Opinión

Va pensiero, sull′ale dorate

Nabucco es la más conocida opera del italiano Giuseppe Verdi, escrita en un momento de inmensa tristeza vivida por el compositor tras la muerte de su esposa e hijos. Casi obligado Giuseppe Verdi, compone esta Opera inspirado en el antiguo testamento, durante el cautiverio del pueblo judío, sometido y secuestrado por el reino de Babilonia y de su despiadado rey Nabucco ( Nabucodonosor, rey de Babilonia), el argumento proviene del antiguo Testamento y del cautiverio del pueblo de Israel, por el reino pagano de Babilonia, adoradores de Baal, quien luego en cursos de demonología incardinados en la teología es considerado un demonio, que promueve y fomenta el poder desmedido.

Por Carlos Ñáñez

¡Va piensero sull′ali dorate; va, ti posa sui clivi, ¡sui colli ! En español este introito se traduciría como: ¡Vuela pensamiento sobre alas doradas, pósate sobre praderas y colinas!, en clara referencia a la imposibilidad de acotar los pensamientos, de legislar la razón, de imponer censura, el coro de esclavos judíos, canta sus desventuras causadas por la falta de libertad, la destrucción del primer Templo del Dios de los judíos, nuestro señor también, La patria está destruida y perdida y eso le causa dolor a esa masa de esclavos.

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¡Oh mía Patria, sí bella e perduta! Oh membranza sí cara e fatal!, una similitud con todos los pueblos cautivos, ¡Oh mi patria tan bella y perdida, oh recuerdo querido y fatal, ese sentimiento lo experimentan los exiliados, quienes anhelan el retorno al suelo que alberga a sus muertos y aquellos quienes aún en el país, nos resistimos al insilio, la indiferencia y menos la cohabitación, para ello los giros del habla, la estética de las artes y el lenguaje, que trasciendo lo hablado, escrito y contado, para trocarse en lenguaje, “contado y cantado”, ya vendrá el momento para el estudio testimonial y hermenéutico del drama venezolano, para su representación en tragedia y alerta social y hasta en música que honre tantos años de dolor, de implacable persecución y maldad.

Espero que como en la obra de Verdi, un insuflo de razón y de piedad resida en quienes someten, secuestran, persiguen y hacen cautivo a un pueblo, igualmente que la justicia divina y la paz del señor, superior se posen sobre esta nuestra patria tan bella y perdida, somos esclavos quizás callados, pero nuestros pensamientos vuelan sobre alas doradas en praderas y valles, el ser humano es connaturalmente libre, los movimientos de liberación son expansivos y los de copamiento totalitario, son limitantes, condenados a chocar, no es natural tanto sufrimiento, tanta humillación, tantas tropelías, en la Obra Nabucco, haciendo exégesis de su letra, encontramos dolorosas coincidencias, pero también el valor que solo la paz de Dios superior a toda razón, se posa cada vez mas perpendicular sobre nuestro país Traggi un suono di crudo lamento, o t’ispiri il Signore un concento, che ne infonda al patire virtú. Canta un aire de crudo lamento o que infunda el señor un aire a nuestro padecimiento..

¡Al patire virtú! – al padecer valor- Esa es el consejo no solo de esta obra maestra de Verdi, sino de la humanidad, en aras de justicia, democracia y libertad, en procura del derecho de existir, sin ser atropellados, este canto fue recibido por los italianos como un himno de libertad, frente a la ocupación extranjera y el horror da bestia fascista, negra roja o de cualquier color, pero semejante en odio y crueldad.

Hoy somos el coro, de esclavos judíos, nuestro pensamiento libre e irredento volara en praderas y cimas, reconstruiremos nuestra patria y su Templo de la democracia, con el insuflo del Dios de todos, ese que nos infunde valor y fe, Dios de la verdad y cuya paz y misericordia son superiores a cualquier razón humana. Del Giordano le rive saluta, di Sionne le torri atterrate… La despedida de las orillas del Jordán y las torres destruidas de Sion, serán levantadas, pues esa patria hermosa y perdida subyace en cada corazón que late, en cada lágrima que se derrama, en cada boca que calla, en cada censura que se impone, en cada preso cautivo, agobiado y torturado.

Finalmente, Dios nos insuflara valentía en medio de este horror, reviviremos la esperanza de la reconstrucción de nuestra patria, la libertad de nuestra fe, esperanza y caridad, el miedo es el menos libre de los sentimientos, pero produce estertores de valor, estamos cerca, a las orillas del Caribe, a las orillas del Arauca, para regresar y dedicarnos a reconstruir, pues destruir les es común a nuestros cautores. ¡Que, la tristeza se troque en esperanza, en fe, en hermandad y en valor, inspirado por Dios! Con mucha tristeza suscribo estas líneas a los más de 1.800 presos políticos, a los que sufren hambre y agobios, pues la crisis económica allí subyace, como una herramienta de control, es un canto de valor a las madres, esposas e hijos de los cautivos, quienes ven con desesperación el no saber, la maldad nunca triunfa, loa atropellos tienen un límite y en mi condición de católico practicante me hago eco, de las declaraciones del Pontífice Francisco I “ Ninguna dictadura es buena y siempre terminan mal” y en esta relación biunívoca entre pastor y grey, imploro a Roma que se familiarice con los atropellos a sus siervos, a su grey. Elevando con la valentía de San Arnulfo Romero, la prohibición y orden de no perseguir más y respetar, la voluntad de un pueblo que dejó de ser esclavo.

¡Para mis hermanos padecientes, para mis hermanos indolentes e indiferentes, la amenaza, está viva y tangible, al menos pensemos volando sobre esas alas doradas de la libertad y extendamos por todo este país ese pensamiento, para que Dios pose esos sus ojos de paz sobre! ¡Nuestra pobre Venezuela, tan bella y perdida! Valor y lucha, prudencia y cautela ante las batallas de la mente, allí defenestremos la desesperanza, el miedo y seamos libres en los límites del pensar.

Por Carlos Ñáñez


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