Desde la lejanía, es difícil opinar sobre lo que está sucediendo en Venezuela en las profundidades de las mentes de los venezolanos que viven en su tierra. Por supuesto, estaba planteado que el madurato iba a maquillar a su antojo y conveniencia los resultados. Todos, no importa donde estén, sabían que el organismo que rige las elecciones, y que se supone imparcial, iba a voltear los números a su antojo, para que su amo no perdiera lo que se sabía tenía perdido desde hace tiempo. Es que el gigantón empezó a perder estas elecciones desde el mismo momento en que ganó las anteriores, y era de esperarse, dada su incapacidad para gobernar acertadamente y en favor del país y de sus habitantes, y no en el suyo propio y el de sus secuaces. Lo que tenía que pasar pasó: promesas incumplidas, hambre, miseria y corrupción, acompañadas del deterioro de los servicios públicos, en lugar de suministros de electricidad, agua potable, combustibles, medicinas, alimentos a precios asequibles para los menos pudientes, quienes forman parte de un sector de la población cada vez más numeroso.
Por Peter Albers
Y la inmensa mayoría, liderada por María Corina, de quienes se oponen al corrupto e incompetente régimen, esperaban también que el siniestro y nefasto círculo del poder, representado por el repudiado personaje que pretende perpetuarse en la máxima posición de mando del país, manipularía la información para consumar lo que tenía previsto desde un principio, sabedor desde el primer momento de la paliza que el pueblo le daría al impresentable candidato aspirante a la reelección. Cosa para la cual no ha hecho ningún mérito.
Leer más ¡Gracias, María Corina!
Cuando escribo esto, desde la distancia percibo una inquietante quietud entre quienes, superando todos los escollos inventados por el régimen, acudieron a las mesas electorales para votar por el candidato que representaba, y sigue representando, la esperanza de los venezolanos por un país mejor, y distinto al que venimos sufriendo desde que una mayoría inconsciente votó a favor de Hugo Chávez. El pueblo espera confiado en los líderes que hasta ahora han luchado para derrotar a los corruptos depredadores, y el desenlace de los hechos que desmontarán la burda trampa oficial irá poco a poco, a la velocidad justa y necesaria, para cumplir con el mandato electoral que acudió a las urnas para salir de la pesadilla que representa el madurismo degradante y destructor.
De todas maneras, si “iban a meter la coba” (y perdónenme la expresión: a fin de cuentas, soy de la generación “boomer”) podían haberla metido de manera más creíble y, por decir lo menos, más considerada con la inteligencia de los venezolanos, que sabíamos desde un principio por dónde venían los tiros. De no serlo, no habríamos entendido lo que quiso decir el troglodita del mazo, aquél a quien traicionaron el miedo y la vejiga el día del fallido golpe del “por ahora”, cuando afirmó en la televisora oficialista que ganarían las elecciones “por las buenas o por las malas”. Más clara no pudo ser la prepotente amenaza.
Es que, cuando sabemos que Edmundo sacó más del doble de los que sacó “el saliente”, no deja de ser un abuso, y un insulto a nuestra inteligencia exagerar, afirmando que este último obtuvo el 51,2% de los votos, contra 44,2% de Edmundo, cuando pudieron ser menos codiciosos (de lo que ya son) y decir que la cosa estuvo más pareja. Por ejemplo, 48,1% del ganador “por las malas” y 47,9% del ganador “por las buenas”. No solamente les hubiera quedado más creíble, sino también más bonito…
Por Peter Albers
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