Opinión

¿ Cómo funcionan los modelos de inteligencia artificial generativa ?

«Los modelos de inteligencia artificial generativa son como inventores incansables, aprendiendo constantemente del vasto océano de datos para crear algo nuevo a partir de lo conocido.»

Anónimo.

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en la vida cotidiana como un torbellino, especialmente los modelos de IA generativa (IA-G)

Estos avanzados sistemas son los responsables de crear contenido impresionante, desde arte digital hasta palabras de asesoramiento personal y profesional.

Por Chichí Páez

Entonces, ¿cómo funcionan realmente estas maravillas tecnológicas?

Estas palabras intentan proporcionar una descripción accesible y comprensible del funcionamiento de la IA-G, abordando tanto sus fundamentos como sus implicaciones.

Al describir los modelos de IA-G, se podría pensar en ellos como estudiantes brillantes que han aprendido de todo internet. Han devorado libros enteros (bueno, prácticamente cualquier tipo de datos disponibles en línea) y, gracias a ello, poseen una comprensión asombrosa de patrones en textos, imágenes y sonidos.

Sí: ¡“comprensión”!

Estos modelos son entrenados utilizando técnicas de llamadas redes neuronales.

Como si fueran pequeñas neuronas en el cerebro, las redes neuronales se conectan entre sí, procesando información mínima y combinándola con datos existentes para crear algo nuevo.

Basta imaginar que al modelo le das una palabra o una imagen y, con esa chispa inicial, es capaz de generar un contenido completo, innovador y sorprendente.

La base de la magia: Aprendizaje profundo y datos

Para que estos modelos sean tan efectivos, depende -en gran medida- del aprendizaje profundo, un subconjunto del aprendizaje automático. Este método permite que las máquinas aprendan mediante la experiencia, ajustando sus algoritmos cada vez que reciben retroalimentación. Cuanto más entrenan, comprenden más y afinan más su capacidad creativa.

Un punto crucial es la disponibilidad de datos masivos. Cuantos más datos relevantes tenga un modelo, mejor será su capacidad para generar contenido útil y relevante. Los datos se convierten en la fuente de la información y de ésta surge el conocimiento y la experiencia vivida de estas inteligencias artificiales.

Implicaciones y reflexiones.

La capacidad de los modelos de IA-G para crear contenido nuevo tiene enormes beneficios, pero también plantea preguntas sobre la ética y el futuro del trabajo creativo.

Como dijo Neil Postman, un reconocido crítico cultural, «la tecnología sólo es tecnología si se inventó después de que tú nacieras». Esta cita invita a reflexionar sobre cómo, en algún punto, se deja de considerar estos avances como novedades y se pasa a integrarlos como parte de la normalidad.

Mientras se navega por este emocionante campo de la IA-G, se debe considerar cómo se quiere que estos modelos moldeen el futuro de las comunicaciones, trabajos creativos y hasta las vidas diarias, incluyendo la labor en actividades muy especiales como lo son las vinculadas con la salud y la vida.

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Con un gran poder viene una gran responsabilidad, y aquí es donde la sociedad y las comunidades reguladoras deben encontrar un equilibrio que maximice los beneficios mientras se mitigan los riesgos.

Para concluir, los modelos de IA-G no son sólo juguetes tecnológicos; son herramientas poderosas que pueden actuar tanto como colaboradores inteligentes como innovadores en el proceso creativo.

Lo que resta es definir en conjunto cómo se quiere que contribuyan al mosaico humano del siglo XXI.

Consideraciones éticas en la IA-G

A medida que los modelos de IA-G se vuelven cada vez más atractivos, las cuestiones éticas y morales asociadas con su uso cobran una importancia crucial. Es fundamental que al diseñar y emplear estos sistemas, no sólo se busque la innovación, sino también proteger los principios éticos y los valores morales que se mantienen como sociedad.

Uno de los aspectos morales más destacados es la cuestión del sesgo en los datos. Dado que estos modelos aprenden de grandes volúmenes de información, cualquier sesgo presente en los datos se puede amplificar al momento de generar contenido. Por ello, es imperativo que los desarrolladores se esfuercen por utilizar conjuntos de datos diversificados y representativos, promoviendo de esta manera la equidad y minimizando la reproducción de prejuicios culturales o sociales.

Además, la transparencia es un valor moral central. Los usuarios tienen derecho a entender cómo y por qué las IA-G conciben ciertas decisiones o crean determinado contenido. A ellas no les toca adoptar ni implementar decisiones: sólo pueden ayudar en pro de su mejor concepción. Fomentar la transparencia no solamente fortalece la confianza del público, sino que también garantiza que estas tecnologías se utilicen de forma responsable.

La privacidad es otra consideración importante. Dado que muchos modelos de IA-G necesitan una gran cantidad de datos personales para entrenar, es esencial que se protejan esos datos y que se respete la privacidad de las personas. Implementar salvaguardas y adherirse a regulaciones de protección de datos ayuda a mitigar riesgos potenciales.

Finalmente, la responsabilidad en el desarrollo y uso de la IA-G no puede ser subestimada. Las empresas tecnológicas, los desarrolladores y los usuarios deben colaborar para establecer y seguir estándares éticos y morales claros que eviten usos malintencionados, como la creación de desinformación perjudicial.

La IA-G ofrece un horizonte lleno de posibilidades, pero debe avanzar de la mano con un compromiso claro hacia la ética, la moral y la responsabilidad. Sólo así se podrá asegurar que estas tecnologías contribuyan positivamente al bienestar y progreso de la sociedad.

En las próximas entregas de desarrollarán otros puntos interesantes de la IA-G.

Desde que aseveramos que juntos, podemos dar forma al presente-futuro de la incorporación de la IA-G y preparar su organización para el éxito en la era digital .

Por Chichí Páez


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