Opinión

Puerta de Hierro

El pasado sábado 20 de septiembre se cumplieron 24 años del fallecimiento de Marcos Pérez Jiménez, gerente de la modernización de Venezuela en medio de su dictadura.

Marcos Evangelista Pérez Jiménez fue una de las figuras más influyentes y polémicas de la historia contemporánea de Venezuela. Militar de carrera y político, ejerció el poder como dictador entre 1952 y 1958, marcando una época de profundas transformaciones urbanas y desarrollo económico, aunque también de represión política y restricción de libertades civiles.

Nació el 25 de abril de 1914 en Michelena, estado Táchira, en una familia de origen humilde. Desde joven mostró inclinaciones hacia la disciplina militar, ingresando en la Escuela Militar de Venezuela, donde se graduó como subteniente en 1934. Su ascenso dentro de las Fuerzas Armadas fue rápido, destacándose por su disciplina y capacidad de organización.

Por Peter Albers

Pérez Jiménez formó parte del movimiento militar que derrocó al presidente Isaías Medina Angarita en 1945 y, posteriormente, del golpe de Estado de 1948, que puso fin al breve gobierno democrático de Rómulo Gallegos. Tras el golpe, integró la llamada Junta Militar de Gobierno y, en 1952, asumió la presidencia de facto tras desconocer los resultados de las elecciones de ese año.

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Durante su régimen, Venezuela experimentó un notable proceso de modernización e infraestructura. Se construyeron autopistas (Caracas – La Guaira, Regional del Centro, etc.), edificios emblemáticos (Ciudad Universitaria de Caracas, diseñada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), la red hotelera entonces llamada “Corporación Nacional de Hoteles y Turismo”, el Centro Simón Bolívar (un complejo arquitectónico en el corazón de Caracas que incluye las Torres del Centro Simón Bolívar y otros edificios administrativos y comerciales), etc., viviendas populares (Urb. 2 de Diciembre, luego llamada 23 de Enero, Simón Rodríguez y otras), centros recreacionales como Los Caracas, obras públicas todas que transformaron el perfil urbano de ciudades como Caracas, Maracaibo o Valencia. Este periodo es conocido como el de «la Venezuela moderna», caracterizado por el auge petrolero y la inversión en proyectos de gran envergadura.

Pero su gobierno fue autoritario y represivo. Persiguió a la oposición política, censuró la prensa y limitó las libertades ciudadanas. El Servicio de Inteligencia, conocido como la Seguridad Nacional, con Pedro Estrada como su siniestro jefe y brutales torturadores como “Suelespuma”, fue instrumento de represión y control social.

El descontento popular, sumado a la presión de sectores militares y civiles, provocó el levantamiento del 23 de enero de 1958 que obligó a Pérez Jiménez a abandonar el país. Se exilió primero en República Dominicana, luego en Estados Unidos, de donde fue extraditado para ser juzgado en Venezuela y brevemente recluido en la Cárcel de San Juan de los Morros, donde ocupó una cómoda suite, en nada parecida a una celda, y finalmente vivió hasta su muerte en la urbanización Puerta de Hierro de Madrid, una exclusiva zona residencial con mansiones rodeadas de campos de golf, famosa por ser refugio de otros dictadores como Juan Domingo Perón, Fulgencio Batista, Alfredo Stroessner o Anastasio Somoza, que durante sus mandatos “ahorraron” lo suficiente como para poder costearse tan lujosa vida.

Pero no solamente los exdictadores: también algunos exmandatarios de eras democráticas, si ya no en Puerta de Hierro, siguen con eso…

Por Peter Albers


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