Opinión

El día de las tarifas

El día jueves 3 de abril, como gesto de bienvenida a las tarifas anunciadas por Trump el día anterior -10% de arancel mínimo a todo el mundo y tarifas adicionales para los “enemigos” mayores, que incluye un recargo de 20% a todos los productos de la Unión Europea, 34% adicional a China y 25% a Corea del Sur-, los indicadores de Wall Street se dieron un bajón que no se veía desde la época de la pandemia. El índice S&P500 descendió 4,84%, el Dow Jones 3,98% y el Nasdaq terminó 5,97% negativo. Poniéndolo en cifras más concretas, se perdieron unos 3 billones (billones españoles) de dólares, lo que a su vez quiere decir que las empresas que integran los índices bursátiles de la Gran Manzana bajaron de valor una cantidad que es similar al PIB de Francia. En un día.

Desde que llegó Trump a la presidencia el valor de las empresas que cotizan en la bolsa de New York ha bajado entre 7 y 9 billones de dólares, según varios estimados. Esto quiere decir un descenso del 12% sobre el valor total de 65 a 70 billones de dólares. Lo mismo ha sucedido con todas las bolsas del mundo, con mayor o menor intensidad pero todas en la misma dirección, esto es, hacia abajo.

La reacción de los mercados de valores a las políticas económicas no tiene que ver con ideologías ni con antipatía por el ocupante de la Casa Blanca. Los indicadores, en el fondo, son simples y relativamente objetivos: caen cuando las noticias son malas y suben cuando las cosas van bien y se perfilan a mejor. Y en lo que llamamos mercados, es decir, en la mente y las decisiones de millones de personas comprando, valorando y vendiendo, hay un consenso de que las tarifas que ha impuesto USA a las importaciones de casi todos los países del mundo son una pésima idea y traerán mucho más miseria que bienestar. Los argumentos más evidentes señalan hacia los aumentos de precio que se producirán por las tarifas y la consecuente presión inflacionaria que a su vez generará descensos en el consumo, frenos a las inversiones y al final una contracción económica que se puede convertir en una recesión.

Por Alberto Rial

En un discurso el pasado viernes, dos días después del anuncio de los nuevos aranceles, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de los EEUU, se enfrentó a la decisión tarifaria y señaló que los efectos económicos serán “significativamente mayores” a lo esperado y que se traducirán en menor crecimiento y mayor inflación. Esto sucede al mismo tiempo que Trump, a través de su red social, presiona a Powell para bajar las tasas de interés y lo regaña por su lentitud: es bien conocida la actitud del presidente –desde su primer período- de quitarle autonomía e independencia a la RF para influir en las decisiones de política monetaria.

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La revista inglesa The Economist tacha los aranceles de Trump como «el error económico más profundo, dañino e innecesario de la era moderna». Repite el peligro de inflación, contracción y recesión y designa el 2 de abril como el “día de la ruina”, en contraste al nombre que le dio Trump de “día de la liberación”. También calificó el discurso que acompañó al anuncio de las tarifas como lleno de disparates y cargado de desconocimiento del tema económico. Otros comentaristas han tratado de buscarle la lógica al día de las tarifas, argumentando que se trata de una negociación que arrancará desde ya hasta llegar al nivel arancelario ideal para cada país, y aún otros han recomendado paciencia para esperar por la reacción del resto del mundo ante el reto trumpista, que quizás –dicen- no sea tan reciproca como se teme.

Por supuesto que la incertidumbre está a la orden del día. Se conoce el carácter impulsivo del presidente de USA y su estilo de arrancada y regreso para pedir la luna mientras trata de conseguir una rebajita modesta, pero esta acción de gobierno presenta todos los peligros y muy pocas ventajas. Uno de los argumentos a favor de las tarifas es que el gobierno tendrá ingresos adicionales y podrá reducir el déficit fiscal mientras baja los impuestos, pero esto choca con la previsible reducción del consumo y la consecuente contracción que ocurriría.

Al final, el viaje será movido y habrá que tomar las previsiones del caso, pero queda por hacer una pregunta, digamos, básica. Se supone que en el partido republicano del norte son partidarios de la libertad económica y rechazan la intervención del gobierno en los mercados, pero esta metida de mano está a nivel del proteccionismo de cualquier régimen de izquierda y al margen del más elemental liberalismo económico ¿Entonces?

Por Alberto Rial

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