bienvenida a los cruceros cargados de turistas que traían las navieras especializadas en cruceros por el Caribe, junto con la hilera de casas frente a la Plaza Flores donde Pizzolante un domingo, paseando, también tuvo amores.
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No satisfechos con la demolición de este conjunto, que enmarcaba la hermosa plaza poblada de almendrones, las máquinas siguieron hacia el sur, demoliendo casas solariegas, el honorable Colegio de La Salle donde se formaron varias generaciones de ciudadanos útiles a su país, el “Club Recreo”, y todas las casas a lo largo de la orilla del mar hasta llegar a la llamada “Playa Blanca”.
El proyecto reemplazó todo ese patrimonio histórico y cultural de Puerto Cabello por un desolado y asoleado malecón, donde abundan, acunadas sobre el inhóspito concreto o amarradas a embarcaderos, y ofensivamente llamativas entre las más modestas de los humildes pescadores, lujosas embarcaciones, yates y veleros que, en la situación que vive el país, son una bofetada a la población que padece hambre, servicios deficientes, escuelas ruinosas, hospitales desequipados, y miserables salarios.
Y, llegando al presente, hemos visto un video donde se muestra la inauguración de un hotel en otra de las joyas históricas de Puerto Cabello: la Casa Guipuzcoana. Una joya colonial con siglos de historia, construida en 1734 como sede de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, una empresa mercantil creada por comerciantes vascos para monopolizar el comercio entre Venezuela y España, que pasó a ser Cabildo y cárcel en la época colonial, taller y residencia de artesanos, sede aduanera y después residencia de José Antonio Páez.
Fue declarada Monumento Histórico Nacional el 11 de julio de 1978; y últimamente funcionó en ella la Biblioteca Fundación Ramón Díaz Sánchez, gracias al gran impulso del fallecido abogado, poeta, escritor e historiador Asdrúbal González Serven, nacido en Puerto Cabello en 1939 y fallecido en 2023, quien promovió su restauración y adaptación, para albergar la biblioteca como parte de un esfuerzo por preservar el patrimonio cultural local.
Ahora se le ha antojado al vampiresco gobernador instalar allí un Hotel Boutique con 21 habitaciones. A juzgar por el video, muy lujosas.
No quiero pecar de malpensado, pero, habida cuenta que la mayoría de los países del mundo, conocedores de nuestra situación, han establecido una “alerta roja” que recomienda a sus naturales abstenerse de acercarse a nuestras fronteras, no puedo dejar de imaginarme el uso que se le dará.
Ya Puerto Cabello ha dejado de ser aquel de los “lindos rincones donde hay un embrujo que me hace vivir” que cantó uno de los hombres que más han amado a su terruño.
Por Peter Albers
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