Cada momento político deja en la orilla una resaca de personajes. Una galería que va desde los que ni cuenta se dieron de que la cultura política cambió y perdieron todo reconocimiento social, el privilegio de tomar las decisiones que tuvieron a nombre de la Venezuela mayoritaria, durante más de dos décadas.
Su comportamiento los distanció del país sufrido. Su rutina electorera, burocrática, les habilitó un cuarto en la casa del adversario, donde tendrán que convivir y callar. Sin haber abierto la boca para defender la voluntad soberana expresada en casi 8 millones de votos, y la defensa del espacio nacional para la libertad y la democracia.
Por Luis Enrique Vizcaya
Los convivientes, coprotagonistas de pasar la página, creen, los hay de buena fé, que el gobierno permitirá una actitud crítica. Eso no será posible, ocurrida la política de congraciamiento con la convocatoria electoral, han mellado su filo contestatario y arriado su condición de adversarios. Es difícil contradecir a quien le diste tu aprobación. No será posible luego de acompañarlo en la maniobra estabilizadora, normalizadora.
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La característica fundamental de estos representantes de la vieja cultura política, es achacarle su fracaso, los supuestos logros que no pudo obtener, a María Corina y Edmundo.
«Entonces pa’ cuando es el cambio? Esta expresión lanzada desde un sofá, tiene dos connotaciones. Una, quien cree que hay un manual de procesos políticos instantáneos- Dos, el desentendido que pide cuentas a quienes él supone ha encargado para que le traiga el cambio de destino de su país por delivery. A quien lucha por él, como si de un extraño se tratara, una especie de E.T. Pudiera haber una tercera deducción, se trata de quien confunde la complejidad política con el exacerbado activismo político de los partidos, que cuando este no ocurre cree que no se está haciendo nada.
Los procesos políticos de cambio, que en el nuestro es inédito, requieren de una dedicación y serenidad, tejida con geopolítica e ingredientes de significado diverso.
El tercero de los personajes son los ciudadanos quienes, a pesar de la urgencia de un cambio, confían en el comportamiento del nuevo liderazgo, que ha aprendido a bracear en aguas profundas y complejas en condiciones de serenidad, constancia, con urgencia pero sin desespero, con gran claridad de propósito y una fe del tamaño de Venezuela.
Por Luis Enrique Vizcaya
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