Un proceso natural, agravado por la mala calidad del agua del Lago de Valencia, estaría detrás de la muerte de peces que alarma a comunidades de Carabobo desde el pasado 13 de junio.
El fenómeno ha sido reportado por vecinos de Isla La Culebra, en el municipio Los Guayos, así como en zonas de Carlos Arvelo y Guacara, donde aseguran que cientos de peces sin vida flotan o aparecen varados en las orillas.
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El biólogo y limnólogo Ernesto González Rivas, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), explicó que este tipo de episodios pueden ser frecuentes en sistemas como el Lago de Valencia, considerado un ecosistema eutrófico, es decir, sobrecargado de nutrientes como nitrógeno y fósforo provenientes de aguas residuales domésticas, agrícolas e industriales.
“En estos lagos hay una alta productividad biológica. Las microalgas y cianobacterias hacen fotosíntesis y producen oxígeno en la superficie, pero en el fondo del lago se acumula materia orgánica que se descompone y consume ese oxígeno. Cuando el agua se mezcla por acción del viento, se homogenizan esas condiciones y el oxígeno disminuye en toda la columna de agua, provocando la muerte de peces por sofocación.”
Un lago sin salida que retiene la contaminación
El Lago de Valencia tiene un agravante: es una cuenca endorreica, lo que significa que no tiene salida natural. Todo lo que entra, desde aguas servidas hasta residuos agrícolas, permanece atrapado en el ecosistema, acumulándose con el tiempo y generando lo que se conoce como eutrofización.
El biólogo indicó que, entre noviembre y abril, los vientos en la región favorecen la mezcla total de las aguas del lago, un proceso que iguala las condiciones del fondo con las de la superficie. Esta mezcla, en un lago cargado de nutrientes y materia orgánica, dispersa las zonas pobres en oxígeno a niveles donde habitan los peces, afectando directamente su supervivencia.
González señaló que este fenómeno no es nuevo. De hecho, fue documentado desde 1970 por la profesora Aída González Infante, en una publicación científica venezolana donde ya se reportaban episodios similares de mortandad masiva de peces en el Lago de Valencia, con fotografías que evidencian lo que ocurre hoy: orillas cubiertas de peces muertos y malos olores en el ambiente.
Lo que está ocurriendo ahora en el Lago de Valencia
De acuerdo con los testimonios de los vecinos, desde el viernes 13 de junio comenzó a notarse la presencia de peces muertos en la Isla La Culebra, específicamente en el terraplén que conecta esta comunidad con sectores aledaños. A los pocos días, el fenómeno se extendió a zonas ribereñas de Carlos Arvelo y Guacara, lo que sugiere un patrón generalizado en el lago.
Aseguran que el hedor se ha vuelto insoportable y que la descomposición de los peces podría representar un riesgo sanitario. Las autoridades municipales acudieron al lugar, junto con Bomberos y Protección Civil, para realizar una inspección, aunque hasta ahora no han ofrecido un pronunciamiento oficial sobre las causas ni las posibles medidas de mitigación.
Mientras tanto, González Rivas aclara que la situación podría empezar a mejorar en las próximas semanas: con la llegada de las lluvias, el viento disminuye y las aguas del lago vuelven a estratificarse. Esto permite que las algas realicen fotosíntesis en la superficie y, gradualmente, el oxígeno vuelva a niveles más aceptables en las zonas donde habitan los peces.
Un ciclo que se repite si no se ataca la raíz del problema
Aunque se trata de un proceso que ocurre naturalmente en lagos eutrofizados, la magnitud del problema está directamente relacionada con la contaminación. Mientras sigan entrando aguas servidas sin tratamiento y residuos cargados de fertilizantes, el ciclo se repetirá con frecuencia. “No necesariamente todos los años ocurren muertes masivas, pero sí con cierta regularidad”, advierte el experto.
Además del impacto ecológico, la situación representa un serio problema para las comunidades ribereñas, que conviven con los olores nauseabundos y la pérdida visible de fauna acuática, y que ahora exigen respuestas por parte de los entes competentes. El fenómeno también pone en evidencia la necesidad urgente de políticas ambientales sostenibles y un plan real de saneamiento del Lago de Valencia.
La comunidad científica ha insistido durante años en la necesidad de regular el vertido de aguas servidas, sanear las quebradas que desembocan en el lago y controlar el uso de agroquímicos en las zonas agrícolas cercanas. Sin estas acciones, la eutrofización seguirá avanzando, y cada mezcla de aguas será una amenaza para la biodiversidad del lago.
Vecinos esperan soluciones y seguimiento ambiental
Hasta ahora, los vecinos de Isla La Culebra y otras comunidades afectadas no han recibido información oficial clara ni medidas de atención inmediata. Temen que la descomposición de peces aumente el riesgo de enfermedades y deterioro ambiental, por lo que insisten en que las autoridades ambientales del estado Carabobo y del Ministerio de Ecosocialismo deben actuar con prontitud.
Más allá de una emergencia puntual, lo que ocurre hoy en el Lago de Valencia es un reflejo de décadas de abandono ambiental. Un fenómeno que se repite, documentado desde hace más de 40 años, y que sigue impactando a las comunidades costeras del segundo lago más importante del país.
La solución no solo pasa por recoger los peces muertos. Pasa por recuperar el lago, frenar su contaminación y garantizar que los habitantes de Carabobo puedan vivir sin temor a nuevas crisis ecológicas como esta.
Con información de El Carabobeño
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