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En Isnotú y La Candelaria José Gregorio Hernández tiene su aureola de Santo  

La alegría y el júbilo se desbordaron en Venezuela, tocando dos puntos neurálgicos de la fe nacional, luego de que el Papa León XIV proclamará oficialmente a José Gregorio Hernández y a la Madre Carmen Rendiles como santos en El Vaticano.

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De inmediato, y en sincronía con la ceremonia papal, las imágenes del «Médico de los Pobres» en su tierra natal, Isnotú (estado Trujillo), y en La Candelaria (Caracas), donde reposan sus restos, recibieron el símbolo máximo de su santidad: la aureola.

La imposición de la aureola transforma la veneración popular en devoción pública y universal, un rito que permite a los feligreses rendir culto formal a los nuevos santos de la Iglesia Católica. Este acto, esperado por décadas por el pueblo venezolano, marca la culminación de un proceso que atestigua la fe inquebrantable en la santidad del Dr. Hernández.

La celebración en el santuario y la Capital

En Isnotú, el ambiente fue de fiesta total. El pueblo, que vio nacer al beato, celebró con campanadas, cánticos y lágrimas de emoción la elevación de su hijo predilecto a los altares. El santuario, que acoge a miles de peregrinos anualmente, se convirtió en el epicentro de un regocijo que se sintió en cada rincón del país.

Simultáneamente, en Caracas, la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, lugar de reposo final de los restos del «Venerable», vivió un momento de profunda solemnidad. La imagen de José Gregorio Hernández fue adornada con la aureola, mientras los fieles colmaban la plaza circundante, honrando al primer santo varón venezolano.

La canonización de José Gregorio Hernández, largamente anhelada, no solo representa un hito religioso, sino también un símbolo de unidad y esperanza para Venezuela. Su vida, dedicada al servicio médico, la caridad y la humildad, es vista como un faro moral en tiempos de crisis. La doble canonización, junto a la Madre Carmen Rendiles, consolida a ambos como figuras tutelares de la fe y la esperanza para la nación caribeña.

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