Hoy en día todo el mundo acepta la importancia social que tienen los sistemas de seguridad social para la sociedad. No obstante, existe menos unanimidad con respecto a la importancia económica que tienen los sistemas de seguridad social. Aún así, existe una visión que está ganando terreno en el sentido de que los sistemas de seguridad social deberían ser considerados como un factor productivo en el desarrollo económico.
Por José Antonio Robles
La Seguridad Social y la reducción de pobreza desde la perspectiva del desarrollo humano es un desafío para las políticas públicas en Venezuela”, y es que para lograr un desarrollo humano sostenible las sociedades tienen que participar en una infraestructura de “capacidades institucionales tales como educación, salud, vivienda, transporte, comunicaciones”, y todo aquello que permita que cada individuo tenga derecho a una mejor calidad de vida. Estas políticas sociales, deben estar “orientadas específicamente a la disminución de la pobreza”, y en su mayoría están manejadas, a través de los sistemas de protección social, los cuales “consisten en intervenciones públicas orientadas a la creación del capital humano para ayudar a las personas, las familias y las comunidades a gestionar mejor los riesgos, y para proporcionar ayuda a los pobres que están en condiciones de subvenir a sus necesidades.
El colapso en que se encuentra el país no tiene precedentes. La economía se contrajo un 70% entre 2013 y 2019; a esto se suma una reducción esperada del 30% en 2020, lo que la ubica dentro de las mayores crisis del mundo. Como parte de esta crisis, ha originado una estrepitosa caída del poder adquisitivo de los hogares y un incremento de la pobreza y de la desigualdad social. Por otro lado, los indicadores sociales se han deteriorado sustancialmente y la provisión de servicios básicos se ha destruido. La pandemia de la COVID-19 se encuentra en la fase exponencial, y la capacidad de reacción por parte del sector público es muy limitada. Los recursos del país no alcanzan ni para proveer los alimentos a la población y la condición del sector salud es una ruina.
Se ha desarrollado una economía informal que ha crecido sostenidamente en los últimos años, y se hace necesario evaluar su existencia desde una perspectiva estructural y no desde el comportamiento de la coyuntura económica. Es decir, es un fenómeno “que vino para quedarse”, cuya presencia significativa es parte de la dinámica económica de los países en desarrollo, no existiendo evidencia que, a corto y mediano plazo, vaya a desaparecer o que las personas involucradas sean absorbidas por otro sector de la economía. Sin embargo es importante señalar que existe una población flotante que no cotiza el seguro social y se encuentran como población flotante.
El Libertador y la Seguridad Social
Nuestro Libertador Simón Bolívar fue el primero en utilizar no solo la denominación de seguridad social, sino también el contexto de la importancia que para los derechos del hombre, tiene por ello la misma el genio inmortal, declarando en el Discurso de Angostura que el mejor sistema de gobierno es el que brinda mayor suma de felicidad, seguridad social y estabilidad de sus instituciones políticas, estas ideas del libertador fueron expresadas 62 años antes de que apareciera en Alemania el primer sistema de seguridad social en el mundo como producto del proceso de la masificación de la industria.
El Libertador fue realmente un visionario, ya que interpola como uno de los requisitos del tipo de gobierno más perfecto una trilogía, en un sentido muy claro que podemos analizar con respeto, pero con profundo orgullo venezolanista, que el mejor sistema y más perfecto de gobierno según el libertador, era el que se basaba en tres principios fundamentales:
- Es aquel que produce «mayor suma de bienestar posible».
- El que es capaz de producir también “mayor suma de Seguridad Social”.
- Y aquel que genera “mayor suma de estabilidad política”.
Si analizamos esto en el contexto del estado moderno, de las nuevas teorías sobre el derecho social y los derechos humanos veremos como el Libertador estaba orientado hacia la consecución del bien común, la dignidad del ser humano, dentro de estas obligaciones, le cargaba al estado el rol de garantizar esa trilogía, en beneficio del pueblo.
La búsqueda de seguridad, en sí misma, no se opone en absoluto a la existencia de la libertad personal. Más aún, puede decirse que ningún individuo podrá considerarse libre si la sociedad en que se desenvuelve no le garantiza un mínimo de condiciones para realizar las escogencias y afrontar los riesgos que supone la vida en libertad. Porque no existe libertad efectiva si no existen normas jurídicas y sociales respetadas por todos: ellas son las que permiten al individuo decidir acerca de su futuro con cierto conocimiento de lo que puede esperar de los otros miembros de la sociedad y son, por lo tanto, el marco de referencia que da sentido a sus elecciones particulares. Cierta predictibilidad en el mundo que nos rodea en la sociedad en que vivimos, más exactamente es indispensable para que podamos realizar elecciones racionales, sosteniendo por lo tanto la libertad efectiva de actuar en favor de nuestros propios intereses.
Las bases de una propuesta
Venezuela ha recibido, durante décadas, inmensas sumas provenientes de la actividad petrolera: Fuimos un Estado rico y poderoso, pero que no se acertó en desarrollar una acción social capaz de generar resultados concretos y permanentes. Se impone, por ello, una revisión profunda de los criterios que han estado implícitos en la política social de la nación: ésta se ha guiado hasta ahora por la idea de transferir los ingresos petroleros bajo la modalidad de subsidios indirectos y directos, mientras se crean una multitud de entes públicos con el objeto de resolver necesidades particulares. A medida que este proceso avanzaba han crecido simultáneamente los costos operativos y han disminuido los resultados concretos. Se ha incrementado el burocratismo, corrupción y la ineficiencia de nuestro Estado, afectando áreas tan sensibles como la salud, la educación y los servicios básicos.
Para revertir esta situación se debe proponer un cambio radical de enfoque: Promover la iniciativa de todos los ciudadanos a fin de desarrollar una sociedad civil libre y responsable, confiar en ésta para la solución de los llamados problemas sociales y definir para el Estado, en consecuencia, un papel diferente: el de generar y mantener las condiciones de todo tipo que se necesitan para que los ciudadanos, por sí mismos, encuentren salida a las dificultades por las que atraviesan. Para ello es preciso que se garantice una adecuada protección a la vida y a la propiedad, que se reduzcan las trabas a la actividad productiva y que los servicios básicos estén efectivamente al alcance de quienes quieren trabajar.
El Estado no está en condiciones de resolver, mediante sus acciones, el problema de la pobreza; pero al menos debiera exigírsele que no perjudique aún más la situación de los sectores de menores ingresos: ninguna transferencia directa, ningún ambicioso programa de inversiones o de gastos sociales puede compensar a la población más pobre perteneciente en su mayoría, por razones obvias, al sector informal de los efectos devastadores de la inflación; ninguna iniciativa que acreciente el burocratismo o el manejo poco cuidadoso de los recursos puede revertir en mejores condiciones de vida para el venezolano.
Lo que necesitan los pobres, antes que nada, es que los dejen trabajar en paz para salir de la pobreza, es disponer de la infraestructura de servicios y de facilidades para generar riqueza, es encontrar la forma de capacitarse, de adquirir los conocimientos y las destrezas que les permitan producir y elevar su productividad.
Arq. Abg. José Antonio Robles / @jaroblesp
“El mejor programa social es un empleo”
Ronald Reagan
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